Clarín

“En una relación sexual, decir que no tiene que ser posible siempre”

Clara Serra. Filósofa española

- MADRID. CORRESPONS­AL

Hace dos meses, durante los tres días que duró el mediático juicio por abuso sexual contra el ex futbolista Dani Alves -condenado a cuatro años y medio de prisión por haber violado a una chica de 23 años en un vip de una disco de Barcelona-, el consentimi­ento estuvo en boca tanto de la acusación como de la defensa del ex jugador.

Ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Barcelona que lo juzgó, Alves, quien acaba de pagar una fianza de un millón de euros para salir en libertad provisiona­l hasta que su sentencia sea firme, dijo que no forzó a la chica a entrar al baño donde luego abusó de ella. Aseguró, además, que el sexo que tuvieron fue consentido. Y que él estaba convencido de que los dos lo disfrutaro­n. El “caso Alves” fue el primer juicio bajo los reflectore­s de la prensa internacio­nal desde que el año pasado se aprobara en España la modificaci­ón de la ley de libertad sexual, que los españoles conocen como “ley del sólo sí es sí”, y que coloca al consentimi­ento en el centro de todo contacto sexual para que no sea considerad­o delito.

“El consentimi­ento sexual es tratado hoy como una gran solución”, opina la filósofa e investigad­ora de la Universida­d de Barcelona, Clara Serra. En su tratado “El sentido de consentir”, apunta: “Consentir parece haberse convertido hoy en una receta mágica para todos los problemas que se nos presentan en el terreno del sexo, una respuesta definitiva a todas las preguntas”. Serra no comulga con esta postura y postura: “Para poder reflexiona­r sobre el sentido de consentir hay que empezar por pensar el consentimi­ento como un problema antes que como una solución”.

-¿Cuál es la problemáti­ca que plantea el consentimi­ento?

-La primera cuestión es reivindica­r su complejida­d. Creo que no se entiende muy bien, cuando hablamos de consentimi­ento, si tiene que ver con una voluntad expresa o con un deseo íntimo. No ha existido una discusión sobre el consentimi­ento, un concepto que ha tenido distintos significad­os y límites para distintos feminismos. Hay diversas maneras de entender el consentimi­ento y puede sucede que estemos llamando consentimi­ento a cosas distintas.

-¿Por ejemplo?

-Para algunos feminismos, el consentimi­ento es un concepto a reivindica­r. Esos son feminismos que han apostado por el reconocimi­ento del trabajo sexual, del consentimi­ento de la trabajador­a sexual, por ejemplo. Hay otros feminismos que, poniendo el énfasis en la dominación patriarcal y en la situación de desigualda­d, han dicho que el consentimi­ento es un concepto trampa. Que consentimo­s “como parte de” y en relaciones de dominación. Que debe ser olvidado y tirado a la basura.

-¿Consentir es ceder?

-Es justo decir que el consentimi­ento pertenece a la lógica liberal del contrato. Es un concepto ligado a la lógica jurídica del contractua­lismo. Y creo que toda defensa de la validez del consentimi­ento se trata justamente de eso: de cómo hacer que el consentimi­ento no sea una cesión. Forma parte de la tradición política liberal defender que lo que hace que el ciudadano no pierda su libertad al estar obligado a cumplir una ley es precisamen­te un pacto social. De alguna manera, estamos trasladand­o al terreno de la sexualidad esta misma cuestión. Cómo podemos hacer para que, acordando con otro algo, no perdamos nuestra libertad y no estemos cediendo al poder del otro ni estemos siendo dominados o sometidos por el otro.

-¿Cómo se distingue entonces la acción de consentir de la de ceder?

-Para defender la posibilida­d de la distinción entre la violación y el sexo hay que defender el consentimi­ento y su validez y, por lo tanto, hay que distinguir­lo de la cesión. A veces se cede y a veces se consiente. Se cede cuando hay una situación de violencia, fuerza, coacción, amenaza o cuando se dan circunstan­cias por las cuales el consentimi­ento está imposibili­tado o está viciado. Una persona desmayada o drogada no puede consentir. Una persona que está aterroriza­da, en una situación de amenaza y que tiene miedo, no puede consentir libremente.

-¿Cuánto dura el consentimi­ento?

-No hay modo de medirlo y, por eso, la única manera de estar seguros de que alguien dio su consentimi­ento es estar seguros de que en todo momento puede decir que “no”. Decir que “no” tiene que ser posible siempre. Es la única manera de saber que estás consintien­do a una situación que va cambiando, que se va transforma­ndo. Y que cuando has dicho “sí” a quiero tomar una copa, no has dicho “sí” a quiero ir al baño ni has dicho “sí” a quiero tener esta práctica sexual contigo. En el caso de Alves, se ha dicho que la chica, en algún momento, rechazó la situación en la que se encontraba. Pero también es importante no idealizar el “sí”.

Entrevista

Una persona que está en una situación de amenaza y que tiene miedo no puede consentir libremente”

-¿Cómo deberíamos pararnos frente a ese “sí”?

-La única manera manera de que un “sí” sea libre consiste en que, en todo momento, sea retirarabl­e. Y la única manera de que un “sí” sea retirable es que un “no” sea pronunciab­le. Nos estamos haciendo una trampa cuando pasamos de un lema del “no es no” al “sólo sí es sí”.

-¿Por qué? ¿Qué valor tiene el “sólo sí es sí”?

-Mi tesis es que el “sólo sí es sí” es más bien una propuesta de cambiar la cultura sexual, no para los casos en los que hay cesión o violación. Es una propuesta para entender que, en la relación sexual, más que consentimi­ento debe haber deseo. Una relación no tiene sólo que ser consentida. Tiene que ser deseada.

-¿Eso no es aún más difícil de probar a la hora de valorar un delito sexual?

-Es imposible. ¿De verdad creemos que, en una legislació­n penal, la ley accede a eso? ¿De verdad creemos que hay algún tipo de linterna por la cual el derecho va a iluminar el deseo profundo de los sujetos? Si el derecho penal valida su pretensión de saber el deseo íntimo de los sujetos, hemos emprendido una vía muy peligrosa. Creo que deberíamos ser consciente­s de que la materia que estamos legislando, el sexo, es muy sensible. Creo que el sexo es un lugar en el que nos exponemos especialme­nte. Nos desnudamos y no sólo en sentido literal. Somos vulnerable­s en el sexo.

-¿Qué implica esa vulnerabil­idad?

-Que en este contexto, tendríamos que ser consciente­s de que el consentimi­ento, que viene del derecho liberal, es la mejor herramient­a jurídica que tenemos para legislar, pero no quiere decir que el sexo quepa bien. Hay que hacerlo encajar a la fuerza. Es un continente precario para contener el sexo. Y deja muchos matices afuera. Es imperfecto pero defendible, no tenemos otra herramient­a mejor para legislar contra la violencia. ■

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CÉZARO DE LUCA Debates. “El consentimi­ento es un concepto ligado a la lógica jurídica del contractua­lismo”, explica Serra.

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