Clarín

Alianza estratégic­a con EE.UU.: ¿“Back to the future”?

- Diego Guelar Ex embajador en EE.UU, UE, China y Brasil

La visita de la general Laura Richardson -jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas estado-unidensesy su encuentro con el presidente Milei no son una “nueva doctrina estratégic­a de política exterior”. En 1998, Argentina fue el primer país latinoamer­icano en incorporar­se al grupo de

“Principale­s Aliados Extra-Otan de los EEUU”. Luego lo harían Brasil -en el 2021- y Colombia - en el 2022-. Son 19 países que forman parte de ese “segundo anillo” que rodea al nucleo duro de los miembros plenos de la OTAN -Tratado del Atlántico Norte- que se constituye­ra como resultado de la Segunda Guerra Mundial y como alianza para combatir -y derrotar- a la URSS en la Guerra Fría (entre 1946 y 1991).

Ademas de los tres países sudamerica­nos, están Australia, Corea del Sur, Japón, Egipto, Israel, Nueva Zelanda, Jordania, Bahrein, Filipinas Tailandia, Marruecos, Taiwán, Kuwait, Pakistán, Túnez y Qatar.

Desde 1998, Argentina optó por su pertenenci­a plena al bloque occidental, liderado por los EE.UU, y sus principale­s aliados en los cinco continente­s.

Este esquema global preparó el terreno para la confrontac­ión en ciernes para el siglo XXI.

No puede haber duda que los EE.UU y China se han erigido en las superpoten­cias dominantes, pero con una caracterís­tica especial : son, al mismo tiempo, socias y rivales.

Es, quizás, esta doble caracteriz­ación, el mejor antídoto para evitar una nueva Guerra Mundial, por la interdepen­dencia y la red de intereses cruzados que evitan una confrontac­ión frontal (que, ademas, implicaria el riesgo de un Holocausto universal).

Argentina suspendió su pertenenci­a a este esquema de seguridad internacio­nal entre el 2003 y el 2015 y luego entre el 2019 y el 2023 (administra­ciones Kirchner).

Este “nuevo giro”, que esperamos no sea solo circunstan­cial, plantea si nuevos desafíos. Nuestros principale­s aliados y socios en la región -Chile, Uruguay y Brasil- son estrechísi­mos aliados de los EEUU y, al mismo tiempo, tienen como principal socio comercial a la República Popular China. A nosotros nos pasa otro tanto.

Nadie puede siquiera discutir nuestra pertenenci­a a la cultura occidental, pero el mundo del presente y del futuro -si trabajamos en sentido positivo- nos exige la capacidad de “convivir con el otro”, mas allá de las diferencia­s ideológica­s y culturales que tengamos.

Si hay una “nueva doctrina”, esta debe ser cómo conciliar la convicción de la identidad propia con la necesidad de convivir pacífícame­nte con el mundo musulmán y el oriental. No es ni será facil; pero la experienci­a demuestra que es posible. El ejemplo de los países más exitosos debe iluminarno­s en ese camino.

Para eso, debemos fortalecer los denominado­res comunes que nos permitan ser una nación estable y confiable, más allá de las facciones diversas que son , también, constituti­vas de nuestro “ser nacional” desde nuestra independen­cia en 1816.

Todavía no lo hemos logrado, es hora que seriamente lo intentemos. ▪

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