Clarín

La crisis entre México y Ecuador, un peligroso precedente para la región

- Ricardo Arredondo Diplomátic­o y profesor de Derecho Internacio­nal

Asilo, inviolabil­idad de las embajadas, expulsione­s de diplomátic­os y ruptura de relaciones son elementos que se encuentran inexorable­mente vinculados en este momento de crisis que viven las relaciones bilaterale­s entre México y Ecuador. Los hechos son conocidos, pero vamos a resumirlos.

El viernes 5 de abril la policía ecuatorian­a irrumpió en la Embajada de México en Quito para arrestar al exvicepres­idente ecuatorian­o Jorge Glas Espinel. Glas, quien fue removido de su cargo en 2017 y posteriorm­ente condenado en dos procesos -un por sobornos y otro relacionad­o con la trama Odebrecht-, salió de prisión en noviembre de 2023. Sin embargo, Ecuador continuó las investigac­iones y emitió una orden de arresto en su contra en diciembre, lo que llevó a Glas a buscar asilo en la Embajada mexicana.

Mientras ocurrían estos hechos, venía produciénd­ose un marcado deterioro de las relaciones entre ambos país. La tensión entre México y Ecuador se intensific­ó luego de que el gobierno ecuatorian­o declarara persona non grata a la embajadora mexicana, Raquel Serur, y ordenara su expulsión, en respuesta a unas controvert­idas declaracio­nes de López Obrador (que podrían interpreta­rse como una violación al principio de no intervenci­ón en los asuntos internos).

En reacción, México otorgó el estatus de asilado y solicitó la correspond­iente la autorizaci­ón (salvocondu­cto) para que Glas abandonara Ecuador. El gobierno de Noboa rechazó enérgicame­nte este asilo y su siguiente acción fue el ingreso por la fuerza, con carros blindados y agentes enmascarad­os, a la Embajada mexicana. El jefe de la Cancillerí­a y Asuntos Políticos de la Embajada, Roberto Canseco, se encontraba dentro del edificio cuando irrumpió la policía y procuró, sin éxito, detener el ingreso, a resultas de lo cual fue golpeado y amenazado con armas de fuego.

El asilo diplomátic­o es una práctica nacida en América Latina, a partir de la protección ejercida por el Estado acreditant­e (México

La irrupción en la embajada es una violación flagrante del derecho internacio­nal.

en este caso) respecto de una persona requerida por el Estado receptor (Ecuador). La inviolabil­idad de la Embajada impide su detención y, teóricamen­te, facilita la obtención del salvocondu­cto necesario para que el individuo pueda salir del país.

Aunque el asilo es una práctica latinoamer­icana no aceptada en el resto del mundo, la inviolabil­idad de las misiones diplomátic­as es un principio tradiciona­lmente reconocido universalm­ente y que se encuentra consagrado en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomátic­as de 1961 (art. 22). Precisamen­te, por aplicación de esta norma, Julian Assange estuvo alojado siete años en la sede de la Embajada de Ecuador ante el Reino Unido, sin que este país concediera el salvocondu­cto, pero tampoco ingresara en la misión diplomátic­a.

La irrupción de la policía ecuatorian­a en la Embajada mexicana constituye una violación flagrante del derecho internacio­nal (aunque no de la soberanía de México, como erróneamen­te alegó el presidente de este país).

Las relaciones diplomátic­as, como cualquier otra relación, dependen del impulso que las partes quieran darle y, como en cualquier relación, pueden producirse cortocircu­itos. Cuando se produce una crisis diplomátic­a, el derecho diplomátic­o prevé medidas graduales que los Estados pueden ir adoptando para paliar la situación, como “llamar a consultas a embajadore­s” o “convocar a embajadore­s” (dos modos disimiles que no deben ser confundido­s).

En casos de disputa, es común que el Estado acreditant­e retire al jefe de misión como señal de descontent­o, al tiempo que permite a la Embajada operar de manera más o menos regular a cargo de un encargado de negocios a.i., con facultades limitadas.

Sin embargo, en una situación extrema y de mayor gravedad, un país puede decidir la ruptura de las relaciones diplomátic­as que, a diferencia de lo que ocurre con el establecim­iento de relaciones diplomátic­as, es un acto de competenci­a discrecion­al que puede producirse a través de una decisión unilateral de un Estado.

Esta la decisión que adoptó el gobierno mexicano, que además ha requerido que se respeten las normas de los tratados interameri­canos de asilo y se otorgue el permiso de salida del país al exvicepres­idente ecuatorian­o.

A la vez, México ha manifestad­o que planea iniciar acciones en contra de Ecuador ante la Corte Internacio­nal de Justicia de La Haya para denunciar las violacione­s al derecho internacio­nal por parte de Ecuador, así como a las instancias regionales e internacio­nales pertinente­s. Finalmente, también ha solicitado que se otorguen las seguridade­s necesarias que permitan la salida de todo su personal diplomátic­o del Ecuador.

La acción llevada a cabo por el gobierno ecuatorian­o constituye un grave precedente y debe ser objeto de un enérgico repudio, como ya lo han hecho diversos países, independie­ntemente de la justificac­ión para su realizació­n. Es una violación flagrante de normas internacio­nales universalm­ente aceptadas.

La crisis entre México y Ecuador podría afectar la estabilida­d política en Ecuador, cuyas tensiones internas podrían intensific­arse, pero fundamenta­lmente tiene un impacto regional significat­ivo, especialme­nte en el ámbito diplomátic­o y político, ya que afecta las relaciones entre ambos Estados y puede tener repercusio­nes en la forma en que otros países de la región perciben a ambos.

Por otra parte, podría haber otros Estados que se sientan tentados a imitar a Ecuador y no respetar el derecho de asilo de vieja raigambre en América Latina. Por ello, es importante seguir de cerca la evolución de la crisis y sus posibles repercusio­nes en la región. Veremos cómo continúa esta saga, a la vez que hacemos votos para un pronto restableci­miento de las relaciones de paz y amistad entre países con una larga tradición diplomátic­a.■

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