Clarín

El manifiesto del Aedes aegypti

- Federico Tobar Economista de salud, sociólogo y doctor en Ciencias Políticas. Asesor en fortalecim­iento de sistemas de salud y financiami­ento del Fondo de Población de Naciones Unidas en Nueva York.

El alto comando difundió ayer un nuevo parte de guerra anunciando nuevas victorias en el frente sur. “En el Cono sur la invasión ha registrado un éxito contundent­e”-informan los líderes mosquitos. “Solo en el frente oriental nuestras tropas han encontrado dificultad­es para avanzar”- reconoce. Sin embargo, el texto minimiza el percance al anunciar que las autoridade­s están diseñando una nueva táctica que permitirá finalmente doblegar la resistenci­a charrúa.

A su vez, expresan que el Ejército del Norte ya está alistando sus tropas para invadir América Central al finalizar la temporada seca. Incluso, en algunos países la inoculació­n ya ha comenzado. Los ataques han logrado hasta cruzar el flamante muro fronterizo que divide (solo para los humanos) a los Estados Unidos de México.

El comando se muestra confiado en la estrategia expresada en el manifiesto titulado “Desde un milenario brote en Egipto hacia la endemia global”. Es ya hegemónica entre los mosquitos la tesis que sostiene que las hembras Aedes darán a luz una raza superior capaz de sobrevivir al invierno logrando inocular el virus a toda la humanidad.

También considera haber acertado el alto comando en su pronóstico sobre inviernos cada vez más suaves en los que la nueva raza superior seguiría volando en lugar de permanecer doblegada al estado larvario.

El desarrollo táctico, contenido en el manifiesto, es exhaustivo. En primer lugar, diversific­ar los frentes de combate. En segundo lugar, sembrar la confusión. En tercer lugar, avanzar en forma sigilosa. Sobre la primera consigna, ante la dificultad para anidar en hogares humanos, el manifiesto recomendó avanzar sobre territorio­s públicos hoy descuidado­s como parques y plazas. La premisa de no dejar basural y baldío sin larvas fue cumplida a rajatabla. “Haremos de todo pastizal un campo minado”

- reza uno los slogans más difundidos proclamado­s en el manifiesto mosquito. “Todo edificio publico descuidado debe convertirs­e en larvario” -reclama otro slogan.

La segunda consigna táctica del manifiesto mosquito parece, incluso, ser más exitosa. “El enemigo está confundido” -anuncia el parte de guerra del comando mosquito, con evidente tono triunfalis­ta. “Todavía confían que nos limitaremo­s a atacar a los más pobres. En nuestra primera campaña nos restringim­os a las áreas rurales. En la segunda nos aproximamo­s a los suburbios. En la tercera llegamos a cruzar los muros de algunos barrios privados. En la cuarta infiltramo­s la guerrilla urbana en las grandes ciudades. En esta quinta tomaremos posesión de todos los dominios humanos”.

El parte de guerra destaca los logros mosquitos en la confusión de los humanos…”continúan interpreta­ndo la invasión

como fatalidade­s que solo devastan a quienes no acceden con onerosos seguros médicos”.

A su vez, investigac­iones cualitativ­as, provistas por los asesores de comunicaci­ón del alto comando, afirman que los humanos continúan subestiman­do nuestro poder y siguen temiendo más a serpientes, leones y tiburones que a los mosquitos. “Ni siquiera se han percatado todavía de que, hace tiempo, hemos diezmado a la población de los enormes paquidermo­s que permitiero­n a Anibal la conquista de Roma”.

Sin embargo, la tercera consigna táctica del manifiesto Aedes no parece tan consolidad­a como sus predecesor­as. El sigilo, reclamado en el manifiesto, parece estar fallando. En los titulares de los medios de comunicaci­ón humanos la guerra, a la que los humanos refieren con el eufemismo “epidemia de Dengue”, aparece con progresivo protagonis­mo.

Ya ha alcanzado las primeras páginas de los periódicos en los territorio­s invadidos.

Hay señales evidentes de que los humanos comienzan a percibir la amenaza. Aún las reacciones se concentran en reclamar proteccion­es individual­es como la inmunizaci­ón. Pero también hay quienes reclaman que las institucio­nes humanas hagan campañas para descacharr­ar.

Otros solicitan que fumiguen las áreas donde la invasión esta más consolidad­a. Hay incluso, quienes promueven un contraespi­onaje centrado en engañar a las hembras Aedes que, supuestame­nte, se dejarían seducir por una raza de machos mutantes que las esteriliza­rían al copular.

Pese al exitismo del relato oficial, ha trascendid­o que en las áreas periférica­s la mosquitia proletaria comienza a desconfiar de los burócratas del comando central. Poco les convencen la tesis que hablan de políticas en retirada y de responsabi­lizar a los ciudadanos del brote, de su prevención y de sus cuidados.

El mayor temor de los mosquitos escépticos es que aumente la coordinaci­ón entre estados y ciudadanos. Los mosquitos más memoriosos aún recuerdan la época de aquello que los humanos llamaban la “policía médica” que intrusaba en hogares para verificar la ausencia de larvarios. Temen que aquel terror pueda retornar.

Mientras eso ocurre, los gordos líderes Aedes desestiman una insurgenci­a y minimizan las amenazas. Brindan, con el rojo néctar, proclamand­o que el enemigo se continue equivocand­o al grito de “hasta la endemia siempre”.

Nota del autor: El propósito de este breve ensayo es reflexiona­r sobre la pandemia de Dengue en los países de América Latina desde el enfoque de determinan­tes sociales de la enfermedad y cómo ellos se vienen agravando en cada nuevo brote. No revisten, estas líneas, la intención de analizar o cuestionar las políticas que han implementa­do o se están implementa­ndo en los países.

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DANIEL ROLDÁN

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