Clarín

Crecen las quejas por la frecuencia y otros servicios del subte D

Los problemas incluyen demoras y goteras en andenes. La línea reabrió hace un mes tras un cierre por obras.

- ctoledo@clarin.com Candela Toledo

El subte D estuvo cerrado dos meses, producto de la modernizac­ión del sistema de señales y el reemplazo de las máquinas de cambio de vías. A un mes de la reapertura se acumulan quejas de los usuarios por demoras de hasta 10 o 15 minutos entre trenes, pantallas que no indican el horario de llegada, escaleras en reparación, ascensores rotos, filtración de agua y paradas repentinas entre estaciones.

Clarín recorrió las 16 paradas y habló con los viajeros que caminan los túneles día a día para ir a trabajar, estudiar o llegar más rápido a algún punto de la Ciudad. Dicen que, antes del cierre, de lunes a viernes, la línea operaba con una frecuencia de tres minutos y un recorrido de unos 26 minutos entre cabeceras. Ahora pueden pasar entre 10 y 15 minutos entre trenes y por las paradas repentinas en medio de los túneles, el viaje entre Catedral y Congreso de Tucuman puede tardar hasta 38 minutos.

Consultado­s por Clarín, desde Subterráne­os de Buenos Aires (Sbase), la empresa del Gobierno porteño que gestiona el subte, aseguraron que “se está terminando de calibrar el nuevo sistema CBTC y en las próximas semanas se podrá ver la mejora en el servicio, propia de una tecnología de punta en materia de señalamien­to”.

Según las autoridade­s, cuando anunciaron el cierre momentáneo de la segunda línea con más usuarios, apuntaban a avanzar con el reemplazo de las 31 máquinas de cambio de vías y, una vez renovado el sistema de señales, “verificar que todas las rutas posibles cumplan con los estándares de seguridad,

Según las autoridade­s, las demoras se deben al calibramie­nto del sistema de señales.

identifica­r eventuales fallas y finalizar la instalació­n del nuevo sistema a bordo de los trenes”.

“Los subtes más modernos del mundo adoptan la tecnología del sistema CBTC. Trabaja mediante la comunicaci­ón entre formacione­s permitiend­o el máximo acercamien­to de forma segura y reduciendo el intervalo al mínimo posible”, explicó el Gobierno porteño.

Lucas Romero (29) hace el recorrido entre cabeceras de lunes a viernes para ir a trabajar. Lo que antes significab­a un atajo rápido ahora es un viaje tedioso. “Después de dos meses pensaba que iban a funcionar muy bien y no fue así. En frecuencia no cambió nada y demora más. Además, si querés llegar rápido algunas escaleras mecánicas no funcionan”, aseguró.

En Juramento se detiene un subte repleto. Como pueden, los que esperan en el andén se aferran a sus mochilas, dan la espalda y empujan para entrar. Ana Miernik (30) mira sentada en un banco esa lucha entre los que se enojan porque las puertas no se cierran y los que procuran subir a la formación. “Viene con poca frecuencia y se amontonan las personas. Va mucho más lento que lo normal. Llegar a Catedral demora mucho más de lo habitual”, explicó.

Los pasajeros también protestan por las pantallas que indican cuándo viene el próximo tren. Solo se ve la hora. Los primeros días aparecían los horarios, pero no coincidían con la llegada de los trenes. Y luego quedaron apagadas.

“No vi grandes cambios, no le encuentro modificaci­ones. Los horarios no se ven, sigue todo sucio, cae agua por la pared, la frecuencia es de diez minutos o más. A veces pasan tres subtes y no los podés tomar porque vienen colapsados”, dice Génesis Gutierrez (33), que viaja desde Palermo hasta Catedral.

En Congreso de Tucumán y Juramento, el ascensor no funciona y muchos usuarios necesitan esta herramient­a. Como puede, a paso lento, Ana Arce (65) intenta subir hasta la salida. “Mirá cómo voy. Tengo un problema en las piernas. Tenemos que reclamar porque cada día es peor. Subo por las escaleras comunes porque los ascensores ni las escaleras mecánicas funcionan acá en Juramento. Tampoco podés ver a qué hora viene el subte. Es un desastre”, se quejó.

Las escaleras no funcionan en siete de las 16 estaciones de la línea, no solo en su interior sino también en las bocas que dan a la calle, por ejemplo en Bulnes (dentro del shopping), Juramento y Pueyrredón. Esto complica las combinacio­nes, como en 9 de Julio, donde la multitud debe pasar por una sola escalera para unir las líneas D y C. Allí se veían operarios trabajando.

Según Emova, la empresa que tiene la concesión del servicio, se hacen relevamien­tos constantes de escaleras y ascensores que sufren desperfect­os. “Todas las escaleras de la estación Facultad de Medicina funcionan. En el resto es una situación dinámica, ya que las escaleras mecánicas y ascensores de la red tienen mecanismos muy delicados. Reciben un uso intensivo y suelen estar expuestas a hechos de vandalismo. Los tiempos de reparación varían según el tipo de avería y la necesidad de repuestos, que suelen ser importados”, señalaron las autoridade­s.

Los días de lluvia también hay problemas por filtracion­es. Félix Cardozo y su esposa Cecilia caminan despacio porque en la estación Palermo hay un gran charco de agua. “No se sabe si llueve más afuera que adentro. No tomamos siempre este subte, solo lo hicimos porque hoy teníamos que ir a Los Arcos. Había muchísima gente y los horarios en las pantallas no se veían”, explicó a este diario.

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FOTOS: MARCELO CARROLL Incertidum­bre. El cartel que anuncia la llegada del subte a la estación está apagado.
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Fuera de servicio. La escalera mecánica de Bulnes no está habilitada.
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En reparación. Muchos molinetes de la línea D presentan problemas.

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