Milei, Benegas Lynch y el dolor de los tiros en el pie
Difícil que un gobierno no se pegue alguna vez un tiro -o varios- en el pie. El problema es cuando los balazos se acumulan y dificultan el mantenerse parados. Que lo diga sino Alberto Fernández, que elevó el autoflagelo
no forzado a categoría de arte.
La gestión de Milei no es la excepción. De la defensa del trabajo infantil por parte del diputado Benegas Lynch (nieto), a la cita del propio Presidente de números inventados en una cuenta fake de X, a este ritmo los libertarios podrían llegar a liderar el ranking histórico.
El episodio del Jumbo Bot revela una ligereza imperdonable. Recordemos: esa cuenta de la ex Twitter reflejaba supuestas bajas de precios en esa cadena de supermercados, a tal punto que el ministro Caputo se ufanó ante Joni Viale de que “está dando -5%”. Algo parecido hizo Milei con Alejandro Fantino.
Lamentablemente, era todo mentira. “Esta cuenta es un experimento social. Nunca analizó precios, ni existió ningún bot”, aclararon sus responsables. Una jodita para Tinelli, hubieran dicho antes. Tanto Caputo como Milei deberían saber que no se debe confiar en lo que dicen las redes. Sobre todo, deberían aprender que ser funcionarios los obliga a ser más cuidadosos con lo que dicen y repiten. Si fueran igualmente superficiales con otras cuestiones sería directamente peligroso. El sincericidio de Bertie es peor.
“Yo no creo en la obligatoriedad de la educación. (...) Muchas veces puede pasar que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller trabajando”, dijo Alberto Tiburcio Benegas Lynch (n).
Al legislador libertario lo defendió su padre, Alberto Benegas Lynch (h). “Como decía Lincoln, cuando era chico debía ayudar en el bosque y luego hachar para sobrevilos vir. Si lo hubieran obligado a ir al colegio no hubiera sido presidente ni nada, porque hubiera perecido”, escribió el economista y
uno de los próceres del Presidente. Y, como haría más tarde Milei, sostuvo que a su “querido Bertie” lo sacaron de contexto.
Sin embargo, como queda claro por la historia que citó de Lincoln, en verdad Benegas Lynch (h) piensa lo mismo que su hijo, Benegas Lynch (n). ¿Cuál sería el contexto correcto? La idea de los Benegas Lynch, como recordaron desde todo el arco político, choca con la ley 1420 de educación obligatoria impulsada por uno de los íconos de este gobierno, Julio Argentino Roca.
La educación obligatoria se impuso por liberales que cimentaron el país, entre ellos Roca, Avellaneda y obviamente Sarmiento. Ellos ya entendían algo que hoy prueban las estadísticas: los países ricos
son los mejor educados. Siempre. El affaire Benegas dejó en evidencia otra concepción complicada del Presidente. Milei primero opinó que la frase de su diputado era “desafortunada”, pero no lo condenó abiertamente. Sostuvo uno de sus grandes hits: “Los liberales no somos manada y cada cual tiene su opinión”. Es una frase con trampa: suena bien, pero sirve para justificar, literalmente, cualquier cosa. El Presidente, además, aprovechó para alegar contra el periodismo. “Hay medios a los que no hay que ir”, dijo. Una definición inquietante. Más allá de ciertos militantes que ejercen el periodismo, no hay que olvidar que lo más básico para ejercer esta profesión es hacer preguntas incómodas.
A nadie le gustan, pero son esenciales.
No hay gobierno inmune al autoflagelo, pero la gestión actual viene en racha.