Clarín

Silvia Freire vive el duelo por la muerte de su marido recorriend­o el país

Colaborado­ra de Rolando Hanglin en radio y del canal KZO, se define como una motivadora positiva.

- Graciela Guiñazú

Especial para Clarín

Adrenalina es una de las primeras palabras que se le cruzó a Silvia Freire el 18 de julio pasado cuando murió Alberto Varela, su marido y su gran compañero durante más de cuarenta años. Experta en manejar emociones de manera positiva en libros, radio y televisión, supo que al duelo sólo podía atravesarl­o de frente. Dejó atrás su trabajo y su casa, y salió a rodar la vida al volante de “Merceditas”, su flamante motorhome.

Recorrió con su “Tour resiliente” buena parte de las rutas argentinas, ofreciendo charlas gratuitas, talleres y encuentros que le hacen bien a ella y a quienes la escuchan. En septiembre iniciará la etapa europea, pero antes tiene otros planes en su camino sanador: el 20 de abril presenta su libro Prohibido tener hijos (a menos que te capacites) y el 5 de mayo estrena en el canal Metro el programa Exit. La salida es hacia adentro.

Ella es reconocida por llamar a las cosas por su nombre y por su pragmatism­o. Lejos de compadecer­se de su destino cruel irrumpió en el universo mediático hace 28 años con su libro ¡Avivate! Los Reyes son los padres en el programa RH+ de Rolando Hanglin, por radio Continenta­l. Y ya no paró.

Columnista y conductora de radio y televisión, recuerda que hasta 2019, cuando su marido, se enfermó estaba a full en canal KZO, en los programas Las rubias, Gossip y Mañanas nuestras. A principios de 2023 decidió “colgar” todo y solo se quedó en El show del problema (Canal 9) y en radio con Hanglin: “Llegué a salir por teléfono desde del Hospital Italiano, donde estaba internado Beto, mi marido”.

-¿Cómo surgió la idea de comprar un motorhome y subirte a él para llevar por el país y por el mundo tu propia historia de resilienci­a?

-Creo que fue cuando mi marido estaba en coma. Estaba a su lado y sentía la responsabi­lidad de transmitir­le que estaba armándome una vida. Tuve mucha suerte, porque meses antes había intentado suicidarse un ser querido y vi a esta persona internada tres meses en un neuropsiqu­iátrico y me dije: “Esa no es una opción”.

Entonces hay que vivir, sí, pero yo no sabía cómo iba a ser sin Beto,

porque pasé toda mi vida al lado de un hombre al que amaba profundame­nte y perderlo era una cosa muy fuerte.

Y cuando estaba mirándolo, viendo cómo se apagaba, sentí la responsabi­lidad de dejarle en claro que “Yo voy a tener una vida”. El último año fue feo, porque estuvo muy deteriorad­o y triste, pero, aunque los dos éramos grandes fingidores de alegría, él se daba cuenta de todo y un día me preguntó: “¿Qué vida te voy a dar?”. Por eso ahora yo le digo todo el tiempo: “Mirá la vida que me das”.

-¿Por qué irte fue tu opción?

-Cuando murió dije: “Yo me voy de acá”. Y después pensé: ¿Y si lo dinamito y lo cambio todo?”. Con esa premisa me compré el motorhome y me fui de gira.

-¿Conducís vos?

-Sí, a veces alternando con Marisol, mi asistente, y su novio Leandro, que le presenté cuando él era mi operador técnico en Radio Belgrano, porque soy muy ganchera (se ríe), en eso salgo a mi mamá. Y en algún momento, como la gente sueña con tener un motorhome, se quieren sumar. Cuando pasé por Córdoba se subió un matrimonio de alumnos, y en otro momento mis compadres y fui con ellos a San Juan y a Mendoza.

-Estás aplicando aquello que difundiste tantos años y lo hacés a corazón abierto.

-Porque este tour nació del dolor, pero sobre todo desde el amor. Conocí a mi marido en el Comercial 30 de Villa Luro. Nos amamos desde el primer día, salimos en cuarto y quinto año intensamen­te, estábamos mucho tiempo juntos, pero terminó el secundario y se terminó el noviazgo. Fue algo tácito, ni siquiera sabíamos por qué, creo que tuvo que ver con que fuimos a buscar experienci­as, y en 1982, en un momento de esa peregrinac­ión, nos volvimos a juntar y dijimos: “Como vos no hay. Como vos, tampoco”. Y en 1986 nos casamos.

Por eso me resulta tan difícil su muerte, porque nosotros estuvimos más de 40 años uno al lado del otro. Él pensaba muchísimo en el futuro, era un capricorni­ano muy cerebral, responsabl­e, fiel, honesto y adorable.

Me lo dijo claramente antes de morir: “Silvia todo lo que hice desde que te conozco fue para verte feliz”. Por eso le prometí: “Te aseguro que me voy a seguir riendo, que todo lo voy a hacer pensando que estás al lado mío mirándome, esperando que me ría, no que llore”. Así que desde julio lo que hago es administra­r el llanto. Nuestros muertos amados deben sentir mucha impotencia por vernos llorar.

-Ahora presentás “Prohibido tener hijos (a menos que te capacites)”. Y ustedes no los tuvieron...

- Yo hablo de no tenerlos, hablo de tomar la decisión de no tener un hijo o de capacitart­e para no hacerles daño impunement­e. Nosotros no quisimos, porque los primeros siete años no nos llevábamos bien y fuimos muy consciente­s de esa situación.

Y después en un estudio de rutina descubrier­on que tenía la trompa tapada por un aborto que habíamos hecho cuando éramos novios, la quisieron destapar sin anestesia y fue tan doloroso, que salí y le dije: “Gordo, si esto va a ser así, no quiero tener hijos”. Me dijo: “Yo no quiero tenerlos, así que por mí no te hagas problema”.

Lo cuento porque esta libertad de poder decir todo también se la debo a él, porque no tengo problema, no tengo más intimidad. No tengo cama, por ejemplo, decidí no tener más cama.

-Desde el 5 de mayo, los domingos a las 21.30, empieza “Exit, la salida es hacia adentro”, tu nuevo programa de Canal Metro, ¿vas a hablar de todo esto?

-Sí, el motivador es ¿qué querés y no tenés?, ¿qué querés y todavía no lograste? Porque lo que valoro de esta libertad que tengo es que Beto está detrás, yo no hubiera podido hacer nada de lo que hago si él no estuviera detrás.w

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Merceditas. Así se llama el motorhome con el que viaja junto a las cenizas de su gran amor, Alberto.

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