El Gobierno evita descalificar a la CGT y busca frenar el paro
Desde la Casa Rosada bajaron línea a los ministros para que no repudien a nivel personal a los gremialistas y se limiten a cuestionar la huelga.
La negociación está abierta. Con esta premisa, a pesar de que admiten que “sorprendió” la convocatoria de la CGT a un paro general
para el 9 de mayo al día siguiente de que se retomara el diálogo institucional, el Gobierno confía en poder revertir la medida de fuerza. Tanto que la orden que partió desde la Casa Rosada hacia el Gabinete y al aparato comunicacional libertario fue criticar la decisión de los gremios pero mantener las formas y no desatar una cruzada personal “con nombre y apellido”.
El primero en seguir la estrategia fue el presidente Javier Milei, quien en su última jornada en Estados Unidos se enfocó en la cumbre con Elon Musk y se corrió de opinar sobre los gremios. Tampoco se hizo eco de tuits con agravios hacia la cúpula de la central obrera, como sí ocurrió en otras ocasiones. Quienes hablaron con el mandatario en las últimas horas confiaron a Clarín que lo escucharon “tranquilo” y convencido de mantenerse en una estrategia dialoguista: “No nos cambia nada, el plan se mantiene, ir o no a un paro es una decisión de ellos y que le tendrán que explicar a sus afiliados”, dicen en el entorno presidencial.
La táctica de calmar las aguas fue un contraste con lo que se había escuchado el jueves, al menos fuera de micrófono. Es que la primera reacción oficial había sido cuestionar muy fuertemente el paro general. Acaso por el efecto sorpresa, desde el Gobierno hablaron de una “traición” de los sindicalistas y consideraron “extorsiva” la medida. “De la noche a la mañana cambiaron de opinión”, reprochaban, en alusión al tono amable de la cumbre que habían mantenido en la Casa Rosada. “No se puede negociar
con esta gente, es la fábula de la rana y el escorpión”, graficaba una alta fuente del Gobierno.
Sin embargo nadie lo dijo públicamente, porque todavía no tenían muy claro lo que había ocurrido en la cumbre de la CGT.
El asesor Santiago Caputo, que estuvo en la reunión con los sindicalistas a pesar de que no fue incluido en el listado de presentes
que circuló el Gobierno por su intención de mantener un extremo perfil bajo, dio la orden de no tensar más el vínculo y a quienes hablaran públicamente les encomendó “evitar descalificaciones” personales y enfocarse en “cuestionar el paro”. “No se ataca con nombre y apellido”, fue el mensaje, confió un alto funcionario.
Así, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien tiene bajo su órbita al secretario de Trabajo, Julio Cordero, optó por no confrontar y guardó silencio. El resto del Gabinete contuvo las ganas de cruzar a Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano.
El que llevó la palabra oficial fue Guillermo Francos, quien recuperó el diálogo con la CGT en las últimas semanas, luego de que el vínculo se congelara cuando Milei avanzó con el mega DNU. Pese al desplante, el ministro del Interior insistió con su convocatoria al diálogo: “Nosotros vamos a conversar en estos días seguramente con ellos nuevamente para analizar las propuestas que nos han hecho otros sectores políticos”, apuntó. No está claro si será en forma presencial ó telefónica.
Y hay optimismo en poder acercar posiciones. “La reforma (laboral) no contiene nada que les genere espanto. Si resolvemos el tema con Camioneros, los duros se quedan sin excusas y los más dialoguistas tienen forma de patear el paro”, argumentan en el Gobierno.
“Nosotros queremos tener una relación constructiva con el sindicalismo”, agregan.
Como contó Clarín, Caputo les transmitió en la reunión del miércoles a los sindicalistas que “no hay una decisión de tener un enfrentamiento ideológico ni intención de demonizar a los sindicatos”.
Con todo, en el Gobierno no le ponen fecha límite a la negociación con los gremios: “Hay tiempo, falta mucho. Ellos tampoco parecen estar muy apurados. Nuestra prioridad igual es avanzar con la reforma que presentamos en la Ley Bases y el proyecto que presentaron los radicales”, plantearon desde el Gabinete. ■
“La reforma laboral no contiene nada que espante a la CGT”.