“El concepto de justicia social está lejos de ideologías comunistas”
Existe una idea muy difundida por funcionarios del Gobierno e incluso por el mismo Presidente con connotaciones muy negativas sobre el concepto de justicia social. Básicamente la consideran un justificativo político al intervencionismo y a la corrupción. Asocian este concepto al peronismo, a los “gordos” de la dirigencia sindical, a las organizaciones piqueteras, etc. Para el Gobierno, la Justicia Social es un robo y forma parte de un entramado ideológico-político denominado pobrismo que estuvo vigente en la decadencia argentina de los últimos años.
Sin embargo, es cierto los altos niveles de ineficiencia, corrupción de muchos dirigentes que dicen ser acérrimos defensores de modelos económicos de inclusión y justicia social. Pero la cuestión es que esa realidad de la corrupción y de la manipulación política forma parte de una dinámica de poder que resignifica y utiliza conceptos justos para sus fines siniestros. O sea, que muchos dirigentes políticos y sociales que pregonan la Justicia Social sean corruptos y “fabricantes de pobres”, no implica que el concepto de Justicia Social sea erróneo o tenga connotaciones negativas.
El Catecismo de la Iglesia Católica en su punto 1928 nos dice que la sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones que permiten a las asociaciones y a cada uno conseguir lo que les es debido según su naturaleza y su vocación. La justicia social está ligada al bien común y al ejercicio de la autoridad.
Lo que queda claro es que los movimientos sociales y espacios políticos argentinos que en la actualidad defienden la justicia social, nada tienen que ver con el genuino concepto. Sus ideologías están lejos de los documentos políticos en donde se originó la idea sobre la justicia social.
La justicia social es un concepto católico que implica una visión de la sociedad, del trabajo, de las necesidades materiales, del gobierno y de las personas, muy diversa a las ideologías imperantes en la Argentina actual. Para el filósofo Jean Madiran la expresión tan corriente hoy día de justicia social es una invención católica, pero una invención reciente.
Es solamente Pío XI, quien la ha introducido en los documentos pontificales. Según sus propias palabras: “Es necesario, por ello, que las riquezas, que se van aumentando constantemente merced al desarrollo económico-social, se distribuyan entre cada una de las personas y clases de hombres, de modo que quede a salvo esa común utilidad de todos, tan alabada por León XIII, o, con otras palabras, que se conserve inmune el bien común de toda la sociedad”.
Por lo tanto, el argumento simplista en contra de la justicia social desconoce que toda actividad humana, entre ellas la economía, obedece, además de a sus propias leyes, a principios morales que son propios de la naturaleza humana y su dignidad. Si la propiedad privada es beneficiosa para el ser humano no lo es por el hecho egoísta o individualista del lucro. Lo es porque constituye una manera de construir las bases de una sociedad equitativa y en donde el bien común rige las relaciones sociales.
En Argentina tuvimos varios pensadores e intelectuales que plasmaron en sus ideas la justicia social. Un ejemplo de ello fue el abogado y filósofo Carlos Saccheri asesinado por el ERP. Queda claro que este concepto está muy lejos de pertenecer a ideologías colectivistas y comunistas, como dicen desde el Gobierno.
En fin, confundir corrupción, mafia, malversación de fondos públicos, clientelismo, fomento de la pobreza, con la idea de justicia social es un sesgo ideológico que pone en evidencia un “espíritu” de confrontación y violencia simbólica.
Todo ello nos lleva inexorablemente a la profundización de la conflictividad social y alejarnos de la conformación de un ordenamiento social justo y equitativo.
Esperemos que esta especie de “esquizofrenia ideológica” cese y se abran puentes a la razón, característica distintiva de los seres humanos.