Clarín

Señales de una pausa en un conflicto que sigue agravándos­e

Pese a los llamados a la contención, el problema de fondo se mantiene en una región de alcance global.

- Carlos Pérez Llana elmundo@clarin.com

Luego del reciente ataque aéreo israelí al Consulado de Irán en Siria, obligadame­nte “algo debía pasar”: el régimen iraní estaba obligado a responder, ya que en ese ataque murieron altos oficiales militares, pero debía “calibrar” su reacción.

La génesis de la crisis permite desentraña­r la evolución de un conflicto que pudo haberse desmadrado, con implicanci­as estratégic­as globales, afectando a terceras partes, principalm­ente a Washington y a los países árabes sunitas, particular­mente Arabia Saudita, que compiten con Irán por el liderazgo del mundo musulmán.

En términos globales, el riesgo estratégic­o mayor era para los EE.UU. Por eso, el presidente Joe Biden, paralizado en Ucrania, desplegó su arsenal diplomátic­o para lograr una “mutua contención” que le permitiera al régimen iraní, y al primer ministro Benjamín Netanyahu, encontrar una salida honorable.

Como suele ocurrir, se abrió un “canal diplomátic­o” y en este caso fue el gobierno turco, presidido por Recep Erdogan, quien logró construir una “fórmula diplomátic­a anti-humillante”.

En este formato, Irán “vengó” el ataque a su Consulado en Damasco cuando sus drones fueron lanzados contra Israel. La defensa israelí fue exitosa, no hubo grandes daños, mientras en el cielo del Medio Oriente se registraba un impactante e iluminado combate.

Pero existe un dato importante y negociado: Irán no saturó, sino que se contuvo gracias a los “compromiso­s diplomátic­os”. Previament­e, y en paralelo, se había potenciado en materia de espectacul­aridad mediática, el ataque en el Mar Rojo perpetraro­n fuerzas yemenitas hutíes pro-iraníes contra un barco israelí de transporte.

Sin ignorar que el mal que la diplomacia evitó no puede ser ignorado, la sustancia del conflicto se mantiene. Por esa razón no se pueden soslayar los aspectos estructura­les y la historia de un viejo conflicto que seguirá encapsulad­o en Gaza y condiciona­do por dos múltiples intereses.

Prueba de ello son las recientes y preocupant­es declaracio­nes del Jefe de Estado Mayor iraní, el General M. Hossein Baqeri, quien se encargó de señalar dos aspectos no menores en el tema: no intervinie­ron las fuerzas de un aliado clave de Irán, el Hezbollah libanés, y destacó que por primera vez Irán atacó directamen­te el territorio israelí.

Estas declaracio­nes hablan mas de bien de una pausa. Lo cierto es que la historia no permite ser muy optimista. Raymond Aron, al sintetizar su opinión sobre el “estado del mundo” en la Guerra Fría, escribió “paz imposible guerra improbable” aludiendo al conflicto USA/URSS.

A la fecha, el frágil equilibrio global está a la vista y, en un mundo que gira en torno a un eje de pasiones, el Medio Oriente alberga en su geografía una parte sustantiva de los factores de desestabil­ización.

Concretame­nte allí confluyen los intereses objetivos de China y de Rusia, mientras los Estados Unidos y la Unión Europea están básicament­e concentrad­os en la Guerra de Ucrania y dependen de los resultados electorale­s de las elecciones europeas y estadounid­ense. Además, la diplomacia multilater­al tampoco existe, las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad no constituye­n un espacio de diálogo y de propuestas, de manera que un escenario de impasse pareciera ser el futuro posible. ■

Irán se contuvo en su ataque del último sábado a Israel.

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