Crónica de una réplica militar anunciada
Irán avisó dos días antes de su ataque a Israel. Y sus drones demoraron 9 horas en dar en sus blancos.
Gabriel García Márquez, en su novela Crónica de una muerte anunciada, nos relata el caso de 2 hermanos de la familia Vicario que deciden vengar la ofensa del honor de su familia por un vecino que llevó a la pérdida de virginidad de su hermana. La represalia anunciada de Irán por el ataque israelí a su consulado en Damasco tiene un punto de similitud junto a marcadas diferencias con el relato central de la novela del colombiano.
Los hermanos Vicario anunciaron a la mayoría del pueblo donde vivían su intención de matar al vecino, aunque se preocuparon que la víctima no se enterara hasta su muerte. También Irán se preocupó en divulgar previamente su intención de represalia, pero fue mucho más allá, con un resultado significativamente más benigno hacia la víctima de la represalia. A diferencia de los hermanos Vicario, Irán no mantuvo en secreto de la víctima su intención, ni tampoco el momento de llevarla a cabo.
A diferencia del sorpresivo ataque israelí en la capital siria, los servicios no tan secretos del país persa se preocuparon de que sus colegas de EE.UU. comprendieran con 48 horas de anticipación que Irán se proponía llevar a cabo una represalia contra Israel. Tal es así que el presidente Biden canceló su descanso de fin de semana para analizar con sus asesores el inminente ataque iraní a Israel casi doce horas antes de su inicio.
Pero aquí no terminan los esfuerzos iraníes en facilitar a Israel la defensa ante su represalia. Nada de sorpresas para dificultar su tarea. Sabiendo que los sensores de los satélites de EE.UU. pueden captar a tiempo real todo lanzamiento, los iraníes se preocuparon de comenzar el ataque con el despegue de un enjambre de cientos de drones, cuyo tiempo de vuelo a Israel se estima entre 7 a 9 horas de vuelo, tiempo de alerta a Israel. Esta decisión, en vez de comenzar con el lanzamiento de misiles de crucero (con 2 horas de vuelo) o misiles balísticos (12 minutos de vuelo), permitió a los sistemas de Israel y de la coalición de EE.UU., Reino Unido, Francia y Jordania organizarse con mucho tiempo de antemano con su flota de aviones y sistemas de defensa aérea.
Más aún, los últimos 6 meses de choques entre Israel y los denominados proxy de Irán en la región – Hezbollah en el Líbano, hutíes en Yemen y otras milicias en Irak- permitieron el perfeccionamiento de los sistemas de defensa aérea israelíes de manera que prácticamente hoy hermetizan sus cielos.
El resultado ya es conocido y de alguna manera previsto. La intervención de la coalición que apoya a Israel con sus aviones y sistemas de defensa aérea lograron interceptar y derribar el 99% de los drones y misiles lanzados por Teherán. En coincidencia con esto, el jefe del Estado Mayor iraní dijo que “Irán da por terminada la operación de represalia contra Israel”
Pero la represalia israelí a la represalia iraní también pareciera escapar de los guiones amenazantes que tanto caracterizan a Israel. Oportunamente su ministro de Defensa declaró: “Un ataque iraní directo requerirá una respuesta israelí apropiada contra Irán”.
Sin embargo, pareciera que en esta ocasión estamos ante un hecho asociable a la repentina contención que Israel manifestó en 1991, ante una clara exigencia del presidente Bush (padre), frente al lanzamiento de misiles Scud por parte de Irak durante la primera guerra del Golfo de aquel año.
Según el conocido periodista Barak Ravid, después de haber frustrado exitosamente el ataque iraní, el presidente Biden mantuvo una conversación telefónica donde le expresó claramente a Netanyahu: “Hoy saliste victorioso. Confórmate con esta victoria. Estados Unidos no apoyará ni participará de un ataque israelí a Irán”. El efecto fue inmediato. La represalia a la represalia iraní se postergó y, por el momento, está sujeta a decisión del triunvirato Netanyahu y sus ministros Gantz y Galant.
Sin duda, a ambos acérrimos enemigos les gusta mostrar sus dientes, pero prefieren continuar ladrando antes que salir a un verdadero ataque. ■