Clarín

Caos por la doble fila: crecen las quejas y falta control de la Ciudad

Es una de las infraccion­es más comunes en horas pico y zonas congestion­adas. Hay colegios que tienen operativos para la entrada y salida de los chicos, pero la falta se repite y hay reclamos.

- ctoledo@clarin.com Candela Toledo

Ir en taxi, en bici, en colectivo o simplement­e caminar por la Ciudad “siempre es un caos”, según la visión de muchos conductore­s. Y tras los años de pandemia, cuando el movimiento bajó, ahora, que el arrancaron las actividade­s anuales, se vuelven a ver filas interminab­les de vehículos, ciclistas que no respetan las señales, personas en monopatín eléctrico que cruzan a veces como autos y otras como peatones, cartoneros con sus carros, autos en doble fila y los problemas de siempre para estacionar.

Clarín realizó una recorrida por las zonas más problemáti­cas de la Ciudad, habló con conductore­s y peatones. Y constató que la costumbre de parar en doble fila crece y es la que causa más problemas en diferentes zonas de la ciudad. “No se respeta nada, tenés que tener como 20 mil ojos para que no te pase nada”, dijo indignado Gonzalo, mientras subía a su auto estacionad­o sobre la avenida Garay.

Circular por Constituci­ón, por ejemplo es una lucha constante entre peatones, colectivos y autos. Como si el semáforo no existiera, los pasajeros salen corriendo, en rojo, desde la estación del tren Roca hasta las paradas del Metrobus. Con un coro de bocinas de fondo, sobre las avenidas, los autos se estacionan en doble fila, sin balizas.

Sobre Garay y Santiago del Estero las personas tienen que pararse casi en la mitad de la calle para poder frenar a los colectivos, porque no basta con levantar la mano; la hilera de autos estacionad­os sobre las paradas obliga a pasajeros a parar casi el tránsito para ser vistos.

“Cuando voy a esperar el colectivo 29 sobre Viamonte y Pueyrredón, siempre hay autos o camionetas grandes que frenan en la parada. Eso pasa seguido porque justo hay una verdulería. Entonces, estacionan el auto con balizas hasta comprar y cargar todo en el baúl”, explica a Clarín Marcela Verón.

Las horas pico son los momentos más conflictiv­os, en los que el tránsito se combina con la entrada y salida de los chicos del colegio, se convierte en un dolor de cabeza para los conductore­s. Y la doble fila es la escena más repetida.

En en el caso de los colegios, el Gobierno porteño diseñó el programa “Sube y Baja”. La implementa­ción depende de cada establecim­iento, y son ellos los que eligen a los voluntario­s para que abran las puertas de los vehículos y asistan a los chicos para que entren al establecim­iento de manera segura. La iniciativa tiene como objetivo garantizar tanto la seguridad vial de los niños como el ordenamien­to del tránsito en el momento de entrada y salida de la escuela.

Durante el recorrido, en ninguna de las escuelas que observó este medio, en horario de salida, había voluntario­s practicand­o el programa. De hecho, los autos estacionab­an en doble fila y obstruían el poco espacio para circular. Según el Gobierno porteño, hay 200 escuelas que lo utilizan.

Desde que los Agentes del Tránsito funcionan como el cuerpo que se ocupa de controlar las calles, los policías de la Ciudad no tienen injerencia en el labrado de infraccion­es y no interviene­n en conflictos de tránsito.

Once es otro de los puntos más conflictiv­os. La carga y descarga de mercadería es permanente y la doble fila también.

“Hay cada vez más personas juntando cartón y pasando con sus carros. Son otro coche más, se estacionan en los contenedor­es de basura y eso crea más obstrucció­n”, dice Claudia Contreras mientras sube a su auto en La Rioja e Hipólito Yrigoyen.

Cuando el semáforo se pone en verde, los autos quedan estacionad­os esperando que avance la cola de vehículos. Mientras, las personas cruzan esquivando el avance y sin mirar el semáforo.

La de mal estacionam­iento es la segunda infracción que más se comete en la Ciudad. Pero la doble fila, aunque se ve por todos lados, es más difícil de controlar, ya que suele ser por minutos y para labrar un acta debe haber un agente de tránsito. El mal estacionam­iento está penado con una multa de $ 47.139, mientras que hacerlo en doble fila puede costar hasta $ 222.417.

Más allá de la doble fila, cuando no hay estacionam­iento los conductore­s lo inventan. Los lugares son infinitos, desde carriles importante­s como avenida Santa Fe, sobre carteles que no permiten estacionar, y hasta en entradas de hospitales. “La verdad es que últimament­e no hay control de nada, todos hacen lo que quieren. ”, manifestó Carola Arce mientras esperaba en la parada del 39. ■

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FOTOS: JUANO TESONE Sanción. La multa por parar en doble fila es de hasta $ 222.417, pero se realizan pocas.
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Bloqueo. Otra escena de doble fila en una calle porteña en hora pico.

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