Clarín

Extraordin­ario doble programa del Ballet Contemporá­neo del San Martín

Por primera vez, la compañía actúa en el Teatro Regio, de Chacarita. Presenta “Los gestos de la sal” y “El eco de las manos”, dos atractivas piezas.

- Ballet del San Martín lfalcoff@clarin.com

●●●●● Excelente Programa: Los gestos de la sal, de

Teresa Duggan, y El eco de las manos, de Nicolás Berrueta. Directores: Andrea Chinetti y Diego Poblete. Teatro: Regio (Córdoba 6056). Jueves a domingos a las 20.

El Ballet Contemporá­neo del San Martín -que codirigen Andrea Chinetti y Diego Poblete- inauguró su temporada en un lugar inhabitual: es la primera vez que esta gran compañía se presenta en el hermoso Teatro Regio, ubicado en el límite entre los barrios de Chacarita, Colegiales y Palermo.

A esta sala llega público de muchas zonas de la ciudad, pero tiene también una identidad barrial, es decir, es un teatro que pertenece de algún modo a la gente que vive en su cercanía.

Bienvenido sea que el Ballet Contemporá­neo del San Martín tenga un espacio en otra sala del Complejo Teatral de Buenos Aires, lo que no significa, por supuesto, renunciar a su ámbito natural: el amplio y maravillos­o escenario de la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.

El programa estuvo compuesto por Los gestos de la sal, de Teresa Duggan, y El eco de las manos, de Nicolás Berrueta, obras muy diferentes en su estética, su lenguaje y los mundos que presentan.

Los gestos de la sal se basa en un cuento de la escritora argentina Alejandra Kamiya, que a su vez se había inspirado en un documental de la década del ‘50 donde se registra, en unas salinas de Venezuela, el pasaje de la extracción artesanal a la explotació­n industrial.

Duggan trasladó el relato al noroeste argentino y lo puntuó con las etapas que van atravesand­o un hombre y una mujer que se enamoran, unas rosas que aparecen un poco mágicament­e y la llegada de la hijita de la pareja.

Hay varios personajes y objetos en la obra, entre estos últimos una gran luna que sube y baja varias veces desde lo alto del escenario o una ventana que se usa de una manera fugaz.

Para quien no conozca anticipada­mente el cuento original o al menos el desarrollo de la historia, puede no resultarle fácil desentraña­r quiénes son o en todo caso, qué les ocurre a algunos de los personajes: por ejemplo, los muchachos que entran y salen, a veces con ramas en las manos, a veces un poco ocultos, a veces como simples trabajador­es.

Igualmente no es fácil comprender qué representa­n dos mujeres

con fabulosos vestidos rojos, o las dos muchachas de blanco que también aparecen intermiten­temente. Segurament­e cada espectador creará su propia historia.

Más claro es el devenir de la relación de los enamorados, Atanasio y Petra, para el que la coreógrafa eligió un tono de inocencia. Como también tiene un marco de inocencia el final, con el trabajo de parto y el nacimiento de una niñita que se llamará Rosa.

Muy sugestiva es la escena de la novia y sus amigas, unidas por hilos casi impercepti­bles, e igualmente atractivos los cuadros de evocación folclórica: el inicio de

una zamba, esbozos de un carnavalit­o; las danzas populares genuinas, sin duda, siempre tienen un eco bienhechor en quien las observa.

La voz de la propia Kamiya aparece en algunos momentos, leyendo pasajes de su cuento. Lamentable­mente no siempre pueden captarse bien sus palabras porque quedan en un segundo plano respecto de la música, creada especialme­nte por Gingo Ohno.

Una bienvenida sorpresa

En la segunda parte del programa, una gran sorpresa: la obra de Nicolás Berrueta, joven coreógrafo que desarrolló su carrera fundamenta­lmente como intérprete y que hace no demasiado tiempo se volcó a la creación.

Sobre El eco de las manos había anticipado -palabras más, palabras menos- que se refería a cómo el camino de cualquier persona puede ser modificado a partir de un simple toque: “A veces la vida nos acaricia, a veces nos golpea; a veces nuestros cuerpos y nuestras emociones se abren o se bloquean”.

Un punto de partida, si se quiere, un poco abstracto: ¿cómo transforma­r en danza esas ideas? Sin embargo, Berrueta lo logra muy plenamente, con la colaboraci­ón de Claudio Martini en el guion. Martini creó, además, la hermosa música que acompaña la obra.

Nicolás Berrueta juega con los elementos con los que construyó su obra y aquí cabe bien comentar algunas acepciones del término “juego”. Por ejemplo, jugar a las escondidas como una actividad infantil regida por el azar y unas pocas reglas básicas (buscar a quien está oculto, contar hasta cien); o jugar al póker, regido también tanto por el azar como por reglas estrictas, aunque estas son muy serias (raramente alguien se ríe en una partida de póker).

Pero volviendo al cauce de El eco de sus manos, Berrueta jugó con los elementos básicos de la danza: el espacio, el tiempo, la energía. Tan pronto el escenario está enterament­e ocupado por los doce bailarines, como va recortándo­se el solo de un intérprete de “la masa”, o

Son obras muy diferentes en su estética y lenguaje.

“El eco de las manos” no cuenta una historia, pero es muy potente.

se concentra en la secuencia de una pareja, o se suceden tres dúos en rincones inesperado­s del escenario.

En el ordenamien­to muy preciso de estos acontecimi­entos hay una mano del coreógrafo muy decidida y muy clara en sus resultados. Pero al mismo tiempo, la obra respira con mucha libertad, como si las “reglas” fueran inventándo­se a cada paso, aunque suene raro decirlo. No es que parezca que la obra se mueve por su libre albedrío -idea un poco absurda-, sino que es el coreógrafo el que logra este difícil equilibrio.

Extraordin­ario el trabajo de los doce bailarines, pero es imposible no destacar a Juan Camargo, intérprete fenomenal en todos los aspectos y una suerte de eje de la obra, y a Manuela Suárez Poch, con la que Camargo comparte varios dúos.

El eco de las manos no cuenta una historia, ni lineal ni no lineal. Pero en su devenir las emociones afloran y es allí donde reside la pura potencia de la danza.w

 ?? ?? Los gestos de la sal. La obra de Teresa Duggan está inspirada en un cuento de Alejandra Kamiya.
Los gestos de la sal. La obra de Teresa Duggan está inspirada en un cuento de Alejandra Kamiya.
 ?? ?? El eco de las manos. Se lucen Manuela Suárez Poch y Juan Camargo, un intérprete fenomenal.
El eco de las manos. Se lucen Manuela Suárez Poch y Juan Camargo, un intérprete fenomenal.

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