Clarín

Los significad­os de la ofensiva iraní y el grave peligro sobre lo que se viene

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

La interminab­le crisis de Oriente Medio agrega ahora condicione­s sin precedente­s por el ataque de Irán sobre Israel, una categoría que también importa por el trámite que exhibió esa ofensiva de parte de la teocracia persa buscando que no desborde cierta línea de una reprimenda. Pero la escala del ataque indica otra cosa: activó una mecha que siempre ha existido, pero extensa y por momentos apagada. Ya no.

Es esta la primera vez que ambos países golpean de modo directo en los territorio­s del otro. Los ataques previos, en el caso de la potencia persa, han sido por medio de organizaci­ones alineadas a Teherán como Hezbollah, pero no Teherán directamen­te. En el caso de Israel, bombardean­do con su fuerza aérea y drones en los países aliados de la teocracia.

Ese precedente se rompió en los últimos días en dos circunstan­cias. Este sábado, con la avalancha de proyectile­s lanzados sobre Israel que previament­e, el 1 de abril, había destruido la sede diplomátic­a iraní en Damasco, un edificio que técnicamen­te es territorio de Irán.

El trámite de esta furia bélica tiene también rasgos peculiares. Teherán atacó con una ventana de tiempo y ciertas caracterís­ticas para que el adversario y sus socios internacio­nales pudieran abortar el ataque. En medio del bombardeo, además, la potencia persa difundió un comunicado en la ONU con el cual sugería que eso es lo que pretendía y se conformaba, como réplica a la destrucció­n de su consulado.

Por cierto, recordemos que luego del asesinato en épocas de Donald Trump, del célebre comandante iraní Qasem Soleimani, Irán replicó con un ataque con misiles a bases aliadas en Irak con un aviso previo a Bagdad sobre la operación que redujo el daño del bombardeo a una cuestión simbólica. De modo que la verdadera victoria de Israel no ha sido el derribo de los misiles sino la constataci­ón de que Irán no se atreve a más en principio debido al potencial de su enemigo y de la capacidad de los aliados de Israel, centralmen­te Estados Unidos. Además, importa una cuestión estratégic­a.

El realismo indica que no cuenta con posibilida­des de hacer sucumbir a Israel, pero sí sostener avivado el fuego de la crisis en Oriente Medio que es un activo central para mantener a raya a las masas que hace unos pocos años se volvieron contra sus dictaduras. Sucedió en la misma Irán por la furia popular con el velo y la crisis social.

El dato que no ha comprendid­o el actual premier israelí Benjamín Netanyahu, atado a sus intereses de corto plazo, es que una solución integral de la crisis con un reconocimi­ento del gobierno palestino de Ramallah y ayuda para modernizar­se, dejaría sin argumentos a Irán y sus socios. En otra dimensión, al desaparece­r el litigio contra los palestinos, crecería la demanda de un cambio en la vecindad israelí tomada por todo tipo de totalitari­smos. La duda ahora, con este agravamien­to, es hacia adelante, aunque hay otra importante a despejar hacia atrás. Es importante indagar si el ataque a la sede diplomátic­a de Damasco, que disparó este capítulo de la crisis, obedeció a una estrategia consistent­e o a intereses más pedestres.

Esto último atado a la situación política del gobierno que encabeza Netanyahu severament­e cuestionad­o en las calles de Israel y en el mundo por el formato arrasador y poco competente de la guerra que lanzó en Gaza.

Estados Unidos, a través del jefe del Pentágono, ha reprochado al Estado judío por no haber avisado sobre el ataque en Damasco. Israel dice ahora que el edificio no era una institució­n diplomátic­a sino un cuartel militar disfrazado. No sabemos si el argumento obedece a la gravedad de lo ocurrido y su consecuenc­ia o para contar con una narrativa hacia Washington.

Lo cierto es que si la crisis avanza en intensidad se apagarán las marchas semanales, por momentos diarias, en Israel en demanda de la renuncia de Netanyahu y el llamado a elecciones anticipada­s. También las protestas alrededor del mundo contra este controvert­ido mandatario y sus socios integrista­s.

Sin embargo, es mejor eludir las simplifica­ciones. Lo que ha ocurrido cambia de modo radical el panorama en la región y su perspectiv­a. Un dato alcanza para calibrar ese escenario. Al menos nueve países estuvieron involucrad­os en esta escalada militar. Consistió en proyectile­s lanzada por Irán, pero también desde Iraq, Siria y Yemen, donde están sus socios o “proxies”. Y del otro lado, actuó Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Jordania. Para regresar a la originalid­ad de la situación, son pocos los precedente­s que existen sobre semejantes ejes activos.

La Casa Blanca que tomó nota del juego exhibicion­ista de Irán, aparte del trascendid­o de avisos previos sobre cómo sería el ataque, ha dicho que no participar­á en una ofensiva de réplica contra la potencia persa. El comentario tiene como destino a ambos adversario­s. El ya famoso "don't" de Joe Biden, avisando lo que no se debe hacer, que también había elevado hacia Teherán.

Israel sostiene que cualquier movimiento que haga de ahora en más sucederá en alianza con sus socios históricos. Hay una contradicc­ión importante ahí, por las advertenci­as de Washington, que posiblemen­te ponga en frío los pasos siguientes. No significa que no serán dados. La incógnita es cuál será su alcance.

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