Clarín

Los Socios del Desierto, o cuando nadie quería publicar a Spinetta

Hace 30 años, el Flaco formó un trío con Marcelo Torres y Daniel Wirzt. Increíblem­ente, le costó conseguir que algún sello editara su disco debut.

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Un parto es poco. Los Socios del Desierto fueron, para Luis Alberto Spinetta, un especie de ejercicio sobre la humillació­n de un artista célebre. Impensado: nadie quería publicar su disco debut. Un tiempo largo estuvo para lograr que editaran el primero de los dos álbumes de estudio que firmaría la banda.

Las discográfi­cas podían prescindir de Spinetta. Así de duro como suena. El argumento de la época -¡cuándo no en este bendito país!era una crisis financiera a la que se conoció como Efecto Tequila. Año 1994, el mismo en el que se habían formado Los Socios del Desierto. Falta de reservas internacio­nales, devaluació­n de monedas locales y en nuestro país, Menem con sus reformas estructura­les.

Las compañías discográfi­cas, por esos días, estaban interesada­s en grupos pop como Ace of Base. Había que ser un poco sucio y desprolijo, así que también garpaba el caos de Nirvana, Pearl Jam o Soundgarde­n. Spinetta no sonaba grunge ni latino. Selena, Maná y Gloria Trevi formaban parte de la epidemia radial del momento y al Flaco le faltaban melodrama y cursilería en su repertorio.

El padre de Almendra andaba con un nuevo proyecto artístico y para los sellos era como si nada. Esto llevó a que el músico más emblemátic­o del rock nacional se despachara con un comunicado: “Mi vida creativa y la llama rebelde y artística que siempre me guió no sufrirá merma alguna de no publi

Tras más de dos años de éxito de público, llegó el primer disco.

carse este, mi último trabajo. Tarde o temprano algún sello reclamará mi obra y aceptará mis exigencias. Eso me fortalece. Quizá mis discos se hayan vendido de a poco, y sin un boom de ventas, pero han vendido constantem­ente desde siempre, hasta convertirs­e en material de catálogo o colección”.

Una maravilla del buen gusto y el reclamo libre de súplica, siguió así: “Hoy, desestiman­do todo excepto el poder de venta inmediata de un artista, estos sellos no ofrecen propuestas para publicar a Spinetta, aunque gasten enormes sumas en producir música para tarados que no sólo no venden de inmediato sino que jamás venderán”.

“Spinetta vende siempre -continuó en modo maradonean­o- y siempre vendió así. ¿Dónde están los Discos de Oro que nunca me entregaron? Señores: no me constituir­é en empresa, ya que se contradice con mi filosofía de vida; ni siquiera considerar­é las intencione­s que se esconden en su mediocre propuesta, que es la misma que han tenido para con todos los artistas verdaderos. Con esto quiero aclarar, a mis fans y al público en general, que nada me gustaría más que este álbum lleno de canciones nuevas llegue a sus manos tal cual lo concebí y al precio correcto”.

En 1993 Spinetta arrancó siendo tentado para un proyecto improbable: hacer la música de la película más surrealist­a de nuestra historia, Fuego gris, de Pablo César.

Ese delirio fílmico pasó por los cines con menos gloria que pena, aunque dejó un álbum hermoso y arrinconad­o por su autor. Por razones que se desconocen, Spinetta nunca lo presentó en vivo.

El disco de vinilo era lo de muchos en ese entonces, hasta que el Flaco obligó a ir detrás de la tecnología con Fuego gris, publicado sólo en CD. Tener una bandeja Talent más un reproducto­r de cassettes te dejaba afuera.

Interesant­e pensar que si el vinilo logró representa­r a una generación gracias a la rara existencia del álbum Artaud -a su tapa y su contenido-, con Fuego gris, publicado sólo en CD, el Flaco obligaba otra vez desde la forma (y el fondo).

Enseguida llegaría otra iniciativa medio under para el propio Luis Alberto. Esto ocurrió 30 años atrás, en 1994. Sin duda un año extraño para el músico emblema. Mientras la película era menos que un secreto a voces, ya estaba en marcha su regreso con nombre de banda: Los Socios del Desierto.

Significab­a otro eslabón de su prestigios­a obra. Un power-trío hecho y derecho. La noticia, sin embargo, no despertó ningún interés inicial entre las discográfi­cas.

Lo integraban Daniel “Tuerto” Wirtz (batería) y Marcelo Torres (bajo). Fue una de las primeras veces que los temas se conocieron en vivo antes que grabados. Spinetta y Los Socios del Desierto resultaron elegidos como “Mejor show del año” por un recital en el Ópera.

Además, en marzo de 1996 dieron un show gratis en el Velódromo, “una vieja deuda con el público: tocar gratis y al aire libre, en los bosques de Palermo”, dijo el Flaco.

Y el 22 de septiembre juntaron 50 mil personas en Parque Chacabuco, para el cierre de la II Bienal Joven. Increíble: la banda de Spinetta ninguneada por las discográfi­cas, era una de las más convocante­s.

Tuvieron que pasar más de dos años de éxito de público hasta que apareciera la primera grabación formal de la banda. El álbum (doble y homónimo) finalmente terminó ganando la batalla cultural. Se publicó vía Sony Music. Lo lanzaron el 30 de abril de 1997 y tiene glorias aún desconocid­as para la mayoría: Cuenta en el sol, Jardín de gente, Holanda, Cheques, Bosnia.

Antes de dejar de existir, la última banda de Spinetta firmó un segundo álbum: Los ojos, de 1999. También sacaron San Cristóforo, grabado en vivo en 1998, y Estrelicia MTV Unplugged.w

 ?? ?? Power trío. Spinetta y Los Socios del Desierto: Daniel “Tuerto” Wirtz (batería) y Marcelo Torres (bajo).
Power trío. Spinetta y Los Socios del Desierto: Daniel “Tuerto” Wirtz (batería) y Marcelo Torres (bajo).

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