La genetista que resultó clave para la resolución del crimen
Adriana Belmonte y su marido, Diego Chomnalez guardan una gratitud “eterna” hacia la genetista que hizo posible que el crimen de su hija no quedara impune. A fines de 2021, Natalia Sandberg logró un giro radical a partir de una pista genética. Fue cuando la Policía Científica se contactó con la Dirección de Investigaciones del departamento Rocha, al que pertenece la playa del este de Uruguay donde se produjo el crimen, para anticiparles que, a partir de un ADN similar al encontrado en la mochila de Lola, se podía llegar a uno de los presuntos asesinos.
A esa altura, los rastros genéticos hallados en la escena del crimen ya habían sido cotejados cientos de veces con la base de datos del Ministerio del Interior, que tiene los ADN de los detenidos en el país, sin que arrojara ningún indicio.
Sin embargo, Sandberg sugirió profundizar el análisis del ADN y trabajar en forma separada las líneas materna y paterna. El trabajo de la profesional de 40 años, encargada del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior uruguayo, permitió llegar hasta un hombre detenido desde 2015, medio hermano de Leonardo Sena (42), presunto autor del crimen de Lola.
Tras contactarse con el detenido, los policías se acercaron a la madre de Sena, quien dijo haber tenido once hijos, uno de los cuales había sido dado en adopción a los 18 días de nacer. Una denuncia por robo radicada por Sena permitió ubicarlo y revelar detalles de sus antecedentes por violación y violencia privada. El 18 de mayo de 2022 , la Justicia ordenó allanar su casa y, si bien el sospechoso se negó a realizar la prueba de ADN, la Policía se llevó un cepillo de dientes para cotejarlo con las muestras genéticas. Los análisis confirmaron la relación de Sena con los rastros encontrados en la mochila de Lola y se dispuso la detención.
“Mi sueño siempre será mirar a los padres a la cara y decirles que lo dejamos todo. Mi motivación fue la familia. Ver el caso me conmovió muchísimo. Fue mi motor para encontrar la vuelta a ese software. Con el trabajo habitual no iba a surgir nunca, porque no estaba en la base de datos. Pasamos como equipo de trabajo un montón de frustraciones, pero nunca bajamos los brazos. El trabajo fue de hermetismo total. La idea era no andar avivando a nadie, un trabajo silencioso”, sostuvo la genetista.