Clarín

Marcha especial para las mujeres

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

La del martes fue una de las marchas más masivas desde el retorno a la democracia. Más de un millón de personas se manifestar­on en defensa de la universida­d pública en todo el país. Hubo pancartas, cánticos, batucadas, discursos y muchas postales, como el cartel de un grupo de chicas que decía “No seremos la generación que dejó morir la universida­d pública”, o la familia con cartulinas que indicaban “Papá albañil”, “Mamá ama de casa”, “Hija profesiona­l universita­ria”. La educación también es eso: la movilidad social, el avance de las mujeres. Hoy ya no es sólo “m’hijo el dotor”.

Las últimas cifras oficiales son de 2022 y muestran que hay 2.540.854 estudiante­s universita­rios en el país: 978.700 varones (38,52%) y 1.562.154 mujeres (61,48%). Seis de cada diez nuevos inscriptos son mujeres. Entre quienes egresan la diferencia es aún mayor: 52.12 varones (35,9%) y 93.416 (64,1%) mujeres.

Había muchas, muchísimas mujeres en la marcha. Ellas saben de qué trata esto de salir a las calles. Las mujeres tuvieron que pelear para que las dejaran estudiar. Empezaron por la primaria, luego el secundario. Para 1907 habían formado la Asociación de Universita­rias Argentinas. No era fácil. Ellas querían ir a la facultad mientras el Código Civil las considerab­a seres incapaces y subalterno­s de los varones. Dependían de sus padres, luego de maridos o hermanos. No podían tener bienes propios, no podían firmar documentos públicos ni hacer juicios. No tenían derechos sobre sus hijos. Ese Código fue modificado recién en 1926. Y tendrían que esperar hasta 1951 para votar por primera vez.

Como Cecilia Grierson, la mayoría de las pioneras universita­rias elegían Medicina, una carrera ligada a los cuidados que se volvió codiciada por sus buenos ingresos. Hasta que dejaron de serlo. En la actualidad Medicina tiene un 70% de estudiante­s mujeres. Los varones eligen informátic­a y tecnología, donde más se cobra hoy. Desde hace unos años hay campañas para que niñas y adolescent­es se sientan atraídas por el mundo de las ciencias y las matemática­s. Las mujeres aún no llegan al 30% de la matrícula en las carreras mejor remunerada­s, y es una de las razones por las que la brecha salarial de género supera el 25%. Pero cualquier intento de progreso se eclipsa ante un gobierno indolente que se autopercib­e anarcocapi­talista al que hay que hacerle pedidos básicos y desesperad­os, como la continuida­d de la educación pública.

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