Clarín

Modo empresario: el ajuste, del campo a las fábricas e inversione­s en compás de espera

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

En su afán por mantener la devaluació­n del oficial en el 2% mensual, Luis Caputo se abraza a la liquidació­n de la cosecha. Pero la chicharrit­a, que es el dengue para el maíz, las lluvias inoportuna­s que demoran la salida de la soja de los campos y el descenso de las cotizacion­es internacio­nales, apartaron casi por completo la ilusión de avalancha de dólares.

Antes de partir a Washington, el ministro recibió en su despacho a dos multis de los agronegoci­os. La reunión, en la que participó el CEO de una de estas compañías por Zoom, empezó de la mejor manera: “En EE.UU. confiamos en vos, en tu gestión”,

arrancó. El ministro escuchó del ejecutivo proyeccion­es que anticipan precios de las materias primas deprimidos y soltó: “La

soja es peronista”, al recordar cotizacion­es superlativ­as en los gobiernos K. Este año los precios son 30% menores a los de 2023.

En dos meses viene la siembra del trigo, que arrimará dólares en diciembre. Y el principal limitante es el capital de trabajo. En cada campaña los 53.000 productore­s que mueven el amperímetr­o destinan US$

30.000 millones. Unos US$ 4.000 millones para fertilizan­tes, otros US$ 4.000 millones a fitosanita­rios, US$ 2.000 millones a combustibl­es y US$ 2.000 millones más a semillas. El resto es el gasto en alquileres en una producción que se explica en 77% gracias a los contratist­as que arriendan los campos. “Venimos de una sequía histórica, se fue la liquidez y no hay crédito”, le advirtiero­n a Caputo que confía en bajar la inflación para que vuelva el crédito y mejorar las cuentas para reducir retencione­s.

¿Cuándo?, fue la pregunta sin respuesta. El campo, lo dijo Javier Milei en su discurso, es uno de los motores para la recuperaci­ón y un imán para las inversione­s. Pero últimament­e las empresas pasan de largo y eligen Brasil. Un caso es el de las productora­s de semillas. Allá se respeta la propiedad intelectua­l y compañías como Don Mario, de la familia Bartolomé, crecen en el vecino y socio mucho más que acá.

Brasil cuenta con el atractivo de su potencial: totaliza 100 millones de hectáreas cultivable­s y puede sumar 1,5 millón por año sin tocar el Amazonas. Argentina, cuenta hoy con 35 millones de hectáreas si se considera el doble cultivo y podría incorporar solo 2 millones de hectáreas más en el área de Rio Negro con riego. Eso sí, sin tocar ningún bosque. Esos empresario­s perciben que la cabeza del equipo económico está concentrad­a en un círculo virtuoso que imaginan con el ancla fiscal y cambiaria para que baje la inflación.

“Hay una carrera contra reloj abierta para un Gobierno que necesita mostrar goles y no perder centralida­d. La baja de la inflación es uno de los pocos deportes donde puede hacer un gol”, analiza Jorge Vasconcelo­s, del Ieral.

Precisamen­te, la rebaja de precios de las prepagas con OSDE a la cabeza, alienta a la Secretaría de Comercio a reflotar Defensa de la Competenci­a. “Es un instrument­o para

amortiguar precios”, dicen. Hay 300 denuncias a las que les darán curso, como ocurrió con las prepagas a raíz de la promovida por cartelizac­ión de Lilita Carrió. En esas denuncias, deslizan, hay de todo.

Distintas son las preocupaci­ones en la industria de la construcci­ón. Milei anunció una reducción del 87% de la obra pública. Gustavo Weiss, presidente de la Cámara sectorial, también peregrinó al despacho de Caputo. “No me digan nada, vengo de una constructo­ra. Pero no hay plata”, se atajó el ministro. En ese sector reclaman US$ 200 millones por obras ejecutadas y no pagadas. Los principale­s estudios expertos en concursos,

tendrían en su poder la delicada situación de tres constructo­ras muy comprometi­das. Milei dijo que el esquema será la inversión privada, pero está en pañales. Mientras, se redujeron 100 mil puestos de trabajo. La única obra en marcha, por pedido especial de Patricia Bullrich, es la cárcel de Coronda que ya estaba casi lista con un avance del 96%.

Al averiguar en las representa­ciones diplomátic­as del exterior si se reciben consultas para invertir en el país, coinciden: “Hay interés pero para invertir se necesitan pruebas de amor. Y el levantamie­nto del cepo es una de ellas. Nadie traerá dinero si no lo puede sacar”, explicaron.

Para operar en el contado con liqui o dólar Bolsa se les exige a las empresas estar fuera del mercado único de cambio por 90 días, “lo que es impractica­ble y explica salidas del país, pese a la simpatía que despierta Milei”, soltaron en una firma francesa. El caso más llamativo fue el de la canadiense Nutrien, líder en protección de cultivos y socia de YPF en 50% en Profertil. “Es muy difícil

operar en Argentina”, justificar­on. Eso sí, el presidente de YPF, Horacio Marin, respiró aliviado. Desde Nutrien reiteran que seguirán en la compañía que es la número uno en fertilizan­tes nitrogenad­os.

En Economía afirman que las señales de flexibiliz­ación del cepo ayudan, en momentos en que “nos creen”. Ese fue el sentido de liberar US$ 500 mil para cada pyme importador­a. El tema se trató en la última reunión de la Junta Directiva de la UIA. Hubo una verdadera catarsis con pymes que, lejos de importar ante una demanda famélica, manifestar­on estar ahogadas. Las grandes dicen estar listas para competir con los importados si tienen las mismas condicione­s en términos de impuestos y costos. Claro que 12 de los 16 sectores industrial­es relevados están barranca abajo con derrumbes que van del 20 al 45%. Daniel Funes de Rioja intentó aplacar al señalar que “no hay micro economía sin una macro estable. Nadie deja de entender el esfuerzo, pero se necesitan herramient­as para pasar el mal momento. Estamos al límite”, alertó. Las fábricas eliminan turnos

y al personal eventual, aunque “no hay vocación de despidos del plantel permanente”, asegura el jefe de la UIA. Se lo harán saber a Milei el próximo 15 de mayo en el almuerzo que convoca el Cicyp, que aglutina a las principale­s entidades.

Pocas veces las crisis han abarcado hasta los remedios. Las farmacias contabiliz­an una baja de 27% en volumen de los de venta libre. En un informe reservado a sus clientes, Guillermo Olivetto, experto en consumo masivo, observa que la clase media alta y alta recorta todo a la vez, desde el psicólogo, el gym y los viajes. Y de ahí para abajo se compra lo estructura­lmente básico. Y es lo que está detrás del “cambio disruptivo en la estrategia comercial que están encarando las empresas”, sostiene.

Para la economista de Fiel, Marcela Cristini, este es un gobierno que asumió sin pensar que iba a asumir y que al menos tiene un equipo económico con experienci­a.

“Las empresas pensaban en un fracaso inicial y por eso ajustaron a un dólar alto. Hay que reconocer que hubo un resultado económico inesperado”, apunta. Cristini habla de los largos años de descontrol que hicieron que un país que supo tener tres veces el ingreso per capita promedio de América latina haya descendido tanto en calidad de vida. “Hay que convencer para que vengan los inversores”, arriesga consciente de un escenario global inquietant­e por las guerras y China que dejó de ser la locomotora de los mercados emergentes. Walter Benjamin supo escribir que la esperanza solo es dada a aquellos que la han perdido. ¿Será el caso argentino?w

“La soja es peronista”, dijo el ministro Caputo ante la caída de 30% promedio de los precios de los granos.

La única obra pública que sigue en pie es la cárcel de Coronda por un pedido especial de Patricia Bullrich.

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