Bob Dylan Un Nobel que rompe las fronteras de la literatura
La Academia Sueca se lo dio al músico por considerarlo “un gran poeta”, parte de una antigua y rica tradición de cultura popular. Es una decisión innovadora que premia a un autor aunque casi no tenga libros. Dylan, de 75 años, tenía previsto tocar anoche
Ya le habían dicho “Judas”. Se lo dijeron en Manchester, en 1966, en un recital emblemático de la historia del rock. En las grabaciones se escucha con nitidez: sale con su guitarra eléctrica en medio de un show acústico y desde el público le gritan “Judas” por haber traicionado el folk de guitarras de madera, por haber electrificado el género. Fue una de las tantas revoluciones conceptuales de este artista enorme. Hoy nadie usaría esa palabra pero el debate está en el aire: ¿el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan es un gesto populista o un acto de justicia?
Cuando a las ocho de la mañana de ayer, hora argentina, se anunció que Dylan, de 75 años, era el nuevo Nobel, las redes sociales explotaron. Algunos lo tomaron como un acto de demagogia: cómo era posible, argumentaron, que la Academia Sueca premiara a alguien que tiene solo dos libros publicados: Tarántula, un conjunto de prosas poéticas y Crónicas volumen 1, primer tomo de una autobiografía. Lo vieron como una falta de respeto a quienes tienen obras vastas y orgánicas. Otros hallaron en la designación un golpe de aire fresco, el fin de un debate entre lo que es la cultura alta y la cultura baja y un reconocimiento a lo popular. Sergio Pujol, ensayista argentino, se preguntaba: “Se hizo justicia con el rock, con su gran poeta. Pero ¿no se parece esto un poco a la vieja exhortación argentina con la que muchos reclamaban que sus ídolos populares ingresaran de una buena vez al escenario del Teatro Colón?” Dylan quizás piensa algo parecido: no apareció en todo el día.
El siglo XXI es proclive a pensar que la literatura ya no sucede en los libros; en la medida en que la ficción ha retrocedido ante la noficción y otros géneros híbridos. Pero los jurados del Nobel no usaron estas teorías en su justificación del fallo sino que se remontaron más atrás: “Si miras atrás, tienes a Homero y a Safo, que escribían textos poéticos destinados a ser escuchados, a ser interpretados con instrumentos. De la misma forma con Bob Dylan. Todavía leemos a Homero y a Safo y lo disfrutamos, y lo mismo con Bob Dylan, él puede ser leído y debe ser leído. Es un gran poeta en la tradición poética en inglés”.
Mas allá de los dos libros que ha publicado la obra de Dylan sería una literatura sin libro, una literatura de la oralidad. Con este Nobel surge una nueva complejidad: ¿cómo se lo traduce? Una opción es pensar que no hay traducción posible. Al ser música en inglés se lee así, en su idioma original. No sería necesario “entender” las pa-
labras sino dejarse atravesar por la musicalidad de una lengua cantada. Otra opción es traducir todas sus canciones y empaquetarlas en un libro. Ese libro, de hecho, existe: se llama Letras (también se pueden leer en goddylan.com). ¿Alguien habrá leído ese libro de corrido, completo, en silencio? Es difícil imaginar que sí.
Los años 60 fueron el momento de mayor comunión entre Bob Dylan y la institución literaria de su país y fueron, sin dudas, los años dorados de su producción. Las fotos están por todos lados: con Allen Ginsberg por Nueva York o en la tumba de Jack Kerouac. Mezcla de surrealismo y retrato social, las letras del Dylan del 62 al 69 son un momento alto de la letrística norteamericana y éste es un premio a la contracultura de los 60.
Una de las críticas subterráneas que se le ha hecho a esta premiación que ver con el hecho de que en los últimos años la Academia parece haber dejado de lado a los novelistas. Alice Munro ( cuentista), Svetlana Alexievich (periodista), Bob Dylan (músico). ¿Qué pasó con los novelistas? Uno de los grandes candidatos era Philip Roth, un novelista. Al no dárselo, ¿la Academia está diciendo algo respecto de la actualidad del género novela? Es difícil de saber.
Por lo demás, nada cambia ahora en la vida de Dylan, que ya había ganado el Premio Príncipe de Asturias y el Pulitzer. Este fin de semana tiene que volver a tocar en el Desert Trip, el concierto de viejos popes del rock en un desierto californiano. Todo el mundo va a hablar de él, pero todo el mundo viene hablando de él desde que cantó Blowing in the Wind a principios de los 60. ¿Este premio lo hace más grande? Los fanáticos dirían que ya no podía llegar más arriba. Algunos especularon con que lo rechace, para mostrarle a la institución que no es ella la que tiene que legitimar a la cultura popular. De lo que sí se hablará, al parecer, es del Premio Nobel y de cuáles son sus criterios de selección y premiación. Y siempre hay que tener en cuenta que la lista de los no premiados (Borges, Tolstoi, Proust, Kafka, Nabokov, Joyce, Pasolini y un largo etcétera) es muy superior a la lista de premiados, y eso lo dice todo.