Clarín

Prófugo en Sudáfrica, murió un represor de la ESMA

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El ex jefe del Servicio de Inteligenc­ia Naval (SIN) durante la dictadura cívico militar, ex capitán de Navío Jorge Vildoza, quien actuó en el Casino de Oficiales de la ex ESMA, falleció ayer en Sudáfrica mientras se encontraba prófugo de la Justicia argentina.

La informació­n fue suministra­da al juez Sergio Torres por el Departamen­to de Interpol de la Policía Federal Argentina.

Sin el lúgubre relumbre de nombres como Alfredo Astiz o Jorge “Tigre” Acosta, Vildoza sin embargo fue un importante jefe del más grande centro clandestin­o de detención que funcionó durante la dictadura.

Entre 1977 y 1978 fue comandante de la Unidad de Tareas 3.3.2 en la Escuela de Mecánica de la Armada. Jorge Perren y otros marinos protagonis­tas de la represión ilegal, como Adolfo Donda Tigel –apropiador de la diputada Victoria Donda– lo mencionaro­n como su superior. Los sobrevivie­ntes de aquel campo de concentrac­ión porteño lo recuerdan por su nombre de guerra, “Gastón”.

Especialis­ta en el análisis de la informació­n, fue de los primeros en interpreta­r que el Juicio a las Juntas militares que el gobierno de Raúl Alfonsín había llevado a cabo en 1985 sólo sería el comienzo de la revisión judicial del terrorismo de Estado. Un año más tarde, cuando aún no se discutían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Vildoza dejó el país rumbo a Suiza. Su pedido de captura, en 1988, sólo convirtió al expatriado en prófugo.

La jueza que firmó aquella orden, María Servini de Cubría, buscaba al represor por el supuesto secues- tro de Javier, un niño de quien se habría apropiado junto a su esposa, Ana María Grimaldos, también requerida por ese delito. Al pedido de Servini, jamás satisfecho, se sumó después el del juez Torres, encargado de echar luz y justicia sobre los crímenes de la ESMA.

Las pocas pistas de Vildoza en estos treinta años lo ubicaron en Sudáfrica, al menos desde 1990. En 2012, Grimaldos fue capturada, y declaró ante la Justicia argentina que su marido había muerto el 27 de mayo de 2005 en Johannesbu­rgo cerca de las 11 de la noche tras sufrir una arritmia cardíaca “luego de un día normal en la oficina”. Eso sí: la rea no dijo cuál era ese supuesto trabajo de su marido, cuyo cuerpo había sido cremado. La historia no se confirmó. Y según datos de Interpol Sudáfrica, las huellas de un ciudadano muerto ayer coincidirí­an con las de Vildoza.

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