Clarín

El poder de facto del narcotráfi­co

- Jorge Eduardo Lozano Obispo de Gualeguayc­hú, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

La muerte del padre Juan Viroche es la muestra de hasta qué punto llega el apriete de las bandas del crimen organizado

La muerte del padre Juan Viroche ha sido un golpe muy duro en varios sentidos. Para la sociedad en general, es la muestra de hasta qué punto llega el apriete de las bandas del crimen organizado. A la hora de escribir estas líneas aún se siguen investigan­do las causas de la muerte, sosteniend­o unos y otros diversas versiones. Lo que nadie duda es que el sacerdote había recibido

intimidaci­ones y extorsione­s. E incluso había sido víctima de un “accidente” debido a una falla mecánica de la moto que pudo haberlo lastimado gravemente.

También es un mensaje para el Estado. Estas bandas criminales pretenden desplazar al Estado de derecho. Y muchas veces lo logran. Imponen por la fuerza sus códigos reemplazan­do las leyes y deciden quién sí y quién no en la circulació­n, la asistencia sanitaria, educativa; quién vive y quién

muere. Es un atropello contra la democracia. Nadie los votó, pero deciden y “gobiernan” igual. Son como “poderes de facto” que enlutan la Patria. Hace años que desde diversos lugares y actores sociales lo venimos señalando.

Un golpe duro para la Parroquia de Nuestra Señora del Valle de La Florida en Tucumán que se quedó sin el párroco; el padre que los entendía, cuidaba y ayudaba para que se acercaran más a Jesús y tuvieran acceso a una vida digna.

Como expresaba el comunicado de la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadepen­dencia de la Conferenci­a Episcopal Argentina: “El padre Juan era conocido por jugarse en contra del narcotráfi­co, habló claro hacia adentro y hacia afuera de su comunidad defendiend­o la vida en peligro”. Un hombre de Dios, querido por su feligresía.

Para su familia y sus amigos es un gran dolor. Una ausencia que obliga a entrar en la memoria y el pasado antes de tiempo.

En México, en Colombia, en Centro América, son varios los sacerdotes amenazados, y algunos asesinados por estas mafias que no respetan la vida. En algo nos estamos pareciendo.

A estos mafiosos el papa Francisco los llama a la conversión. Yo me sumo a ese pedido. Les ruego: dejen de lado el dinero manchado con sangre y entréguens­e a la justicia. Piensen en sus madres, esposas e hijos … Ellos tienen derecho a una vida digna pero no a pagar lujos y placeres sostenidos por la plata de tus crímenes.

Una palabra también para los corruptos que miran para otro lado o reciben sobornos para dejar pasar drogas, armas o personas esclavizad­as. Te pedimos que te ganes el pan con honestidad. Cambiá. Si sos familiar o amigo de alguien que está en estos negociados de muerte, alentalo a la conversión y arrepentim­iento.

Una canción de Piero expresaba “somos territorio de violencia, mi pueblo habla, mi pueblo grita. Basta de muerte, ¡basta! Basta de morir …”

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