Los líderes europeos piden unidad y prometen seguridad y equilibrio social
El documento de la ceremonia en Roma postula un continente “seguro, próspero y más fuerte en el mundo”.
“Eramos seis y ahora somos 27”, afirmaron ayer los líderes europeos al reiterar en una Declaración que celebra los 60 años de vida de la comunidad, que la unidad y el futuro común es la única vía europea a recuperar un sostenido proceso de desarrollo y prosperidad, perdidos a raíz de la crisis financiera iniciada en 2008 y originada en Estados Unidos, de la cual la Unión Europea está sa- liendo fatigosamente. La crisis, a las que se agregan otras penas y divisiones internas ha generado un crecimiento de la desconfianza de los 510 millones de habitantes en el espacio económico más importante del mundo, de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados, de los que hay que descontar los 65 millones de británicos que el próximo miércoles activarán dos años de negociaciones difíciles para abandonar la comunidad.
Mientras en una jornada espléndida de sol se ponían en marcha seis manifestaciones y dos actos a favor y en contra de la Europa comunitaria, con la participación de 30 mil personas, el centro de la Urbe estaba superblindado por “jaulas” antiterrorismo y antimotines, con siete mil agentes de las tres grandes policías italianas, reforzadas por unidades militares y el despliegue de todos los servicios de inteligencia.
El 15 de marzo de 1957, seis países pioneros (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo), firmaron en la sala decorada con frescos del 1600 del palacio del Capitolio, en la colina donde la leyenda dice que Rómulo y Remo fundaron la Urbe en el 753 antes de Cristo, el Tratado de Roma. Hoy, los 27 países y altos funcionarios de las instituciones de la UE, en total unos cuarenta estadistas, renovaron el compromiso en momentos en que la Unión vive la peor crisis de su historia.
Los 60 años logrados gracias a la comunidad, que pusieron fin a las guerras que se combatieron entre sí los europeos durante siglos, hicieron florecer el período de paz más largo de la historia del Viejo Continente. Esta es quizás la meta más importante alcanzada por la comunidad.
Pero también la Unión consiguió desarrollar la época más brillante de
progreso y paz social europeos, hasta que en 2008, con la crisis , comenzaron a desarrollarse los serios problemas que hoy enfrenta. “Nos detuvimos”, reconoció en su discurso el primer ministro Paolo Gentiloni.
La declaración común compromete a los 27 países a mantener “una Europa segura, próspera, social y más
fuerte en la escena mundial”. Los enormes problemas que están causando las grandes oleadas inmigratorias provenientes de los países en guerra en Medio Oriente y de las hambrunas africanas, son un factor revulsivo que enfrenta entre ellos a los países europeos, pues una parte no acepta recibir las cuotas de refugiados acordados por la Unión.
La declaración, cuyos tonos fueron aguados para que todos aceptaran firmarla ( especialmente Polonia y Grecia, que amenazaban no hacerlo), señala el acuerdo por “una política mi- gratoria eficaz y sostenible” unido al “crecimiento y empleo”, generalidades que deben ser superadas con acciones concretas. En 2016 el crecimiento europeo ha sido del 1,7%, que muestra un regreso de la expansión pero con índices muy bajos, y un desempleo en torno al 10%.
Los líderes europeos están unánimemente de acuerdo con la necesidad de desarrollar una política de de
fensa común y de obtener una más musculosa y coordinada política contra el terrorismo que amenaza como nunca a la Unión. La declaración sostiene la necesidad de una Europa “más fuerte en la escena mundial” y reiteran su voluntad de “cooperación y complementariedad con la OTAN”, la alianza militar occidental. Los líderes prometieron “una Europa protegida, una Unión en la que todos se sientan seguros y puedan circular líbremente”. Esta es una de las mayores conquistas de la Unión: dentro del amplio espacio comunitario los miembros de los 27 países tienen derecho a circular y a domiciliarse y a trabajar en el lugar que eligen, con pocas limitaciones.
La declaración se muestra optimista al afirmar que “en los próximos diez años queremos una Unión más segura y protegida, próspera, competitiva, sostenible y socialmente responsable, que tenga la voluntad y la capacidad de desempeñar un papel fundamental en el mundo y de modelar la globalización”.
Los mandatarios de la UE reconocieron que la comunidad se ha ampliado mucho en una estructura compleja que perdió poco a poco el contacto con sus ciudadanos. En varios países se han desarrollado movimientos populistas de ultraderecha y “soberanistas” que se unen en el denominador común de “euroescépticos”, amenazando gravemente un proceso de disgregación europea. Por eso ayer el Papa Francisco dijo que “la esperanza de solidaridad” es “el mejor antídoto contra el egoísmo populista”. El abandono de Gran Bretaña ha causado “una tragedia”, como dijo el presidente de la Comisión Europea, el ex premier luxemburgués Jean Claude Junker”.
Los analistas estiman que la situación es difícil, pero si en Francia no triunfa el ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen en abril, la UE estará a salvo de la disgregación. Si Le Pen gana y saca a Francia de la Unión, estallará el motor histórico básico de la comunidad, el liderazgo franco alemán, y todo se perderá.