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Ingreso básico incondicional: ¿una alternativa para Europa?
Para algunos, el ingreso básico sin condiciones es una base para mejorar económicamente; para otros, es contraproducente. Una iniciativa pide a la Unión Europea que se encargue del tema.
¿Qué pasaría si ya nadie tuviera que preocuparse por tener lo necesario para subsistir? Esa es la pregunta que muchos se plantean actualmente en Alemania y en Europa. "Creo que así no habría tanto miedo y estrés”, dice a DW Marwa Fatafta, una inmigrante palestina. Llegó como inmigrante a Alemania, donde logró construirse una base económica, y ahora trabaja para Access Now, una organización que se dedica al derecho privado digital.
"Muy pronto me quedó claro que, para mí, la libertad también significa ser independiente económicamente”, cuenta. "Antes quería vivir del arte, hasta que me di cuenta de que así nunca tendría un ingreso regular, y renuncié a ese sueño”, explica.
Marwa Fatafta es una de los cerca de dos millones de personas residentes en Alemania que se postularon para el proyecto piloto de la renta básica universal. Desde 2019, 122 de ellos reciben 1.200 euros por mes, sin ningún tipo de condiciones.
Con ese estudio, el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) y la Asociación Mein Grundeinkommen (Mi ingreso básico), quieren investigar cuáles son las consecuencias para la sociedad de que una persona reciba un ingreso básico del Estado. duce cambios significativos en la forma de actuar y de sentir de la gente”, aclara.
El concepto del ingreso básico incondicional es, en principio, muy fácil: cada persona recibe del Estado una suma fija por mes, sin importar quién es ni a qué se dedica. Es diferente a la ayuda social para la subsistencia llamada en Alemania Hartz-IV, ya que el ingreso básico incondicional no puede ser recortado, ni existe la obligación de realizar ningún tipo de tarea a cambio. Y se permite trabajar y así aumentar los ingresos.
Pero ¿cuál sería la suma adecuada? Sobre eso, muchos ciudadanos tienen ideas bien claras en Alemania: el promedio está en unos 1.200 euros, que es la cantidad que prevé el proyecto piloto.
Para que el Estado tenga suficiente dinero como para poder pagarle a cada persona una renta básica universal, existen diferentes modelos financieros, como, por ejemplo, aumentos de los impuestos a la herencia y a las transacciones financieras. Según cuál modelo se aplique, los ciudadanos con menos ingresos tendrían entonces más dinero a disposición. La llamada "clase media” tendría la misma cantidad de dinero que ahora, y los más ricos tendrían un poco menos.
Comisión Europea (CE) se ocupe del tema. Pide que la CE presente una propuesta para un salario básico incondicional en toda la Unión Europea a fin de reducir las diferencias regionales y fortalecer la unidad económica y social en Europa.
La iniciativa será exitosa si en el lapso de un año un millón de votantes de la UE la firman, y, al mismo tiempo, se logra reunir un mínimo determinado de firmas en siete países de la comunidad europea.
En este momento, ese es un objetivo aún lejano. Cerca de dos meses después del comienzo de la iniciativa, la han firmado unos 72.000 ciudadanos de la UE (a fecha del 21.11.2020). Pero los activistas ya han logrado objetivos parciales, como, por ejemplo, en Eslovenia, el primer país donde se superó el mínimo de 5.460 firmas.
"Allí, un grupo joven y dinámico logró llegar a mucha gente joven a través de Facebook, Twitter e Instagram”, explica a DW Ronald Blaschke, coordinador de la campaña en Alemania.
Según Blaschke, en Polonia y Malta el debate público acerca del ingreso básico incondicional apenas existe. "Allí no hay un movimiento civil ni grandes asociaciones como, por ejemplo, en Alemania, donde, entre otros, el movimiento de trabajadores católicos se ocupa del tema”, añade.
Muy distinto es lo que sucede en Francia, donde la escena de quienes apoyan la renta básica universal es mucho más amplia y heterogénea. "Va desde movimientos ecologistas, pasando por las iniciativas para combatir la pobreza, hasta corrientes de pensamiento liberales”, señala Ronald Blaschke. Naturalmente, bajo el gobierno de Emmanuel Macron, dice, no es posible pensar en la implementación de un salario básico incondicional. "Pero ya se nota que el debate en Francia es mucho más amplio que en otros países”.
Suiza es el primer país europeo que votó en un referéndum sobre el pago de un ingreso básico mensual estatal, hace cuatro años. Pero la iniciativa fracasó estrepitosamente: casi un 77 por ciento de los suizos rechazaron la renta básica universal.
A pesar de esos fracasos, la idea de un sueldo básico sin condiciones vuelve a debatirse una y otra vez. Como recientemente en Finlandia: en 2017 y 2018, 2.000 finlandesas y finlandeses desempleados recibieron un sueldo básico mensual de 560 euros, en lugar de la ayuda al desempleo. Sin solicitudes, ni formularios que rellenar, ni burocracia alguna. Y se les permitió ganar tanto como quisieran adicionalmente.
De acuerdo con los resultados del estudio, los participantes se beneficiaron a nivel psicológico: se sentían más felices y tranquilos. La seguridad económica también les daría la posibilidad de probar nuevos caminos profesionales sin el riesgo de quedar eventualmente en bancarrota. Pero en el mercado laboral finlandés, el proyecto no tuvo ningún efecto. En promedio, los participantes trabajaron solo seis días más al año que las personas sin ingreso básico incondicional del grupo de control de la investigación.
En ese sentido, el estudio finlandés toca uno de los temas más controvertidos del proyecto de introducir un ingreso básico universal: los críticos temen que, si lo reciben, la mayoría de la gente preferiría no trabajar en absoluto.
A eso se suma que un ingreso básico incondicional que no esté acoplado a una actividad laboral reduciría la presión sobre el Estado de tener que combatir el desempleo masivo de manera consecuente”, opina, por su parte, el politólogo Christoph Butterwegge. "Incluso si los desempleados pudieran contar con una mayor seguridad material que hasta ahora, el problema de la exclusión social de esas personas seguiría existiendo”, afirma.
Sin embargo, un estudio del instituto de investigación de mercado Splendid Research demostró que tres de cada cuatro alemanes aseguran que seguirían trabajando, independientemente de la cantidad que recibieran de ingreso básico incondicional."Las personas desean reducir más bien sus horas de trabajo para tener más tiempo para la familia, o para realizar tareas comunitarias ad honorem”, dice Blaschke.
Tampoco Marwa Fatafta quisiera abandonar su trabajo si recibiese un ingreso básico sin condiciones. "Me gusta mi trabajo, ese no es el tema”, indica. Pero un sueldo básico incondicional podría ayudar a reducir el estrés en muchas situaciones. "Sería lindo que la gente no actuara con miedo, sino que pudiera tomar decisiones a nivel profesional con una sensación positiva”, subraya. "Eso sucede cuando hacemos cosas porque son importantes para la sociedad y para nosotros, y no solo porque tienen un valor de mercado”, concluye.
(cp/ers)
dial en las últimas nueve décadas. Y agregó: "Ningún país se libra". Como consecuencia de la crisis, el endeudamiento público en relación con el rendimiento económico superará este año el nivel máximo hasta ahora, que data del fin de la Segunda Guerra Mundial. Para Gopinath, habrá que apoyar la actividad económica y los países pobres necesitarán aún más la ayuda de los ricos. Además, serán necesarias medidas de ahorro estrictas para atajar el endeudamiento.
El FMI había calculado en abril un retroceso del 3 por ciento de la economía global en 2020, pero ahora se prevé que sea del 4,9 por ciento. El organismo espera que en el 2021 se produzca una recuperación, siempre y cuando una tercera ola de la pandemia con nuevos confinamientos no frene el crecimiento.
Por su parte, el Banco Mundial pinta un panorama aún peor, con un retroceso del rendimiento económico mundial de alrededor del 5,2 por ciento, aunque esta previsión podría empeorar si prosigue la incertidumbre por la pandemia y continúa el freno a la economía y a la vida pública. El Banco Mundial predice una pérdida rotunda del 7 por ciento para los países industrializados, mientras que el rendimiento económico bajará alrededor del 2,5 por ciento en los emergentes. La institución augura una pérdida del 6,1 por ciento en EE. UU. y del 9,1 para la Eurozona. Según los expertos, China, por su parte, crecerá un 1 por ciento.
Tanto las predicciones del Banco Mundial como las del FMI se refieren a la llamada economía real. En el sector de los mercados, la situación es diferente. En este terreno, los pronósticos son aún más difíciles, porque apenas se conoce el número y volumen de las transacciones financieras que se realizan. Pero hay una cifra reveladora: mientras los economistas del FMI prevén un retroceso económico mundial de alrededor de 11 billones de euros, solo el banco suizo Credit Suisse CS tiene en su balance anual de derivados casi 51 billones. A pesar de las repetidas promesas de reducir la banca de inversiones, aumenta sin cesar la oferta de derivados. El negocio de derivados se beneficia, por un lado, de que los departamentos de inversión de los grandes bancos suponen una importante proporción de las ganancias y, por otro lado, de que hay mucho dinero que no se invierte a nivel mundial, porque desde la perspectiva de los clientes es más lucrativo multiplicar el dinero mediante instrumentos financieros que invertir en la economía.
Los creadores de la creciente cantidad de dinero que circula por todo el mundo son los Gobiernos y los bancos centrales, que siguen imprimiendo e inyectando dinero en el mercado para contrarrestar las tendencias deflacionarias y evitar el peligro de recesiones. Pero el dinero fresco no acaba en la economía, sino en los mercados financieros. Al final, el dinero fresco perjudicará más que ayudará a la economía, sobre todo si el sistema financiero global se encontrara a las puertas de una crisis como la del 2008.
(ms/ers)