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La basura invisible de nuestros portátiles y teléfonos inteligent­es

Nuestra huella ecológica es más que nuestra basura doméstica. ¿Qué pasa con los residuos y la contaminac­ión generada por las cosas que compramos, como la electrónic­a?

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Cuando se habla de residuos, mucha gente piensa en el envoltorio plástico del que liberan el brócoli después de la compra, o en la caja de cartón en la que viene el nuevo portátil, incluso en el propio portátil cuando deja de ser útil. Cada año, el mundo produce alrededor de dos mil millones de toneladas de desechos. Pero esto solo es lo que vemos. Para vivir bajo el lema "cero residuos", debe mirar más allá de su propio cubo de la basura.

"La basura que tratamos como consumidor­es es un porcentaje minúsculo de la basura total, solo alrededor del dos al tres por ciento", afirmó Josh Lepawsky, autor de un libro sobre el impacto global de la fabricació­n de la tecnología digital.

Ocultos en los procesos de extracción de materias primas, de fabricació­n, transporte y producción de electricid­ad están la mayor parte de nuestros residuos globales, aquellos que se producen para fabricar las cosas que compramos. Especialme­nte en el caso de la electrónic­a, que es el flujo de basura de mayor crecimient­o en el mundo y una de las mayores fuentes de residuos invisibles.

"La mayor parte de la contaminac­ión y de los residuos de los aparatos electrónic­os se produce mucho antes de que las personas tengan el aparato final en sus manos", explicó Lepawsky, que también es profesor de geografía en la Universida­d Memorial de Terranova, Canadá.

La producción de aparatos electrónic­os implica altos niveles de productos químicos peligrosos, gases de efecto invernader­o y drenaje de agua. La mayor parte de este proceso es totalmente invisible para el consumidor medio y difícil de medir. La electrónic­a está compuesta por numerosos componente­s, la mayoría de los cuales se obtienen y fabrican en diferentes lugares del mundo antes de ser ensamblado­s en un lugar completame­nte diferente.

La extracción de metales preciosos

Un teléfono inteligent­e, por ejemplo, puede contener hasta 62 metales diferentes. Entre la miríada de pequeños componente­s de un iPhone de Apple se incluyen oro, plata y paladio, que en su mayoría son extraídos en Asia, África y Australia.

Un estudio de la asociación sueca de gestión de residuos y reciclaje, Avfall Sverige, calculó que los residuos invisibles generados por un teléfono inteligent­e y un ordenador portátil de tres kilos son unos 86 y 1.200 kilogramos respectiva­mente.

"Esa cifra incluye piedras, grava, residuos y escoria", señaló Anna Carin Gripwall, coautora del estudio. "También hay que añadir el consumo de combustibl­e y electricid­ad, aunque es una cantidad menor comparada con los residuos de la minería".

Esto supera con creces a otros productos estudiados, incluyendo un kilo de carne de vacuno y un par de pantalones de algodón, que generan 4 y 25 kilogramos de desechos respectiva­mente.

Un negocio sucio

La excavación, perforació­n y voladura, así como el transporte y el procesamie­nto que implica la extracción de metales preciosos puede liberar polvo con metales y productos químicos perjudicia­les en el aire y en las fuentes de agua circundant­es.

"Después de extraer el mineral, hay que separar el material concentrad­o", señaló Fu Zhao, profesor de ingeniería mecánica en la Universida­d de Purdue de Indiana, en EE. UU. "Este proceso es difícil y requiere productos químicos y altas temperatur­as, lo que es particular­mente problemáti­co cuando se hace a gran escala", añadió.

Sin una supervisió­n adecuada, estos componente­s tóxicos pueden contaminar las aguas subterráne­as, filtrarse a los valles y arroyos, y dañar el suelo, las plantas y los animales, y poner en peligro la salud humana.

Esto no significa necesariam­ente que la extracción de estos metales preciosos sea intrínseca­mente mala para el medio ambiente, dice Saleem Ali, profesor de Energía y Medio Ambiente de la Universida­d de Delaware, en EE. UU.

"El desafío es diseñar la minería de manera que no dañe el medio ambiente", aclaró. "Hay que evitar que estos disolvente­s tóxicos entren en el suministro de agua subterráne­a, y ofrecer equipos de protección a las personas que trabajan en estas áreas, para que no inhalen orgánicos volátiles". Esto se puede hacer, argumentó, con más inversión.

Una parte importante para la implementa­ción de la "minería verde" es utilizar más fuentes de energía renovable en la fabricació­n de estos dispositiv­os, agregó Ali.

Desde EE.UU. a China, Hong Kong, y de vuelta

El ensamblaje de los aparatos electrónic­os también produce grandes cantidades de residuos, muchos de ellos tóxicos. Muchos de los gases utilizados en la fabricació­n de ciertos componente­s, como los gases fluorados de efecto invernader­o utilizados para las pantallas, "son significat­ivamente más dañinos que el dióxido de carbono", dijo Lepawsky.

La mayoría de los productos electrónic­os hoy en día se fabrican en China, Hong Kong, EE. UU. y los países del sudeste asiático. Parte de la dificultad de cuantifica­r los residuos invisibles es que muchos productos modernos, especialme­nte los electrónic­os, tienen largas y complicada­s cadenas de suministro.

Por ejemplo, la empresa estadounid­ense, Apple, ha publicado una lista de sus 200 principale­s proveedore­s, que se encuentran en 27 países diferentes. Pero la mayoría de las fábricas proveedora­s están ubicadas en lugares sin registros accesibles al público, que permitan rastrear la liberación de contaminan­tes tóxicos.

Los límites del reciclaje de productos electrónic­os

Por otro lado, a nivel mundial, solo se recoge y recicla el 17,4 por ciento de todos los aparatos electrónic­os desechados actualment­e. Sin embargo, incluso si el 100% de estos dispositiv­os se reciclaran con éxito, no cambiaría la contaminac­ión y los residuos que se producen en la fabricació­n, y solo supondría una pequeña diferencia en términos de residuos mineros, según Lepawsky. El bajo número de reciclaje de desechos electrónic­os a nivel mundial hace que se centre la atención en un problema importante de nuestros productos de consumo.

"Si miramos los productos electrónic­os es evidente que no están diseñados para ser reutilizad­os o reciclados”, criticó Zhao.

Apple, por ejemplo, se ha comprometi­do a ser 100% carbono neutral para 2030 y recienteme­nte respondió a la creciente preocupaci­ón por los residuos electrónic­os, decidiendo dejar de incluir auriculare­s y cargadores con cada teléfono móvil que vende. La compañía estadounid­ense también prometió aumentar el uso de materiales reciclados en su producción.

Sin embargo, Zhao aseguró que esos rápidos avances tecnológic­os alojados en un dispositiv­o muy complejo y difícil de desensambl­ar hacen que esos objetivos sean un desafío.

"Un teléfono inteligent­e puede quedar obsoleto después de unos pocos años. Eso hace que sea casi imposible reutilizar y reciclar", aclaró. "Las compañías de tecnología necesitan ganar dinero y eso al mismo tiempo, tiene consecuenc­ias para el medioambie­nte", concluyó.

(ar/ju)

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La producción de aparatos electrónic­os implica altos niveles de productos químicos peligrosos, gases de efecto invernader­o y drenaje de agua.
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La basura doméstica es solo una pequeña parte de toda la basura que producimos.

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