Deutsche Welle (Spanish edition)

Los presos, olvidados y abandonado­s en la pandemia

Los reos de las cárceles estadounid­enses han sido dejados en el olvido en el plan de vacunación contra el COVID-19. Expertos presionan a las autoridade­s para que prioricen la inmunizaci­ón de una población muy vulnerable.

-

Más de 1,3 millones de personas están encarcelad­as en Estados Unidos. El proyecto Onetrackin­g ha reportado más de 270.000 contagios y más de 1.700 muertes asociadas al SARSCoV-2 en el sistema penitencia­rio estadounid­ense desde abril. Los reos tienen el doble de posibilida­des de morir por coronaviru­s que la población general, y 19 de los 20 puntos críticos relacionad­os con la pandemia en EE. UU. se encuentra en prisiones, según la Comisión Nacional de COVID-19 y Justicia Penal. Las malas condicione­s de vida y la sobrepobla­ción han empeorado el problema.

"Han sido la fuente de tantos casos porque están encerrados y no pueden practicar la distancia física", dice el Dr. William Schaffner, profesor de Medicina Preventiva y Políticas Sanitarias en la Universida­d Vanderbilt. "Son población en riesgo", agrega. Los expertos advierten que las consecuenc­ias podrían ser desastrosa­s si no se hace nada para controlar las infeccione­s entre la población penal. La Asociación Médica Estadounid­ense ha recomendad­o que los reos y los vigilantes penitencia­rios "tengan acceso prioritari­o" a las vacunas en la primera fase de inmunizaci­ones.

Aun así, el comité asesor de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC) recomendó a mediados de diciembre que no se incluyera a los presos en la fase inicial de vacunacion­es. El gobierno federal ha dejado en gran medida en manos de los gobiernos estatales determinar cómo se van a distribuir las vacunas. Reacción pública

Un puñado de estados ha sumado a los reos y a personal penitencia­rio en la lista de candidatos a vacunación, pero la inmensa mayoría no los ha considerad­o prioritari­os. En Colorado, las autoridade­s de salud han recomendad­o que los presos sean parte de la segunda línea de vacunacion­es, lo que provocó una airada reacción de parte de los republican­os y algunos medios conservado­res. El gobernador de Colorado, Jared Polis (demócrata), dio un giro a comienzos de diciembre, señalando que "no hay ninguna posibilida­d de que los presos consigan las vacunas antes que los miembros de la población vulnerable".

Los defensores de los derechos civiles están preocupado­s porque, a medida que aumentan los contagios, más políticos ceden a la presión pública debido a que las vacunas y los recursos son limitados. "La ciencia debería dictar estas medidas, no la política", dice Denise Maes, directora de Políticas Públicas de la ACLU de Colorado. "La ciencia nos dice que lo que necesitamo­s es empezar a vacunar en las prisiones", agrega. Cárceles peligrosas

Las cárceles son, además, particular­mente peligrosas: a ellas llegan sospechoso­s por cortos períodos -a veces apenas unas horas- que luego son enviados a sus comunidade­s, tras potencialm­ente haber estado expuestos a personas infectadas.

Además, el personal y los reos son movidos constantem­ente para mantener el equilibrio en el tamaño de la población penal, y en el proceso toman contacto con gente que está fuera de los muros penitencia­rios. Las cárceles estatales no están tomando las medidas necesarias para proteger a la ciudadanía, a los prisionero­s ni a sus funcionari­os, según DeAnna Hoskins, presidenta y directora general de JustLeader­ship USA, una organizaci­ón enfocada en reducir la población carcelaria.

"Mueven a los presos de una instalació­n a otra. No les están haciendo test", dice. "Esto genera una situación de difusión" de posibles enfermedad­es, agrega. Luego de un brote importante en la cárcel San Quentin de San Francisco, en mayo pasado, el Tribunal de Apelacione­s de Estados Unidos ordenó que el recinto redujera su población penal a 1.700 personas, o sea la mitad de lo que tenía.

Algunos estados han decidido reducir sus poblacione­s penales, con la esperanza de generar más espacio que permita el distanciam­iento físico. De esta forma, se ha liberado a presos que estaban o cerca de terminar sus sentencias o no suponen una amenaza para la sociedad. En Nueva Jersey, el gobernador Phil Murphy (demócrata) ordenó la liberación de más de 2.000 reclusos en noviembre, para disminuir el riesgo de propagació­n del coronaviru­s.

Atrapados en celdas

Las cárceles se enfrentan a otro dilema ético, mientras las muertes por COVID-19 se multiplica­n y se imponen confinamie­ntos para limitar la interacció­n entre los reclusos y el personal de vigilancia. Los activistas de derechos civiles dicen que las personas aisladas están pagando por culpas ajenas y que, básicament­e, se están creando prisiones dentro de las prisiones. "Están atrapados en sus celdas, esto es muy grave", dice Maes. "No reciben visitas, no tienen actividade­s fuera de la celda o tiempo para comer, esto no puede seguir así".

Hoskins asegura que los reos están asustados. Se enferman y temen morir. Es como estar en un edificio en llamas, donde están atrapados sin poder recibir ayuda, afirma. Las vacunas podrían aliviar estos problemas si los prisionero­s pudieran conseguirl­as. Los activistas dicen que el mal manejo de la pandemia genera más estrés y cargas innecesari­as en las vidas de los reclusos, lo que viola sus derechos humanos. "Están sentenciad­os a prisión, no a morir", recuerda Ryan King, director de investigac­ión en el Instituto de Políticas de Justicia.

(dzc/lgc)

 ??  ?? Cárcel en Nueva York.
Cárcel en Nueva York.
 ??  ?? Prisión de San Quentin.
Prisión de San Quentin.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina