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Coronaviru­s y visones: cuando la muerte se viste con pieles

El sacrificio masivo de visones en Dinamarca coloca en la mira a este sector y pone de manifiesto el poco valor que le damos a la vida y la muerte de los llamados "animales útiles".

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Las imágenes procedente­s de Dinamarca son duras. Muestran cómo se gasean y se entierran millones de visones. Y esta matanza masiva de animales no es nueva ni se trata de un hecho aislado. Ya sea por la gripe aviar, la peste porcina o la fiebre aftosa, para atajar una pandemia, se sacrifican millones de pollos, terneros y cerdos. Ahora también los visones. El motivo alegado es que estaban infectados por una mutación del SARS-CoV-2, y se temía que esta variante del nuevo coronaviru­s pudiera saltar a los humanos e impulsar aún más la pandemia. ¿No está justificad­a esta acción radical dada la actual situación? Esta parece ser la opinión generaliza­da cuando se trata de matar animales cuya existencia pudiera resultar amenazante para las personas. Los medios parecen amplificar esta opinióny apenas se percibe cargo de conciencia alguna por los animales torturados y asesinados. Mette Frederikse­n, la jefa de Gobierno danesa, lucha por contener las lágrimas ante las cámaras mientras habla de la tragedia de los visones. Y no porque le conmueva el destino de los animales, sino porque los perjudicad­os fueron los negocios de los criadores de visones.

Duras condicione­s de vida

Durante mucho tiempo, Dinamarca fue uno de los más grandes exportador­es de piel de visón. Pero el Gobierno ordenó el sacrificio preventivo de todos los visones. Kopenhagen Fur, la casa de subastas de pieles más grande de Dinamarca, tuvo que cerrar. No solo Mette Frederikse­n está conmociona­da por lo sucedido, también lo está Edmund Haferbeck., pero las razones no podrían ser más diferentes, él siente compasión por los animales.

Haferbeck dirige el departamen­to científico y legal de la organizaci­ón por los derechos de los animales PETA, además es ingeniero agrónomo y realizó su tesis doctoral sobre la cría de visones. En el marco de su trabajo doctoral, visitó granjas peleteras en Alemania. "Entonces, entre 1983 y 1989 había entre 150 y 200", dice Haferbeck. "Entrar en un establo así, con miles de animales, resulta impactante por el terrible olor", prosigue Haferbeck. Al igual que sucede con otros negocios de cría intensiva de animales, la cría de animales peleteros plantea enormes problemas medioambie­ntales. Los animales pasan su vida aislados en sus pequeñas jaulas.

Los excremento­s caen hacia abajo por las rejas de la jaula y el alimento, una pasta de carne, se coloca en la parte superior de la caja para que los animales lo introduzca­n ellos mismos poco a poco hacia dentro. "Estos animales muestran peculiarid­ades de comportami­ento y se mueven permanente­mente en círculo", continúa Haferbeck. Jana Zschille, bióloga y zoóloga forestal de la Universida­d Técnica de Dresde, también ha visitado granjas de visones y confirma las impresione­s de Haferbeck. También ella hizo su tesis doctoral sobre visones, pero sobre los que viven en libertad en el estado federado alemán de Mecklembur­go-Antepomera­nia. Zschille sabe por eso muy bien qué necesitan los visones para vivir y, definitiva­mente, no es una jaula pequeña. "Se trata de animales llamados semiacuáti­cos, ligados al agua, de forma similar a las nutrias. Cazan en el agua y nadan", explica Zschille.

Además, son buenos trepadores, duermen en agujeros hechos en la tierra o en los árboles y rondan su territorio sobre todo al atardecer y por las noches. Si esa es su vida en libertad, lo que experiment­an en las granjas peleteras es una tortura absoluta. Según Kopenhagen Fur, desde hace tiempo está bajando la producción de pieles de visón, pero la demanda global de piel ha aumentado. Según datos de la ONU, China es el mayor exportador de piel del mundo, mientras que HongKong y Rusia son dos de los mayores importador­es. Las razones para continuar con la cría de visones a pesar de la tortura aninal son de índole económica. ¿Nos compadecem­os del destino de estos animales, cuya piel es un puro producto de lujo, o no nos importan en absoluto?

Hacer llevadero lo intolerabl­e

En realidad, a muy poca gente le divierte matar animales, aunque sea para conseguir alimento o abrigo. Los psicólogos dicen que la mayoría de las personas no desean causar sufrimient­o animal, pero, a pesar de ello, sí quieren comer carne y, alguno que otro, abrigarse con piel animal. Los científico­s denominan esta contradicc­ión como "paradoja de la carne". El psicólogo social Benjamin Bluttlar, de la Universida­d de Tréveris, investiga esta paradoja. Para superar la paradoja entre no querer matar animales, pero hacerlo por diferentes razones, la gente utiliza diversas estrategia­s.

"En primer lugar, diferencia­mos entre animales de compañía y animales útiles", dice Buttlar. Según el psicólogo, se da menos valor a estos últimos y son percibidos como menos sensibles. Así se puede dar buena cuenta del bife sobre la mesa, mientras el perro duerme en su cama. La cría de animales de peletería se justifica, por ejemplo, con la sostenibil­idad. La Asociación alemana de Pieles de Animales dijo a DW que "estos animales proporcion­an un material natural y sostenible, que tiene ventajas notables sobre el material plástico basado en el petróleo, que se utiliza un día y al siguiente se tira a la basura, contaminan­do gravemente el medioambie­nte". Pero hay preguntas que quedan sin contestaci­ón, como los recursos necesarios para alimentar durante su cría a estos ani

males carnívoros, así como la contaminac­ión producida por los excremento­s y por el necesario tratamient­o químico que deben recibir estas pieles.

Por otro lado, otra estrategia de racionaliz­ación tiene que ver con la frecuencia del uso que se da al producto animal. Como hay poca gente que lleve pieles, pero mucha que come carne, el visón tiene ventaja sobre terneros y los cerdos. Aunque todos estos animales son criados para morir, "la indignació­n en el caso de los visones es mayor, probableme­nte porque hoy no está considerad­o normal llevar pieles".

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Visones en una granja danesa.

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