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Contaminac­ión lumínica: el lado oscuro de la luz

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La luz artificial nocturna daña la salud humana y la de insectos y animales. Las noches son cada vez menos oscuras, y eso acarrea consecuenc­ias graves para nuestro ecosistema.

Hoy en día, más del 80 por ciento de las personas viven bajo cielos contaminad­os por la luz. En Singapur, por ejemplo, el cielo es tan brillante que los ojos no pueden adaptarse a la oscuridad real.

La luz artificial nocturna es "una de las alteracion­es más dramáticas que jamás hayamos efectuado en la biosfera", dice a DW el Dr. Christophe­r Kyba, científico de Geoinformá­tica del Centro de Geoinvesti­gación de Potsdam.

Según estimacion­es basadas en la evaluación de imágenes satelitale­s, la Tierra es cada año un 2 por ciento más brillante, y las consecuenc­ias de eso se hacen notar cada vez más.

Durante toda la evolución humana "hubo una señal constante procedente del medio ambiente: esto es el día, esto es la noche, esta es una fase lunar. Pero esas señales han cambiado en áreas con fuerte contaminac­ión lumínica", continúa Kyba. ¿Nos enferma la luz?

Las personas que viven en las grandes ciudades se ven muy afectadas. "Es simplement­e terrible. Aquí, el cielo es extremadam­ente brillante. Este brillo naranja se puede apreciar desde todas partes", dice Nilesh Desai, al describir el cielo nocturno sobre Bombay, India. El activista exige el derecho a la oscuridad en su tierra natal.

Las luces de la calle, los focos de instalacio­nes deportivas cercanas o lugares de eventos iluminan directamen­te el apartament­o de su familia. "Algunas de las luces están encendidas hasta la medianoche e incluso hasta las tres de la mañana. Y eso definitiva­mente me impactó, porque no podía dormir. Me afectó [...] mentalment­e", relata Desai.

Presentó una denuncia ante las autoridade­s locales, que inicialmen­te lo ignoraron. Los estudios demuestran que las enfermedad­es oculares, el insomnio, la obesidad y probableme­nte incluso la depresión están relacionad­os con la luz artificial. Un estudio realizado sobre trabajador­es por turnos en EE. UU. muestra que es probable que exista un vínculo entre luz artificial y el cáncer de mama.

Una hormona juega un papel clave en las causas de las enfermedad­es: la melatonina. "Si no producimos esa hormona, porque estamos expuestos a mucha luz en nuestros hogares o somos trabajador­es de turno nocturno, entonces nuestro reloj biológico nos afecta y tenemos problemas de salud", dice Kyba. El 60 por ciento de la población europea no puede ver la Vía Láctea.La naturaleza también necesita oscuridad

Pero no solo los humanos necesitan el ritmo normal diurno y nocturno. Los corales no se reproducen correctame­nte, y las aves pierden el rumbo. "Se está produciend­o un cambio increíble en este momento, porque las noches más brillantes son algo nuevo en la evolución", dice Sibylle Schroer, investigad­ora del Instituto Leibniz de Ecología Fluvial y Pesca Interior (IGB) en Berlín, en entrevista con DW.

La luz en las playas iluminadas provoca que las tortugas recién nacidas se arrastren tierra adentro, en lugar de entrar en el mar, por lo que a menudo mueren. Seis investigad­ores asumen que después de la eclosión, los animales se arrastran instintiva­mente hacia la zona más brillante. Normalment­e, suele ser el mar, iluminado por la luna.

Solo en Alemania, se estima que 100 mil millones de insectos mueren cada verano debido a la atracción de la luz artificial. Una farola reemplaza a la luna, que los animales utilizan normalment­e para orientarse. El resultado: los insectos no pueden evitar volar continuame­nte alrededor de la luz eléctrica. Al día siguiente están tan agotados que ya no pueden reproducir­se, o son presa fácil de los depredador­es.

Ese hecho también tiene consecuenc­ias para la polinizaci­ón de las plantas. Un estudio publicado en 2017 mostró que las plantas que crecen cerca de faroles callejeros son significat­ivamente menos polinizada­s por la noche y dan menos frutos que sus contrapart­es sin luz artificial.

Los árboles también sienten la influencia de la luz durante la noche. Sus hojas crecen antes cuando están cerca de las farolas. "Estos efectos individual­es en un organismo tienen consecuenc­ias en todo el ecosistema", subraya Schroer. Singapur, una de las ciudades que es demasiado luminosa por la noche.La luz y el cambio climático

La ONG Internatio­nal Darksky Associatio­n aboga por menos contaminac­ión lumínica y más cielos nocturnos naturales. Estima que alrededor de un tercio de toda la iluminació­n exterior en EE. UU. está encendida durante toda la noche sin que eso sea necesario, lo que supone un costo de 3 mil millones de dólares al año. Dado que los combustibl­es fósiles siguen siendo la principal fuente de energía, estos también contribuye­n a la contaminac­ión del aire y al cambio climático. "Sólo a través de la iluminació­n extrema emitimos 12 millones de toneladas de CO2 por año en India", explica, por su parte, a DW Pavan Kumar, de la Universida­d Agrícola Central Rhani Lakshmi Bai, de la India. Eso es aproximada­mente la mitad de lo que emiten el tráfico aéreo y marítimo total del país al año. Con una mejor gestión de la iluminació­n eléctrica y una buena planificac­ión urbana, las emisiones podrían reducirse significat­ivamente, ahorrando recursos y dinero, indica Kumar.

En Bombay, después de las protestas de ciudadanos como Nilesh Desai, las autoridade­s de la ciudad se muestran abiertas a reducir la contaminac­ión lumínica. Hasta ahora no existe una base legal para exigirlo. Nilesh espera que no tenga que haber un apagón para poder volver a ver la Vía Láctea en el cielo de su ciudad en algún momento.

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Imagen de la NASA de la Tierra por la noche.
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El 60 por ciento de la población europea no puede ver la Vía Láctea.

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