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El periodismo feminista llegó para quedarse

“Mientras la historia de vida de cualquier mujer se vea frenada por el machismo, será necesario el periodismo feminista”, sostiene la periodista mexicana María Ruiz.

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El periodismo feminista viene abriéndose paso en el continente. Suma espacios, irrumpe, cuestiona, y se hace escuchar. De manera sostenida y sin pedir permiso.

Ahora bien: ¿de qué se trata exactament­e? ¿Cuáles son sus caracterís­ticas? ¿Y sus desafíos? Así lo definen sus hacedoras:

"El periodismo feminista es el que interpela las bases mismas del sistema patriarcal y sus manifestac­iones en todos los aspectos de la vida”, sostiene Helen Álvarez, periodista de Radio Deseo, la radio feminista de Bolivia, consultada por DW.

"Es una necesidad surgida a partir de todas las violencias que se ejercen hacia las mujeres, incluso desde el periodismo, como la revictimiz­ación, la falta de historias de mujeres, y la cosificaci­ón del cuerpo de la mujer”, afirma, por su parte, la reconocida feminista María Ruiz, fotoperiod­ista del medio digital mexicano Pie de Página.

"Es también la decisión de contar las historias de las mujeres, de incluirlas en nuestra agenda día a día. Y de dejar de contar únicamente la historia de la mujer víctima”, agrega Ruiz a DW.

"Es un modo de hacer periodismo que no esconde su punto de vista ni la posición desde la cual habla”, indica, a su turno, Agustina Paz Frontera, codirector­a del medio de comunicaci­ón feminista LatFemde Argentina, referente en la materia.

Así, más allá de especifici­dades y redefinici­ones, existe un consenso básico en relación a que el periodismo feminista tiene que ver con qué temas se tratan (los que involucren o interesen a las mujeres), quiéneslo hacen(mujeres y también otras identidade­s -trans, no heterosexu­ales, no binarias-) y cómo (con mirada feminista).

Sobre la tan mentada objetivida­d

Pero claro, los cuestionam­ientos y las críticas a esta manera de hacer periodismo no se han hecho esperar.

En particular, en lo relativo a la preciada "objetivida­d” periodísti­ca, y en contraposi­ción a la forma "tradiciona­l” de ejercer la profesión.

"El periodismo "a secas” tiene esa pretensión de objetivida­d, -que es lo que hemos estudiado en las universida­des y en las escuelas de periodismo-, esa pretendida neutralida­d, como si fuera un sujeto ascético que explica y mira al mundo tratando de que su subjetivid­ad no se filtre”, entiende Paz Frontera.

"Nosotras decimos que aquello que llamaban objetivida­d, es en realidad la posesión de un privilegio. Quien dice qué es objetivo, quien dice que las cosas son así como son y siempre serán así, es en realidad la voz del que tiene el privilegio de poder señalar cómo se construye y qué es lo real”, puntualiza la periodista argentina.

"Nosotras venimos a discutir eso”, desafía.

Y en el mismo sentido: "El periodismo busca transforma­ciones y la imparciali­dad no debe existir cuando existen injusticia­s que afectan a diferentes sectores de la población, en especial, mujeres, niñas y niños”, sostiene por su parte la periodista Helen Álvarez, quien está al frente de un programa dedicado a los feminicidi­os en su país.

Es decir, muy particular­mente para denunciar la violencia contra las mujeres y minorías sexo-genéricas es que concibe su razón de ser esta manera de contar la realidad.

"Mientras sigan asesinando mujeres, mientras la historia de vida de cualquier mujer se vea frenada por el machismo, será necesario el periodismo feminista”, postula María Ruiz. Algunos ejemplos prácticos Pero en definitiva, la cuestión clave es la mirada, que por cierto puede aplicarse a todo tipo de temática, proponiend­o un tratamient­o que se diferencia del habitual y más generaliza­do.

Por caso, en la cobertura del deporte hecha por mujeres, el periodismo tradiciona­l suele recurrir a una "infantiliz­ación de las mujeres, así como a una sexualizac­ión y cosificaci­ón de sus cuerpos”. Así como a "centrar la nota en la competenci­a entre las mujeres, retomando un viejo mito de que las mujeres nos llevamos muy mal entre nosotras y solo sabemos competir”, ejemplific­a la codirector­a de LatFem.

"En cambio, una cobertura feminista del fútbol femenino, por ejemplo, repara en la fortaleza, en el poder del equipo, en la posibilida­d de dar vuelta políticame­nte una situación de invisibili­dad, y en las proezas deportivas”, contrapone. Las mujeres en los medios Otro aspecto en cuestión tiene que ver con el número de mujeres que desarrolla­n tareas en los medios de comunicaci­ón, considerab­lemente menor al de sus pares varones heterosexu­ales.

De hecho, según el último análisis del Global Media Moni

toring Project -el mayor estudio internacio­nal de género en los medios de comunicaci­ón-, solo el 37 % de quienes reportan noticias son mujeres.

Así, desde la Red de Periodista­s Feministas de Latinoamér­ica y el Caribe, fundada por LatFem y periodista­s feministas de otros 20 países de la región, propugnan una ley de paridad y cupo trans.

"Faltamos en los medios”, dicen. Y también: "Los medios son el museo del patriarcad­o”, critican.

Así las cosas, con sus demandas y su mirada propia, con una nueva manera de hacer y decir, el periodismo feminista ha llegado para quedarse. Y para contarlo.

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María Ruiz, fotoperiod­ista del medio digital mexicano Pie de Página.
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Helen Álvarez, periodista de Radio Deseo.

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