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Un criador de ranas colombiano lucha contra el tráfico de especies silvestres
Cada año, en Colombia, uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, miles de animales son víctimas de la caza furtiva. ¿Podrían los proyectos de cría en cautividad salvar a algunas especies de la extinción?
En las aisladas instalaciones de Iván Lozano hay docenas de vitrinas cuidadosamente apiladas, iluminadas con luz ultravioleta y llenas de vegetación. Estos terrarios albergan algunas de las especies de rana más amenazadas de Colombia. Desde esta pequeña granja cerca de Bogotá, Lozano intenta detener el tráfico de fauna silvestre que está saqueando los bosques del país.
"En Colombia se han cazado furtivamente especies de rana en cantidades tan grandes que casi se han extinguido”, explica.
Lozano cuenta que cultiva su amor por los animales desde niño. Estudió gestión de la fauna en Reino Unido y, al terminar, decidió centrarse en la conservación en su propio país. En 2006, fundó Tesoros de Colombia, un proyecto que pretende proteger especies en peligro de extinción debido a la caza furtiva.
Su empresa cuenta con permisos gubernamentales para criar y exportar siete tipos de anfibios en peligro de extinción, entre ellos, la rana venenosa de Lehmann y la rana dorada venenosa, ambas codiciadas por coleccionistas de todo el mundo. Cada año, cría miles de ranas, que vende entre 30 dólares y 500 dólares, según la especie y la edad.
Entre sus clientes se encuentran coleccionistas privados de Estados Unidos, Holanda e
Indonesia, a los que les gusta tener ranas en casa, así como organizaciones como Frogs and Friends, con sede en Alemania, que intentan establecer sus propios programas de cría en cautividad.
"Estamos ayudando a las autoridades a detener el tráfi