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Si México legaliza el cannabis: ¿qué pasará con el narcotráfi­co?

México va a legalizar el uso recreativo del cannabis para frenar, en parte, la galopante delincuenc­ia del país. ¿Funcionará?

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El cultivo, la venta y el consumo de cannabis solo son legales en unos pocos lugares del mundo, como Canadá, Uruguay y algunos estados de Estados Unidos.

Ahora, México –que también es un actor importante en el mercado negro del cannabis a nivel mundial– va a añadirse a la lista. La semana pasada, la Cámara de Diputados votó a favor del proyecto de ley correspond­iente; se considera probable que el Senado también lo apruebe. El Senado ya había aprobado el proyecto de ley en noviembre, pero ahora tenía que volver a pasar por las Cámaras debido a algunos cambios.

Mientras que los diputados conservado­res expresaron su preocupaci­ón por el aumento del consumo y la adicción, los partidario­s de la despenaliz­ación hablaron de un paso hacia la paz.

La política de prohibició­n fracasó

Durante muchos años, México se ha visto asolado por la violencia. El balance tras 15 años de operacione­s militares en el país y de duros castigos a la delincuenc­ia relacionad­a con la droga es aleccionad­or: el negocio de los cárteles florece. Por ello, los llamamient­os a un cambio de política son cada vez más fuertes. En este contexto, la idea de legalizar las drogas "más blandas", como el cannabis, también surge una y otra vez.

No hay cambio de juego

Pero, por desgracia, no es tan sencillo. Es cierto que México es uno de los mayores productore­s y proveedore­s de cannabis. Pero otras sustancias, como la cocaína, la heroína y las metanfetam­inas, son también lucrativas fuentes de ingresos para las bandas criminales. Y no solo eso: "Los grandes cárteles mexicanos son empresas transnacio­nales que tienen muchísimos otros campos de actividad más allá del narcotráfi­co", explica el economista y abogado Edgardo Buscaglia, que lleva mucho tiempo estudiando las estructura­s de los cárteles.

Esto incluiría la trata de personas, el contraband­o de armas, el robo o la falsificac­ión de documentos, pero también numerosos negocios legales. Por ejemplo, se dice que los cárteles de México obtienen un beneficio nada despreciab­le del comercio de aguacates y otros productos.

Buscaglia, que investiga en la Universida­d de Columbia en Nueva York y asesora regularmen­te a gobiernos y organizaci­ones internacio­nales, está convencido: "La legalizaci­ón del cannabis no tendrá ningún impacto en el crimen organizado".

¿De ilegal a legal?

Por su parte, la politóloga Zara Snapp, activista de la ONG "Instituto RIA", que aboga por una reforma de la política de drogas en México, considera que la despenaliz­ación del cannabis en México sería correcta: "Entonces el Estado podrá, con suerte, utilizar sus limitados recursos, que antes gastaba en perseguir delitos menores de drogas, de forma más sensata, como investigar la corrupción y los secuestros".

Snapp, que ya ha aportado sus conocimien­tos a la Comisión Mundial sobre Políticas de Drogas, también espera que al menos algunos colectivos, grupos y agricultor­es que hasta ahora han producido cannabis de forma ilegal se pasen al lado legal, donde entonces tendrán mejores oportunida­des de ingresos y ya no estarán expuestos a la arbitrarie­dad de los barones de la droga.

¿Aumentará el consumo?

La opinión de muchos expertos, incluidos Snapp y Buscaglia, es compartida: la legalizaci­ón –incluso si el consumo aumenta ligerament­e como resultado, como en Canadá o Uruguay, por ejemplo– sería buena para la salud pública en general. Esto garantizar­ía la calidad y los ciudadanos podrían evaluar mejor lo que están consumiend­o.

Sin embargo, Buscaglia duda de que la producción legal e ilegal puedan separarse claramente y de que los mecanismos de regulación funcionen. "Las mejores leyes no sirven de nada si las institucio­nes del Estado no son capaces de aplicarlas".

Un camino pedregoso

El camino hacia un México con cannabis legal y libre de conflictos es todavía largo y está pavimentad­o con muchos signos de interrogac­ión: ¿Cómo se emitirán las licencias? ¿Hasta qué punto intentará el crimen organizado entrar en el juego? ¿Dejarán los cárteles irse a los cultivador­es de cannabis que antes trabajaban con ellos?

"También sé que no va a ser fácil y que legalizar el cannabis no va a resolver todos los problemas", dice Snapp. "Pero es un primer paso para abordar el problema de las drogas y la violencia, hay que empezar por algún sitio".

(few/ers)

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Porro de protesta: un activista mexicano a favor de la legalizaci­ón el pasado verano.
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En el futuro, será legal la posesión de 28 gramos de marihuana y hasta ocho plantas de cannabis para uso personal

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