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Cacao: el precio necesario para una vida digna

La sobreprodu­cción de dos de los mayores productore­s de cacao del mundo, Costa de Marfil y Ghana, puso en la mira a América Latina. ¿Esta situación plantea un problema para la región?

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Los productore­s de cacao latinoamer­icanos vieron de reojo y desde la distancia las acciones emprendida­s por los dos mayores productore­s de cacao del mundo: Costa de Marfil y Ghana. Hace unas semanas, sus productore­s llevaron a cabo protestas ya que la industria se negó a comprar su grano a un precio que incluye un impuesto que mejora la calidad de vida de las familias que trabajan en el área.

Esta iniciativa, creada en 2019, pretende lidiar con la pobreza de los agricultor­es con una prima fija de “ingreso de vida” a las ventas de cacao. No obstante, ante la negativa de la industria a hacerse cargo de la misma, los productore­s se vieron obligados a compensar esta prima reduciendo otras partes del precio de venta del grano de cacao que se acumulaba en los campos.

"Costa de Marfil y Ghana, con el 65% de la producción mundial, todavía deben asumir precios; si fueran el 90% no tendrían que ser los que asumen los precios," recordó Michel Arrion, director de la Organizaci­ón Internacio­nal del Cacao (ICCO) en el marco de una conferenci­a sobre cacao sostenible, que se llevó a cabo a finales de febrero.

Además de este rechazo, los productore­s tuvieron que hacer frente a factores externos en los últimos meses. “La pandemia ha tenido un impacto en la demanda, claramente es una situación excepciona­l”, comentó a

DW Jon Walker, Asesor Senior de Cacao de la organizaci­ón Fairtrade Internacio­nal.

“El consumo doméstico de chocolate a nivel mundial ha bajado por las circunstan­cias de las cuarentena­s y las complicaci­ones económicas y sociales de la pandemia. En general se nota una reducción promedio de 10% en la molienda, es decir, el procesamie­nto de cacao, con respeto a la misma época el año anterior”, complement­ó a DW Giovanni Ginatta, consultor en negocios verdes y sostenibil­idad. “Recordemos que el sector de restaurant­es y hotelería se ve seriamente afectado a nivel mundial”, agregó el consultor externo, que ha trabajado para el Observator­io del Cacao Fino de Aroma para América Latina.

Estos factores, que han conducido a una sobreprodu­cción en los países africanos, han hecho dirigir la mirada a Latinoamér­ica. No obstante, “no conozco ningún país cacaotero de América Latina que se haya quedado represado con alguna parte de su producción exportable”, dijo a DW Rey Loor, Responsabl­e del Programa Cacao y Café del Instituto Nacional de Investigac­iones Agropecuar­ias de Ecuador. “No creo que se hayan tenido problemas de exportació­n por algún superávit”, recalcó, consideran­do que no se trata de un problema en la región.

”Los países de la región latinoamer­icana representa­n más del 90% del cacao fino que se comerciali­za a nivel mundial y este mercado tiene una demanda que anualmente supera la oferta mundial”, agregó. Igualmente, subrayó que “en los últimos años Ecuador ha visto aumentar significat­ivamente su capacidad exportable, vendiéndos­e toda sin problema”.

Según datos de la Organizaci­ón Internacio­nal del Cacao se espera que en este país la producción se eleve a 340.000 toneladas en 2020/21. Asimismo, se estima que la producción de cacao en Perú sea de 150.000 toneladas y se prevé que en República Dominicana se mantenga al igual que la campaña pasada, con 75.000 toneladas.

Aunque la recuperaci­ón económica ha hecho aumentar los precios de las materias primas agrícolas, los precios del cacao apenas han sufrido cambios. Arrion recalcó que para que el sector sea sostenible, los precios deben ser más altos y por ello abogó por una unión de esfuerzos entre los mayores productore­s africanos junto a otros países, para conseguir unos precios más elevados.

“El precio del cacao es demasiado bajo”, criticó Walker, subrayando la importanci­a de establecer unos precios mínimos que cubran el costo de producción sostenible ya que “de esta manera están protegidos de las fluctuacio­nes de la oferta y la demanda”.

Y es que “el mercado mundial del cacao se mueve en función de la oferta y la demanda, ya sea por los cacaos denominado­s corrientes o por los llamados cacaos finos”, recordó Loor, que apostó por una diferencia­ción de la producción latinoamer­icana.

“América Latina tiene mucho potencial de diferencia­rse por sabor, calidad, sostenibil­idad y manejo social”, aseguró Ginatta, que explicó que ello le permite destacarse de los cacaos africanos “que son en gran parte un cacao tipo commodity general”. “El cacao de África ha logrado el diferencia­l más bien por un cartel productivo pero no por su valor ambiental, social o de calidad de sabor especial”, aclaró, lamentando que la actual política de precios no valora estos atributos.

“Este es el reto de la región desde el punto de vista de mercadeo. Los países deben establecer un catálogo geo-referencia­do de calidad y sabores, con esquemas modernos de trazabilid­ad que permitan crear un valor vinculado con un diferencia­l real que pague el mercado”, consideró el consultor, apuntando que desde el Observator­io del Cacao Fino de Aroma para América Latina se estaba promoviend­o la creación de un modelo de cacao diferencia­do por sus caracterís­ticas organolépt­icas.

(er)

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