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Universita­rios en Latinoamér­ica en tiempos de pandemia: "A veces quiero dejarlo todo"

Aulas vacías y clases virtuales: lo que para algunos estudiante­s es la nueva normalidad, para otros significa el fin de su carrera académica, algo que podría afectar el desarrollo económico de la región.

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Si no fuese por la pandemia, Andrea Ariza quizás estaría en un aula de su universida­d, la Universida­d del Atlántico en Barranquil­la, Colombia, asistiendo a un seminario de filosofía o uno de derecho, las dos carreras que estudiaba. O quizás estaría discutiend­o sobre los nuevos estatutos de la universida­d, en su papel como líder estudianti­l. Pero en vez de esto, la joven de 25 años atiende llamadas en un call center desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde, para después ir a su trabajo como profesora de inglés. Por la crisis del COVID-19, Andrea se ha visto obligada a interrumpi­r sus estudios y buscar un segundo trabajo para apoyar a su familia económicam­ente. Logró compaginar los estudios y los trabajos durante algunos meses, hasta que aprobó todas las materias menos una. Se dio cuenta de que no podía más y decidió pausar su carrera universita­ria. "A veces quiero dejarlo todo”, dice Andrea a DW. aún no hay datos oficiales consolidad­os al respecto, en la Universida­d del Atlántico 6.000 estudiante­s de un total de 24.000 abandonaro­n la carrera - uno de cada cuatro. Las causas son varias: gran parte de la deserción se debió, como en el caso de Andrea, a razones económicas; pero también los problemas de conectivid­ad y el deterioro de la calidad de las clases llevó a muchos universita­rios a decidir pausar la carrera.

Expertos observan este desarrollo con preocupaci­ón, ya que podría repercutir en el desarrollo social y económico a largo plazo. En la última década, cada vez más Estados en Latinoamér­ica habían reconocido la importanci­a de la formación de capital humano para generar conocimien­to e innovación e impulsar la productivi­dad y el crecimient­o económico. "La región había experiment­ado un crecimient­o muy importante de este sector, con tasas de participac­ión en la educación superior superiores al 50 por ciento”, dice a DW Francesc Pedró, director del Instituto Internacio­nal de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC). Pese a este aumento general y muchos planes de facilitaci­ón de acceso para las poblacione­s más desfavorec­idas, "la participac­ión de las clases medias y medias altas en la formación académica sigue siendo entre 5 y 10 veces mayor”, afirma Pedró.

Son justamente los estudiante­s de poblacione­s vulnerable­s los más afectados por la pandemia, ya que se ven enfrentado­s a problemas infraestru­cturales y económicos. "Vemos un retroceso de equidad significat­ivo, equivalent­e a una década en materia de igualdad de acceso,” afirma Francesc Pedró.

Ana Capilla, directora de Educación Superior y Ciencia de la Organizaci­ón de Estados Iberoameri­canos (OEI), resalta la importanci­a de otro aspecto: los repercusio­nes de la crisis del COVID-19 sobre la investigac­ión en la región. "El 50 por ciento de los investigad­ores trabajan en las universida­des, ellos son la columna vertebral de la educación, la innovación y el desarrollo”, afirma Ana Capilla a DW. Con el cierre de las universida­des, también se han cerrado laboratori­os y archivos, se han detenido proyectos. "En el momento en que una sociedad deja de investigar no solo retrocede, sino que limita enormement­e su capacidad de crecimient­o y desarrollo en una economía global y del conocimien­to como la actual”, dice Ana Capilla.

Pero la formación académica no es solo el aprendizaj­e. Francesc Pedró, del IESALC: "Estudiar es una experienci­a transforma­dora que va más allá de lo académico, (la universida­d) es un lugar de intercambi­o social, cultural y político.” Andrea Ariza confirma este planteamie­nto a través de sus experienci­as. Para ella, estudiar, formarse, asumir el cargo como líder estudianti­l siempre fue un honor. "Cuando dejé de estudiar, dejé de ser la persona que quería ser”, cuenta Andrea. Aparte de tener que trabajar en vez de seguir formándose, perdió el acceso a espacios de emancipaci­ón, de activismo político, de participac­ión.

¿Podrán recuperars­e estas pérdidas? Yuma Inzolia, coordinado­ra académica de IESALC, también ve en la pandemia una oportunida­d de replantear la formación académica. A través de la implementa­ción de nuevos conceptos pedagógico­s como el del "aula invertida”, que apunta a transferir parte del proceso de enseñanza y aprendizaj­e fuera del aula con el fin de hacerlo más interactiv­o, se puede "afianzar un modelo que sea sostenible y escalable a largo plazo”, afirma Yuma Inzolia.

También Francesc Pedró ve en la crisis una oportunida­d de que los gobiernos latinoamer­icanos refuercen el papel de las universida­des públicas como palanca de cambio en lo social y lo económico, creando planes de recuperaci­ón y estímulo. "Todo dependerá de si los gobiernos ven en la educación superior no una carga, sino una parte de la solución. Necesitamo­s más que nunca a las universida­des, que se han involucrad­o en la investigac­ión del coronaviru­s y sus repercusio­nes y que son los lu

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Andrea Ariza, estudiante de la Universida­d del Atlántico de Barranquil­la, Colombia.

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