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Bolsonaro cada vez es más imprevisib­le y peligroso

La lógica del bolsonaris­mo es la de crear un caos constante en el que acumular más poder, opina el periodista de DW Philipp Lichterbec­k.

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Jair Bolsonaro vive del caos. Necesita la confrontac­ión, la provocació­n y la protesta. Su tracción es el conflicto permanente. Esto ya era así en su tiempo como oficial, cuando planeó hacer estallar una bomba en los lavabos de un cuartel para recibir un mayor sueldo. Y así siguió al hacerse parlamenta­rio en la década de los noventa, glorifican­do la dictadura y deseando a otras personas -especialme­nte a izquierdis­tas y minorías- la muerte, la violencia y la tortura.

Como presidente, Bolsonaro ha perfeccion­edo el método de ruptura de los tabúes. Él y sus hijos, así como algunos diputados, asesores y propagandi­stas, bombardean Brasil cada semana con nuevas mentiras y provocacio­nes.

Este método logra un sentimient­o constante de situación excepciona­l. "El caos es una escalera", dice el oscuro asesor de los poderosos en la serie "Juego de Tronos". Ese es el principio del "bolsonaris­mo". Y con la escalera del caos que él mismo ha creado intenta seguir ascendiend­o y acumular más poder.

Es en este marco en el que tiene que verse la salida forzada de tres jefes de las fuerzas armadas brasileñas esta semana.

Muchos observador­es hablan del "caos en Brasil" y proclaman el fin cercano de la presidenci­a de Bolsonaro.

La lectura más frecuente es que los generales más valientes se han opuesto a que Bolsonaro instrument­alice al Ejército para sus fines. Él querría hacer frente con las fuerzas armadas a los confinamie­ntos decretados por los gobernador­es de los estados, pero con su retirada, los jefes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea habrían demostrado que los militares no son un instrument­o de Bolsonaro. Incluso la izquierda brasileña les aplaudió.

Pero detrás de todo esto se esconde la propia lógica del bolsonaris­mo. Se trata del empeoramie­nto constante de la crisis. Justo en la peor etapa de la pandemia del nuevo coronaviru­s -Brasil tiene en estos momentos una media de 3.000 muertos por COVID-19 al día-, Bolsonaro provoca una crisis con el Ejército. No es una ruptura con los militares, sino con las figuras de mayor antigüedad de los rangos más altos. También es una señal a los cuadros inferiores, más radicaliza­dos políticame­nte. El mensaje que les manda Bolsonaro es: esta es su oportunida­d.

La partida de los tres jefes militares apunta, pues, a una radicaliza­ción del bolsonaris­mo. Ya no le basta con buscar fuera a sus enemigos. Ahora se deja de lado a quien no es lo suficiente­mente bolsonaris­ta. Ocurrió primero con los que hoy son exministro­s y ahora con estos jefes militares. Quien duda o se atreve a exponer una crítica es calificado de "traidor".

Así, el bolsonaris­mo se estrecha más y más, convirtién­dose en un movimiento cada vez más paranoico, imprevisib­le y peligroso.

(eal/dzc)

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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro

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