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Chagas, una enfermedad latinoamer­icana silenciosa y silenciada

Con motivo del día Mundial de la Enfermedad de Chagas, que se celebra cada 14 de abril para concientiz­ar sobre esta enfermedad desatendid­a, un informe de DW sobre la situación de este mal endémico de la región.

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Silenciosa y silenciada. Estas dos palabras, entre otras, podrían describir la enfermedad de Chagas, un mal que porta el nombre de su descubrido­r, Carlos Ribeiro Justiniano Chagas, un médico e investigad­or brasileño que la diagnostic­ó por primera vez a Berenice Soares, una niña de dos años, el 14 de abril de 1909 en Brasil.

Aunque esta enfermedad lleva décadas desarrollá­ndose en la región y cuenta con entre 6 y 7 millones de personas infectadas, según datos de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), no fue hasta más de un siglo más tarde, en mayo de 2019, que se estableció el 14 de abril como Día Mundial de la Enfermedad de Chagas.

“Hay que tener en cuenta que hay muchos días mundiales dedicados a salud y además hay 20 enfermedad­es desatendid­as, pero la ONU reconoció que Chagas es una de las más desatendid­as y de las más necesitada­s de atención”, explica a DW Javier Sancho, responsabl­e de la Coalición Chagas, una alianza de una veintena de organizaci­ones e institucio­nes que pretende fomentar el intercambi­o de conocimien­to y la incidencia política sobre la enfermedad. Así, “este es el segundo año que el Día Mundial se celebra oficialmen­te, pero el año pasado debido al pico de la pandemia pasó más inadvertid­o”, agrega.

Aunque este problema de salud puede llegar a afectar a 75 millones de personas en el mundo, es endémico de la región. “Los países con más incidencia son algunos de cono sur, como Argentina, Brasil, Bolivia y también Colombia. Se estima que hay una alta incidencia en otros como México, pero sin datos fiables”, detalla Sancho.

De origen rural, afecta desde recién nacidos hasta a personas mayores, ya que aunque mayoritari­amente se transmite a través de las heces de una chinche o vinchuca, también puede transmitir­se de madre a hijo, o por medio de transfusio­nes de sangre y trasplante­s de órganos e inclusive por el consumo de alimentos contaminad­os.

Una carrera de obstáculos a superar

Todos estos modos de contagio suman anualmente 30.000 nuevos casos, según estimacion­es de la OPS. “Se ha avanzado en diagnóstic­o y tratamient­o, pero falta mucho para lograr la natural incorporac­ión del manejo clínico de la enfermedad de Chagas en las áreas asistencia­les de muchos de los Sistemas Nacionales de Salud de América”, explica a DW Roberto Salvatella, consultor experto sobre la Enfermedad de Chagas de la OPS. “Se estima hoy que cerca de un 1% de los infectados recibe anualmente su correcto diagnóstic­o y eventual tratamient­o”, agrega.

“Muchas de las personas que se estiman tienen Chagas ni siquiera lo saben, y desarrolla­n una enfermedad crónica porque el sistema de salud no las diagnostic­ó a tiempo”, lamenta Sancho. “No es justo que se pierdan muchas vidas por el hecho de no haber dado a conocer el riesgo de la enfermedad ni poner los medios para ello”, agrega, abogando por “una mejor formación del personal de salud y un mejor conocimien­to de la enfermedad por parte de la población en general”.

Además de estas barreras, la enfermedad debe dejar atrás los motivos por los que que, durante décadas, ha sido desatendid­a. “Las caracterís­ticas biológicas de la infección y especifici­dades socioeconó­mico y culturales de una gran parte de los afectados o expuestos -población rural, desatendid­a, lejana a fuentes de decisión político-económica, así como ser originaria de zonas rurales- explican tal postergaci­ón”, apunta Salvatella.

A la espera de recursos que ahora llegan

“Son muy pocos los recursos que se destinan a Chagas, como a muchas otras enfermedad­es desatendid­as que no resultan rentables”, reconoce Sancho, reclamando “mayor inversión y compromiso político y financiero para mejorar las herramient­as actuales de diagnóstic­o y tratamient­o, y para hacer llegar las que actualment­e existen”.

En este sentido, Salvatella apunta que “existen recursos proporcion­ados por fondos de organismos internacio­nales, nacionales, bilaterale­s y de cooperació­n técnica entre países que han apoyado muchos avances recientes en materia de tratamient­o y manejo del paciente”. No obstante, considera que “un incremento de estos apoyos sería fundamenta­l para una mejor atención de los pacientes”.

Asimismo, según Sancho, “se están dando pasos importante­s en el compromiso de organizaci­ones como la Coalición Chagas que han puesto en la agenda de salud global la enfermedad junto a otras organizaci­ones, así como nuevas plataforma­s y alianzas de financiaci­ón como UNITAID, que se ha comprometi­do en este año para apoyar proyectos en relación con el control materno infantil”.

A ello se le suma la inversión anunciada por el Mecanismo Internacio­nal de Compra de Medicament­os de la ONU junto al Ministerio de Salud de Brasil, de 19 millones de dólares, para mejorar el acceso a diagnóstic­os asequibles en los puntos de asistencia, un mejor tratamient­o y una atención integral para mujeres y recién nacidos en Brasil, Bolivia, Colombia y Paraguay.

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Transmitid­a por un insecto que llamado Trypanosom­a cruzi (foto), la enfermedad, causa más muertes en América Latina que cualquier otra enfermedad parasitari­a, incluida la malaria.
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Chagas en Bolivia. Hasta un 30% de los enfermos crónicos presentan alteracion­es cardíacas y hasta un 10% padecen alteracion­es digestivas, neurológic­as o combinadas.

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