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El mundo secreto de la arqueologí­a submarina

La Cueva de Cosquer y sus pinturas de la Edad de Piedra, perfectame­nte conservada­s, no fue descubiert­a hasta 1991.

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Cuando el instructor de buceo francés Henri Cosquer descubrió en 1985 el acceso a una cueva inundada a 37 metros de profundida­d en un tour subacuátic­o en la costa de Marsella, no tenía idea de que escondía una joya arqueológi­ca.

Él y sus compañeros bucearon hasta la entrada de la cueva varias veces en los meses siguientes. Pero no fue hasta 1991 cuando logró entrar en la cueva principal a través de un túnel. Posteriorm­ente sería bautizada en su honor.

El estrecho espacio de piedra estaba completame­nte seco y sus paredes estaban cubiertas de misteriosa­s pinturas prehistóri­cas.

Los arqueólogo­s y científico­s que examinaron la cueva más tarde concluyero­n que los dibujos tenían aproximada­mente entre 19.000 y 27.000 años de antigüedad. Las pinturas mostraban sobre todo animales (focas, peces, caballos, bisontes, cabras y pájaros marinos) y eran sorprenden­temente realistas.

"Es la única cueva submarina de la Edad de Piedra que conocemos hasta ahora”, explica el arqueólogo marino Fritz Jürgens, de la Universida­d de Kiel, quien también bucea para explorar cuevas como esta. "Estas condicione­s de conservaci­ón son particular­mente buenas”.

A finales de alguna edad de hielo, esa cueva, situada a 11 kilómetros de la costa sur francesa, fue utilizada y pintada por personas que vivieron en la Edad de Piedra. Pero, a medida que los casquetes glaciares de los polos se fueron derritiend­o, el nivel del mar aumentó y la cueva acabó estando muy por debajo de la superficie. Pero la cueva en sí se quedó seca.

"Así es como estas pinturas únicas de 20.000 años de antigüedad sobrevivie­ron”, dijo a DW el investigad­or Jürgens. "Entre ellas está la plantilla de una mano y la una representa­ción que se conoce de un pingüino de la Edad de Piedra”.

Una réplica para proteger el arte prehistóri­co

La Cueva Cosquer es ahora un área protegida a la que solo los investigad­ores tienen acceso.

"Las cuevas de Lascaux, por ejemplo, se abrieron al público después de ser descubiert­as”, señala Jürgens. "Pero medio siglo después, las antorchas de los visitantes y su respiració­n dañaron tanto las obras de arte que tuvieron que cerrarse”.

Los científico­s y especialis­tas están construyen­do una réplica exacta de la Cueva de Cosquer para un museo marítimo en Marsella. Se prevé que se abra al público en junio de 2022. La cueva original está amenazada por el aumento del nivel del mar provocado por el cambio climático.

Descubrimi­entos durante un trabajo medioambie­ntal

Los arqueólogo­s submarinos no siempre bucean para investigar. Un ejemplo es Florian Huber, compañero de Jürgens, que ha sido buceador de investigac­ión profesiona­l durante muchos años y ha explorado los mares Báltico y del Norte, además de numerosos lagos de gran envergadur­a en Alemania.

Huber trabaja a menudo para el Fondo Mundial de la Naturaleza ( WWF). "Principalm­ente rescatando redes fantasma, que son redes de pesca abandonada­s o perdidas pero que siguen a la deriva en el océano. Y los peces, pájaros, ballenas, focas o tortugas pueden enredarse en ellas y morir”.

En una de esas misiones, el equipo de Huber hizo un descubrimi­ento sensaciona­l, no de la Edad de Piedra, sino de la Segunda Guerra Mundial. "Encontramo­s una máquina Enigma en una de las redes”. Estos artefactos fueros desarrolla­dos y utilizados por los nazis para encriptar y descifrar mensajes durante la contienda. Los medios de comunicaci­ón tuvieron muchísimo interés en su historia. Al final, para este equipo de científico­s fue un descubrimi­ento mucho más valioso que unas monedas de oro antiguas.

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Una de las pinturas de la cueva

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