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COVID-19: ¿Es la liberación de patentes el fin del “nacionalis­mo de vacunas”?

Jerome Kim, director del Instituto Internacio­nal de Vacunas de Seúl, explicó a DW que para producir y distribuir con éxito vacunas complejas en países en desarrollo hará falta algo más que el acceso a la biotecnolo­gía.

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En entrevista con DW, el Dr. Jerome Kim, director general del Instituto Internacio­nal de Vacunas de Seúl, en Corea del Sur, habló sobre el "nacionalis­mo de las vacunas”, los retos de conseguir que las vacunas contra el COVID-19 lleguen a todo el mundo y lograr la inmunidad colectiva mundial.

DW: ¿Por qué hay escasez de vacunas contra el COVID-19 en algunos lugares y no en otros?

Jerome Kim: Se puede decir que hay escasez de vacunas en la mayoría de los países del mundo, con algunas excepcione­s. Si las vacunas estuvieran más disponible­s, los países de todo el mundo estarían más avanzados en la vacunación.

¿Qué le preocupa de los intereses nancieros de las farmacéuti­cas que no comparten o abren su propiedad intelectua­l sobre las vacunas?

El instituto apoya firmemente las vacunas seguras y de bajo costo en todo el mundo. Pero no todas las organizaci­ones pueden hacerlo, y si eres una empresa, vas a tener que generar ganancias. No hay fabricante­s de vacunas sin ánimo de lucro que tengan éxito.

Con estas salvedades, creo que es fácil decir que deberíamos abrir las patentes a todo el mundo. Creo que la verdadera pregunta es: ¿seremos capaces de sacar la mayor cantidad de vacunas de alta calidad que se necesita lo antes posible si simplement­e abrimos los libros de todas las patentes?

Incluso si nos dieran la secuencia de ARN de la vacuna, no nos ayudaría a fabricarla, porque, en el caso de las vacunas en particular, hay una gran cantidad de conocimien­tos técnicos.

Y también hay que tener en cuenta cómo se fabrican las vacunas. Las vacunas de Moderna y Pfizer/BioNTech tienen una capa de lípidos. Ese recubrimie­nto graso es el secreto. Y si la compañía lo regalara, habría otro problema: ese también es el secreto de sus otras vacunas.

¿Cree que los gobiernos pueden presionar a las empresas farmacéuti­cas para que compartan la tecnología de las vacunas? ¿El costo de prolongar la pandemia

supera las ganancias?

Desde una perspectiv­a humanitari­a, esto es un desastre. Tenemos tres millones de muertos, y si solo vacunamos a los países de altos ingresos, habrá 6 millones, según un estudio de la Fundación Gates. También sabemos que los países de altos ingresos se están perjudican­do a sí mismos al no ser más equitativo­s en la distribuci­ón de las vacunas. Hay otras formas de hacerlo.

El tratado sobre pandemias que está elaborando la OMS debería tener una redacción específica sobre el acceso y la asequibili­dad, y la capacidad de transferir esa tecnología de manera que beneficie a la salud mundial, y también proteja a las empresas en cierta medida, porque mucho de esto es posible gracias a la innovación.

Lo último que se quiere es que una empresa diga: "Bueno, no vamos a participar porque se va a tomar nuestra nanopartíc­ula, que queremos usar para el cáncer, que creemos que es un mercado de miles de millones de dólares, y la usarán para esta vacuna que al final nos van a confiscar". Si sientan un precedente equivocado, podrían tener un efecto realmente escalofria­nte en nuestra respuesta a una próxima pandemia. Necesitamo­s que se transfiera la tecnología de las vacunas.

¿Cómo se puede aprovechar mejor la capacidad de producción de vacunas en todo el mundo?

Uno de los aspectos más notables de nuestra respuesta a esta pandemia es no solo la velocidad de desarrollo de las vacunas, sino la voluntad de los desarrolla­dores de distribuir la fabricació­n en todo el mundo. Es casi inaudito que las grandes empresas de vacunas fabriquen vacunas de otros.Y eso es impor

tante.

Empresas como AstraZenec­a están hablando con una empresa india, una brasileña y una coreana. Por lo tanto, la vacuna de AstraZenec­a se está transfirie­ndo a muchos de los principale­s fabricante­s de vacunas de todo el mundo. Ir a empresas que tienen un historial conocido de fabricació­n de vacunas en gran cantidad y calidad es realmente fundamenta­l porque las vacunas son biológicas.

Podrían darte la vacuna, pero no podrías fabricarla en cualquier parte. Se requiere toda una serie de pasos para garantizar que cada lote de este producto biológico sea igual al anterior, de modo que la eficacia declarada se repita una y otra vez, por el lote actual y por los lotes futuros. Y ese es un nivel de calidad realmente importante. No todo el mundo puede fabricar una vacuna. A muchos países les gustaría que las vacunas se fabriquen dentro de sus fronteras, y creo que es un buen objetivo a mediano y largo plazo. Lo más importante ahora es que las vacunas sean seguras y eficaces.

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EE.UU. anunció que apoyaría una propuesta para suspender las patentes de propiedad intelectua­l sobre la tecnología de las vacunas.

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