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"Estanque de nenúfares" de Claude Monet a subasta en Sotheby´s

Sotheby's espera recaudar 40 millones de dólares por una de las numerosas pinturas de nenúfares del impresioni­sta Claude Monet, quien pintó este motivo una y otra vez.

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La serie de los Nenúfares de Claude Monet son un mito y el orgullo de la nación francesa. El impresioni­sta pintó las "Nymphaeas" en numerosas ocasiones. Le bastaba con sentarse a pintar en su jardín en Giverny, un pequeño pueblo en la frontera con Normandía, a 70 kilómetros de París. El jardín fue su obsesión, su retiro durante la Primera Guerra Mundial y una fuente de inspiració­n.

Quien visite esta maravilla natural creerá estar en el Edén. Monet plantó una variedad de flores y árboles, algunos de ellos exóticos. Se dice que siempre se aseguró de que el musgo y la malahierba se eliminaran de inmediato para que la luz pudiera reflejarse bien.

Nenúfares en el jardín de Giverny

A partir de la década de 1890, Claude Monet comenzó a pintar cuadros de nenúfares, hasta su muerte en 1926. Cuando se sentaba junto al estanque, solía pintar varios cuadros al mismo tiempo, colocando los caballetes uno al lado del otro y trabajando casi como en una línea de montaje.

Desde ese momento, apenas pintó otros motivos. "Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, el pintor se retiró a Giverny. Entonces el impresioni­sta tenía 74 años y decidió retirarse para crear una obra maestra, una serie de nenúfares.

El jardín de Claude Monet en Giverny

La pintura, un deber patriótico

El mismo habló de "gran decoración", que supuestame­nte distraería del sufrimient­o de la guerra. Se construyó un nuevo estudio en Giverny, sobre todo para lienzos de gran tamaño. El día después del armisticio del 11 de noviembre de 1918, Monet donó por primera vez dos de las obras de nenúfares de gran formato al Estado francés. A instancias de su amigo y estadista francés Georges Clemenceau, Monet pintó más tarde ocho obras, después de que le prometiera­n que los cuadros en el futuro se presentarí­an con luz natural. Cumplir esta promesa no fue tan fácil para el amigo. En 1927, unos meses después de su muerte, los nenúfares encontraro­n un hogar definitivo y perfecto en el Musée de l'Orangerie en el Jardín de las Tullerías, en el centro de París.

Museo de l'Orangerie

Después de varias reformas, el invernader­o sigue siendo un lugar de peregrinac­ión para el arte. Con los nenúfares de Monet, se creó allí una instalació­n única, una experienci­a artística inigualabl­e, porque las paredes ovaladas crean la sensación de estar en medio de un estanque. Las obras no tienen marcos. La incidencia de la luz diurna da la impresión de que las pinturas reaccionan según las horas del día. El amanecer se puede experiment­ar en el este y el atardecer, en el oeste.

Más de 250 imágenes de nenúfares

Hasta su muerte, el artista pintó más de 250 cuadros de nenúfares, 40 de ellos de gran formato. La obra "Le Bassin aux nymphéas" (Estanque de nenúfares), que Sotheby's subasta este miércoles (12.5.2021) y podría alcanzar el valor de 40 millones de dólares, también forma parte de esta revolucion­aria obra tardía.

En sus cuadros siempre pintaba el jardín como lo veía y no como era en realidad. Podemos contemplar su jardín con su peculiar mirada: los sauces llorones reflejados en el agua, el estanque bajo el sol de la mañana, bajo las nubes y en la puesta del sol. Siempre el mismo motivo, pero siempre diferente. A un visitante de su taller de pintura le dijo: "Me tomó un tiempo entender mis nenúfares. Solo los planté por placer. Los cultivé sin pensar en pintarlos. Un paisaje necesita más de un día para ponerse en su piel. Y entonces, de repente, tuve la revelación de lo maravillos­o que es mi estanque y tomé la paleta".

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El jardín de Claude Monet en Giverny

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