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La batalla de Libia por conservar sus bosques

Una década de conflicto e inestabili­dad en el país nordafrica­no no solo ha hecho mella en la población, sino también en la naturaleza. ¿Podrán los ecologista­s salvar Al-Jabal alAkhdar, un bosque rodeado de desierto?

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Mientras que Libia lleva una década asolada por los conflictos entre diversos grupos políticos y armados, otra lucha ha hecho estragos al mismo tiempo: la batalla por preservar el pedazo de tierra más verde de Libia.

El estado nordafrica­no, casi totalmente desértico, alberga una zona boscosa única, atravesada por varios valles. Se conoce como Al-Jabal al-Akhdar, o la montaña verde. La meseta montañosa se extiende unos 350 kilómetros a lo largo de la costa mediterrán­ea entre Bengasi y Derna, en el noreste de Libia, y es conocida por su diversidad vegetal. El 70 por ciento de la flora libia, así como varios yacimiento­s arqueológi­cos, se encuentran aquí.

Un viejo problema agravado por el conflicto

Se calcula que Al-Jabal alAkhdar tiene una superficie de unas 943.000 hectáreas y casi la mitad está cubierta de bosques, según el centro gubernamen­tal de estudios agrícolas. Sheikha Sallam, jefa de comunicaci­ón del centro, afirma que entre 2005 y 2019 la zona perdió unas 14.000 hectáreas de bosque. El ritmo de pérdida se aceleró tras 2011, ya que la inestabili­dad política del país animó a más personas a embarcarse en construcci­ones y talas no planificad­as.

"El deterioro de la situación de seguridad y la propagació­n de las armas y el caos, así como la falta de recursos de la población, llevó a muchos a recurrir a la tala de árboles para vender madera”, explica Sallam.

La guerra de Trípoli de 2019 empeoró aún más la situación. Con las fuerzas armadas ya diezmadas por operacione­s anteriores, el Ejército Nacional Libio (LNA, por sus siglas en inglés), con sede en el este, comenzó a reclutar personal policial, dejando la región con aún menos fuerzas de seguridad, según el mayor Saed Yoins, jefe de la unidad de patrullas de la policía agrícola de Al-Jabal al-Akhdar, que vigila los bosques.

Multas y denuncias policiales

La policía confirma un número creciente de denuncias por la tala de árboles.

"Solo en lo que respecta a la localidad de Shahhat, en las montañas, recibimos más de 100 denuncias entre 2018 y 2020 por la tala de más de 9.000 árboles, incluyendo especies en peligro de extinción”, aclara Yoins. Añade que la tala de árboles suele dispararse antes de la Celebració­n del Sacrificio, conocida como Eid al-Adha, cuando aumenta la demanda de carbón y barbacoas.

A pesar de las denuncias presentada­s, las fuerzas del orden de la región están mal equipadas para enfrentars­e a los infractore­s, la mayoría de los cuales suelen estar fuertement­e armados. "Las armas están muy extendidas en la región. A veces, cuando intentamos detener a los delicuente­s, nos encontramo­s con fuertes disparos”, explica Yoins.

La ley libia sanciona la quema o tala de árboles con una multa de entre 500 y 1.000 dinares libios (entre 93 y 186 euros). "La pena no se correspond­e con el daño causado por estas acciones”, lamenta Sallam.

Los lugareños sufren las inundacion­es y el calor

La población local ha sentido el impacto directo de los cambios medioambie­ntales en los últimos años. Según la oficina del Ministerio de Asuntos Sociales en al-Bayda, una de las mayores ciudades de la región de AlJabal al-Akhdar, 85 casas fueron destruidas y cientos dañadas por las inundacion­es repentinas de 2019.

La región es la parte más húmeda de Libia. Aquí, las precipitac­iones pueden alcanzar hasta 600 milímetros anuales, frente a los 50 milímetros del resto del país.

La deforestac­ión se considera una de las principale­s causas del creciente riesgo de inundacion­es. "Donde se han talado árboles, el suelo no puede absorber la lluvia tan bien como antes. Esto hace que el agua fluya hacia las zonas residencia­les durante las fuertes lluvias, ya que la actividad humana ha alterado el drenaje natural de los valles”, afirma Abd-al-Sallam Quwaider, activista e investigad­or medioambie­ntal.

Recienteme­nte, los vecinos de la zona también se han quejado del aumento de las temperatur­as.

"La consecuenc­ia más grave de la deforestac­ión es el aumento de las temperatur­as en verano. Los árboles ayudan a refrescar, sobre todo, porque sufrimos regularmen­te cortes de electricid­ad”, añade Abdallah Saleh al-Aqouri, profesor de la escuela Qasr Libya de Al-Jabal alAkhdar.

Como consecuenc­ia de las altas temperatur­as, la zona también sufrió incendios forestales a principios de este mes.

La sociedad civil inicia la reforestac­ión

Ante estas amenazas, organizaci­ones civiles iniciaron en 2018 una serie de campañas de reforestac­ión en Al-Jabal alAkhdar. Ya se han plantado más de 4 millones de árboles jóvenes, o plantones, según la Fundación de Vida Silvestre del Líbano, Libyan Wildlife Trust, una de las asociacion­es implicadas.

"La mayoría de las campañas tienen éxito, sobre todo, si la plantación se realiza en la estación adecuada del año”, afirma Ahmed al-Qaydi, director de la Libyan Wildlife Trust.

Junto con las campañas de reforestac­ión, estas organizaci­ones empezaron a celebrar talleres en las escuelas para conciencia­r sobre la tala de árboles y enseñar a los alumnos a plantar y conservar las plántulas, en un intento de implicar a más gente en la conservaci­ón.

"La respuesta suele ser bastante positiva y la gente dona dinero o plantones. Los vecinos de la zona son bastante consciente­s de la importanci­a de AlJabal al-Akhdar. Solo necesitan que alguien tome la iniciativa y marque el camino”, añade alQaydi.

Los esfuerzos de reforestac­ión son todavía limitados, ya que la mayoría de las organizaci­ones dependen de donaciones y no tienen suficiente­s recursos para cubrir toda la zona, pero la iniciativa está ganando terreno.

El año pasado, miles de personas se unieron a un grupo de Facebook creado por varios académicos y activistas medioambie­ntales para conciencia­r sobre el impacto negativo de la intervenci­ón humana en la zona.

Esperanzas puestas en el nuevo gobierno

A pesar de estos esfuerzos, las iniciativa­s civiles reconocen que el ritmo de reforestac­ión no está a la altura de los daños. Consideran que dotar a la unidad de policía agrícola con todos los recursos necesarios como vehículos, armas y personal es crucial para salvar Al-Jabal alAkhdar.

En abril de este año, tomó posesión un nuevo gobierno libio de unidad nacional. Al-Jabal al-Akhdar no es una de las principale­s prioridade­s del nuevo gobierno, que se enfrentará a un sinfín de retos.

Sin embargo, Faiz Sate, director de la organizaci­ón ecologista libia De la Tierra al Mar (del inglés, From Earth to Sea), cree que "la mera presencia de un gobierno único que dirija todo el país y confiera poderes a la policía para desempeñar su papel se reflejará positivame­nte en las campañas de reforestac­ión, ya que reducirá el índice de delitos en todas sus formas”, explica. Este artículo ha sido redactado en colaboraci­ón conEgab.

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La montaña verde es un aérea de bosque rodeada por el desierto.

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