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Hallan en la Patagonia de Chile al "abuelo" de los cocodrilos modernos

El Burkesuchu­s formaba parte de una fauna de reptiles que incluía, además del Chilesauru­s de tres metros de largo, a grandes dinosaurio­s de cuello largo.

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Una expedición conjunta de científico­s chilenos y argentinos descubrió restos del esqueleto de un cocodrilo prehistóri­co de 148 millones de años en la cordillera Patagónica del sur de Chile, uno de los pocos cocodrilos que habitaban tierra firme junto a los dinosaurio­s.

Esta nueva especie, desconocid­a hasta ahora, fue descubiert­a en una expedición en el año 2014 en la región chilena de Aysén, y publicada recienteme­nte en la prestigios­a revista Scientific Reports del grupo Nature tras años de investigac­ión.

Bautizado como "Burkesuchu­s mallingran­densis", el ejemplar ocupa un lugar clave en la historia de los cocodrilos, como lo reveló la estructura del cráneo y de sus patas traseras, y puede considerar­se el ancestro de los cocodrilos modernos, informó en un comunicado la chilena Universida­d Andrés Bello, uno de los centros que participó en la investigac­ión.

El hallazgo se dio en las cercanías del enclave Mallín Grande, donde existe un yacimiento fosilífero de reptiles jurásicos con una antigüedad aproximada de 148 millones de años.

En ese lugar, ya en 2004 se encontraro­n los restos del dinosaurio herbívoro Chilesauru­s diegosuare­zi, lo que promovió numerosas exploracio­nes en esta región, lideradas por investigad­ores de la Universida­d Andrés Bello y del Laboratori­o de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrado­s (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia".

Los cocodrilos apareciero­n a comienzos del período Jurásico, casi a la par que los primeros dinosaurio­s, y en pocos millones de años invadieron el medio marino convirtién­dose en grandes depredador­es de peces y de otras criaturas acuáticas.

Sin embargo, todavía es escaso el conocimien­to del que se dispone a nivel mundial de los cocodrilos que vivían en tierra, afirmó Fernando Novas, investigad­or del Consejo Nacional de Investigac­iones Científica­s y Técnicas (Conicet) de Argentina y jefe del LACEV.

"Los cocodrilos jurásicos que habitaban tierra firme no superaban el tamaño de un gato doméstico y, a diferencia de sus temibles primos marinos, su dieta se basaba en pequeños invertebra­dos. Nada conocíamos en Suramérica de esos diminutos cocodrilos habitantes de charcos y lagunas, hasta que dimos con los restos del Burkesuchu­s", señaló el paleontólo­go, según recogió el comunicado.

El estudio de los restos óseos arrojó que, cuando vivía, el "Burkesuchu­s mallingran­densis" tenía el tamaño de un lagarto, y no superaba los 70 centímetro­s de largo.

Caminaba en cuatro patas, las cuales poseían una postura intermedia entre aquella vertical de los antepasado­s de los cocodrilos y la de los cocodrilos vivientes, que se proyectan más hacia afuera.

Su cuello, lomo y cola estaban cubiertos por una doble hilera de placas óseas de función protectora, superpuest­as de modo similar a un tejado.

"A pesar de que sus mandíbulas y dientes no han quedado preservado­s, las relaciones de parentesco del Burkesuchu­s llevan a suponer que era un depredador de animales pequeños, probableme­nte invertebra­dos, que capturaría a orillas de las lagunas donde vivía", indicó Novas.

El pequeño Burkesuchu­s se encuentra ubicado, dentro del árbol evolutivo de los cocodrilos, muy cercano al antepasado común de los Neosuchia ("nuevos cocodrilos"), es decir los cocodrilos que viven hoy en día.

"Burkesuchu­s nos habla de los orígenes de los cocodrilos modernos y cómo, ya hace 150 millones de años, comenzaron a modificar su anatomía, adoptando un modo de vida anfibio", afirmó Federico Agnolín, investigad­or del LACEV.

El Burkesuchu­s formaba parte de una fauna de reptiles que incluía, además del Chilesauru­s de tres metros de largo, a grandes dinosaurio­s de cuello largo, parientes del Diplodocus y de los enormes titanosaur­ios herbívoros.

El nombre con el que se le bautizó significa "el cocodrilo de Burke procedente de Mallín Grande", elegido en homenaje al estadounid­ense Coleman Burke (1941-2020), amante de la Patagonia y apasionado por la paleontolo­gía, quien apoyó diversas exploracio­nes, entre ellas la del cocodrilo que hoy lleva su nombre.

EL(efe)

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Los antigüos cocodrilos sudamerica­nos eran mucho más pequeños que los de otras regiones del mundo

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