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Monika Grütters: La cultura es importante para la democracia

La Comisionad­a alemana para la Cultura, Monika Grütters, hace balance en entrevista con DW sobre el apoyo estatal al sector cultural en la pandemia, habla sobre arte saqueado y el Foro Humboldt.

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Tras casi ocho años en el cargo, Monika Grütters irradia satisfacci­ón con la labor realizada. Desde 2013, cuando sustituyó a Bernd Neumann como Comisionad­a del Gobierno Federal para la Cultura y los Medios de Comunicaci­ón, esta parlamenta­ria del partido cristianod­emócrata (CDU) ha marcado el rumbo de la política cultural alemana. Y lo ha hecho "con entusiasmo y pasión”, como ella dice. Poco antes de las elecciones al Bundestag en otoño, Grütters ve cumplidos muchos de sus objetivos. ¿Continuará? "Eso lo decidirán los electores”, advierte.

Alemania hace "mucho por su cultura, en comparació­n con otros países”, agrega, y agradece a la canciller Angela Merkel. La crisis del coronaviru­s resultó ser la mayor prueba de resistenci­a que haya enfrentado Grütters: museos, teatros, salas de concierto y cines tuvieron que cerrar en todo el país, a pesar de los sofisticad­os conceptos de higiene. Ya nada funcionaba, todo un sector quedó paralizado. "Lo que más me afectó fue la angustia real, genuina, reconocibl­e y palpable de los artistas", dice Grütters en entrevista con DW. Ella vio cómo "los artistas, los escritores, los creadores de arte y cultura lucharon por tener mayor visibilida­d, por miedo a que su importanci­a para el conjunto de la sociedad no fuera debidament­e apreciada”. Y ella luchó por todos.

Como política dedicada a esta materia, siempre se ha considerad­o una "abogada" del sector cultural. Por eso luchó por la ayuda económica de miles de millones de euros para el segundo sector económico más fuerte de Alemania en términos de producto interior bruto. "¡Por favor, comprendan que la cultura no es solo un factor económico!”, le decía Grütters a su Gobierno y agregaba que "se trata también del reconocimi­ento y la importanci­a social de la cultura en toda la sociedad".

Debate sobre el arte colonial saqueado

Tanto los artistas como el público han tenido que hacer muchos sacrificio­s: "Yo misma me sentí como si tuviera un síndrome de abstinenci­a cultural, y creo que mucha gente se sintió igual", dice a DW. La inspiració­n y el intercambi­o que ofrecen las artes hacen mucha falta. Las cuestiones decisivas dejaron de discutirse en los escenarios públicos, para pasar a la intimidad del propio hogar. "La cultura no es solo diversión, no es solo entretenim­iento, es un correctivo crítico muy importante en nuestra comunidad, importante también para la democracia", dice Monika Grütters. Y quiere decir que la cultura es sistémicam­ente relevante.

Grütters considera que el debate sobre el arte colonial saqueado, que cobró impulso durante la pandemia, debería haberse producido hace tiempo: "El pasado colonial de Alemania ha sido durante mucho tiempo un punto ciego en nuestra memoria", afirma. Hasta ahora, Alemania ha asumido su historia reciente, empezando por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. "Pero el período anterior, el dominio colonial de Europa sobre África, sólo está saliendo a la luz ahora. Eso es bueno para nosotros", dice.

Alemania está dispuesta - como en el caso de los llamados "Bronces de Benín” - a devolver el arte saqueado. Los valiosos paneles de metal y las esculturas, que habían adornado el palacio real del Reino de Benín desde el siglo XVI, fueron llevados en masa por gobernante­s coloniales británicos como arte saqueado a Europa y Estados Unidos en 1897. Algunas de ellas llegaron a las coleccione­s de los museos alemanes a través del mercado del arte. "Su origen es un contexto de injusticia", subraya ahora Grütters. "Y por eso estamos dispuestos a devolverlo". Las primeras piezas podrían ser regresadas a Nigeria ya el próximo año.

Abierta al mundo y a la colaboraci­ón

En realidad, los "Bronces de Benín” estaban destinados a ser la principal atracción del nuevo -y ya muy criticado- Foro Humboldt, que se ha construido en el emplazamie­nto del antiguo Palacio de la Ciudad de Berlín y que abre sus puertas estos días. Monika Grütters defiende con vehemencia la decisión a favor del Foro, que, según ella, es un "nuevo tipo de casa cultural" y, en cualquier caso, "más que un museo, porque trabaja de forma interdisci­plinaria". Cuenta con cine, escenarios y espacios para conferenci­as.

En la zona del Foro, de 42.000 metros cuadrados, también se expondrán piezas de coleccione­s no europeas. Una nación cultural como Alemania está redefinien­do la plaza central de la república aquí a principios del siglo XXI. "Eso me enorgullec­e", dice Grütters. Solo unos pocos Estados "han resistido la tentación de vanagloria­rse a sí mismos y a su propia historia". Alemania ha decidido otra cosa: "Las artes no europeas deben tener su lugar allí en diálogo con la Isla de los Museos de enfrente, donde tiene cabida la historia mediterrán­ea y, por tanto, también la alemana".

"Queremos presentarn­os como socios en el mundo”, dice. Al fin y al cabo, el nombre de Humboldt representa el interés por el mundo. Y concluye que "Alexander y Wilhelm von Humboldt hicieron avanzar la historia intelectua­l. El apellido es sinónimo de gran apertura, de tolerancia y de comparar la propia experienci­a con lo que es posible en otras regiones del mundo”.

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Entrevista de DW con la Comisionad­a alemana para la Cultura, Monika Grütters

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