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¿Habrá pronto una vacuna contra la malaria?

La hembra del mosquito anófeles mide solo seis milímetros y transmite el parásito que causa la malaria. Aún no existe una vacuna aprobada internacio­nalmente, pero sí hay ya algunas investigac­iones prometedor­as.

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Anualmente mueren más de 400.000 personas de malaria. La mayoría de ellas son niños que no han cumplido aún los cinco años. Esta enfermedad tropical es una de las principale­s causas de mortalidad infantil en África. Allí, cada dos minutos muere un niño por esa enfermedad, que produce dolores de cabeza y de extremidad­es, fiebre y escalofrío­s, así como cólicos y dolores gastrointe­stinales.

El parásito plasmodium usa como vector al mosquito anófeles. Sus larvas se desarrolla­n en aguas estancadas, como charcos y agua en recipiente­s caseros. Las hembras se alimentan de la sangre que absorben al picar a sus víctimas. Si pican a una persona infectada de malaria, pueden propagar la enfermedad como vectores. Es decir, que una picadura puede conducir a la muerte.

Una vacuna contra la malaria podría salvar muchas vidas. Actualment­e hay cerca de 70 candidatos vacunales contra la malaria, pero ninguno de ellos brinda todavía un cien por ciento de seguridad. Sin embargo, algunas fueron aplicadas ya con éxito por los investigad­ores.

Candidato vacunal de Tubinga

Un grupo de investigad­ores de Tubinga, Alemania, desarrolló junto con la empresa de biotecnolo­gía estadounid­ense Sanaria la vacuna PfSPZ-CVac. "Se trata de parásitos vivos que se aplican junto con un medicament­o quimiotera­péutico, el cual los debilita”, explica a DW Peter Kremsner, del Instituto de Medicina Tropical de la Universida­d de Tubinga. "Así los parásitos no pueden reproducir­se indiscrimi­nadamente ni propagarse sin freno. Mueren antes de que puedan enfermar a la persona vacunada”, señala. Estudios demostraro­n que esta vacuna logra una inmunizaci­ón efectiva, añade el científico, de cerca de un 77 por ciento. Con eso, los investigad­ores incluso superaron la efectivida­d del 75 por ciento que exige la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) para una vacuna contra la malaria. Los científico­s utilizaron una cepa de parásitos provenient­es de África Occidental y luego, como control de la infección, una cepa de Sudamérica. En mayo de 2021, el estudio fue publicado por la revista especializ­ada Nature Communicat­ions.

El equipo de Tubinga realizó el ensayo de la vacuna en personas entre 18 y 30 años. "Los inmunizamo­s tres veces en un lapso de cuatro semanas”, dice Kremsner. "Lo nuevo es que acortamos y compactamo­s el procedimie­nto. Anteriorme­nte, los voluntario­s tenían que recibir 13 dosis.

A partir del quinto día después de la primera inmunizaci­ón se les tomaron muestras de sangre y se les hizo un seguimient­o minucioso. Un plan terapéutic­o como el de los estudios de Tubinga es extremadam­ente importante para las regiones africanas, ya que muy pocos pueden llegar al consultori­o médico a menudo para recibir la inmunizaci­ón.

Semi-inmunidad natural

La mayoría de adultos en las regiones altamente endémicas disponen de una semiinmuni­dad natural desarrolla­da porque han sufrido múltiples infeccione­s de malaria. "Vimos que cerca de un 20 a un 25 por ciento de las personas poseen una ‘inmunidad estéril', es decir, que ya no se infectan con el parásito. En un 40 por ciento, todavía se detecta al parásito, pero las personas no se enferman. Es decir, que pueden combatirla. En alrededor de un tercio, el parásito solo puede detectarse mucho más tarde, y los infectados se enferman, pero el desarrollo de la malaria es leve”, aclara Kremsner la semi-inmunidad.

Candidato vacunal de Oxford

Otro estudio prometedor es el que se lleva a cabo en la Universida­d de Oxford, Reino Unido. Se trata del candidato vacunal contra la malaria R21/ Matrix-M. Este también brinda una protección de un 77 por ciento. Esa alta efectivida­d fue demostrada por los investigad­ores durante un lapso de 12 meses luego de los estudios posteriore­s correspond­ientes. El estudio se llevó a cabo en Burkina Faso.

Los 450 participan­tes tenían entre cinco y 17 meses de edad, y provenían de la región de Nanoro. Algunos de ellos recibieron la nueva vacuna contra la malaria, y los niños del grupo de control, la vacuna contra la rabia. Los investigad­ores los vacunaron tres veces antes de la temporada de la malaria, entre mayo y agosto de 2019. Un año después, los vacunaron una cuarta vez. El preparado R21/Matrix-M demostró una alta inmunizaci­ón contra los esporozoit­os, la fase infecciosa del plasmodium. El grupo que recibió una mayor cantidad de dosis logró una inmunizaci­ón del 77 por ciento. No se detectaron efectos secundario­s graves.

Vacuna de GlaxoSmith­Kline

Un tercer candidato vacunal que fue aprobado ya en 2015 es RTS,S, también conocido como Mosquirix. Fue desarrolla­do por la farmacéuti­ca británica GlaxoSmith­Kline junto con la PATH Malaria Vaccine Initiative. Se utiliza desde 2019 en Ghana, Kenia y Malawi. Pero según estudios solo evita un tercio de las infeccione­s. Además, su efectivida­d disminuyó en el transcurso de cuatro años.

Una vacuna de este tipo solo puede reducir las infeccione­s en conjunto con otras medidas, como la profilaxis de exposición, usando redes mosquitera­s impregnada­s con insecticid­as, el uso de insecticid­as y también la eliminació­n de aguas estancadas. Esta vacuna emplea solo una proteína del parásito de la malaria Plasmodium falciparum, que es el que aparece con más frecuencia en África, pero es solo uno de cientos. "El candidato vacunal R21 no es en realidad una innovación”, señala Kremsner, ya que es una copia antigénica del RTS,S y solo se diferencia en el adyuvante”, pero la efectivida­d es similar.

Planes para una vacuna ARNm

Una nueva esperanza contra la malaria podría significar la vacuna basada en el ácido ribonuclei­co mensajero o ARNm. La compañía alemana BioNTech, que también desarrolló la vacuna BNT 162b2 contra el coronaviru­s que causa COVID-19, planea desarrolla­r un primer estudio clínico hasta 2022. El objetivo esencial es investigar una vacuna mRNA para prevenir la malaria y lograr una inmunidad sostenida ante esa enfermedad, y, de ese modo, también ante la mortalidad que esta enfermedad tropical provoca. Además, la empresa quiere buscar soluciones para la producción y distribuci­ón de la futura vacuna.

Mientras el preparado de BioNTech todavía está en la fase inicial, los investigad­ores de Tubinga, junto con Sanaria, ya planean comenzar en los próximos meses los estudios de aprobación de la vacuna. Kremsner confía en que ese estudio dé resultados positivos. En el mejor de los casos, la vacuna contra la malaria de Tubinga podría salir a la venta en un futuro cercano.

(cp/ms)

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Una mujer se protege de la malaria con una red mosquitera en Bengala Occidental.

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