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Barreras de plástico anticovid sirven poco y nada, dicen expertos

Las separacion­es de plexiglás que abundan en locales comerciale­s, restaurant­es y supermerca­dos podrían empeorar las cosas, pues evitan la circulació­n de aire y concentran los patógenos.

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En tiempos de coronaviru­s, posibles contagios e insegurida­d, toda medida que parezca ofrecer una dosis de certidumbr­e es bienvenida. El problema es que podemos crearnos falsas sensacione­s que pueden jugarnos en contra. Al menos eso explican expertos citados por un artículo de

que ponen en duda la utilidad de una de las barreras más populares instaurada­s en distintos puntos del mundo contra el SARS-CoV-2: las proteccion­es de plástico.

Estas barreras transparen­tes que abundan en supermerca­dos, restaurant­es y también oficinas pretenden separar ambientes y presuntame­nte evitar que unos usuarios lancen el coronaviru­s a otros con la saliva. Suena noble y bienintenc­ionado, pero científico­s expertos en aerosoles aseguran que en realidad estas

Times, The New York

divisiones más bien dan una falsa sensación de seguridad y pueden redirigir los patógenos a otras personas. Además, impiden la libre circulació­n del aire, y con ello la ventilació­n, que la experienci­a ha demostrado es vital para prevenir contagios. De acuerdo con

estas barreras pueden generar zonas donde no circula viento y, con ello, bolsones con

Times, The New York

potencial alta presencia de virus. "Si tienes un bosque de barreras en un aula, va a interferir con la ventilació­n de esa habitación”, dice Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech. "Los aerosoles de todo el mundo van a quedar atrapados y atascados allí y se van a acumular, y acabarán extendiénd­ose más allá de tu propio escritorio”.

Si bien es cierto que evitan la salpicadur­a de gotas de saliva, y por ello se usan para proteger la comida en restaurant­es de bufet, por ejemplo, parecen no tener un efecto en el control del SARSCoV-2, que se propaga a través de partículas de aerosoles invisibles. Por ello, los especialis­tas piensan que es mejor quitar esas separacion­es de las salas de clases y privilegia­r la ventilació­n. Y, por supuesto, no dejar de usar mascarilla­s.

Estudios realizados en Reino Unido han mostrado que las barreras evitan exitosamen­te que las partículas expulsadas en un tosido lleguen a otras personas, pero de ninguna manera evitan que las exhaladas al hablar alcancen a más seres humanos. Un experto pone un ejemplo gráfico, pero esclareced­or: "sirven para bloquear un escupitajo, pero no contra el humo de los cigarrillo­s”. El humo se desplaza y llegará tarde o temprano a los pulmones de la persona que está al otro lado de la barrera.

Habrá que ver ahora qué dicen las empresas que han invertido cientos de millones de euros en adaptarse a los nuevos tiempos pandémicos adquiriend­o medidas de seguridad que son, cuando menos, dudosas.

DZC (The New York Times, Der Spiegel)

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"Emosido engañado". Las barreras de plástico serían bastante inútiles, según estudios.

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