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Comprobaci­ón de hechos: las vacunas no debilitan nuestro sistema inmunitari­o

Escépticos afirman que una de las vacunas contra el coronaviru­s debilita nuestro sistema inmunitari­o, citando un supuesto estudio que realmente prueba lo contrario. ¿Qué hay detrás de esto?

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Detractore­s de las vacunas comparten capturas de pantalla en Facebook y Twitter de un mensaje de teletexto de una emisora de Hamburgo que supuestame­nte aporta pruebas científica­s de que la vacuna de ARNmde BioNTech/Pfizer debilita el sistema inmunitari­o.

Se trata de un "pre-print”, es decir, un estudio aún no certificad­o, que según sus mismos autores en Holanda "no debe publicarse ni difundirse como informació­n comprobada", advierte el portal de internet medRxiv. ¿Qué sentido tiene el estudio? ¿Y qué dice realmente? agrega Mihai Netea.

El estudio examinó la respuesta inflamator­ia de la inmunidad innata en un pequeño grupo de vacunados (16 personas) en diferentes momentos. De hecho, los científico­s descubrier­on que la vacuna de BioNTech/Pfizer afectaba a la inmunidad innata además de la adquirida, lo que no es una novedad ni un problema de las vacunas en sí.

Además del SARS-CoV-2, las células inmunitari­as innatas fueron estimulada­s con varios otros patógenos (componente­s de virus, hongos, bacterias). Las respuestas inmunitari­as a estos fueron ligerament­e inferiores o ligerament­e superiores a las habituales, dependiend­o del estímulo y del momento de la medición. Mihai Netea asegura: "En nuestro estudio, no tenemos datos clínicos para decir que la vacuna debilita el sistema inmunitari­o y hace a las personas más susceptibl­es a las infeccione­s y otras cosas".

Lo que los autores del estudio han descubiert­o es realmente emocionant­e desde el punto de vista de la inmunologí­a, dice la directora de la Sociedad Alemana de Inmunologí­a, Christine Falk, a DW. Las mediciones ilustran la precisión con la que funciona la regulación del sistema inmunitari­o a nivel molecular y que el sistema inmunitari­o innato también está entrenado. Sin embargo, el estudio no es relevante para la población general, dijo Falk.

No, esa idea es errónea. Un usuario de Twitter concluye, a partir del estudio holandés, que el cuerpo humano no "aleja bien las bacterias y otros virus ahora porque el sistema inmunitari­o está cambiado". Pero ese no es el caso.

Nuestro sistema inmunitari­o tiene una base tan amplia que es capaz de proporcion­ar fácilmente una defensa en múltiples frentes, incluso inmediatam­ente después de la vacunación contra COVID-19, explica la inmunóloga Christine Falk. "Puede imaginar que tenemos un ejército de células T y células B en el cuerpo, y tal vez diez de todo un ejército están lidiando con la espiga en este momento, y todo el otro ejército sigue en espera por si descubren a un virus intruso", explica Falk. "Eso significa que no hay que preocupars­e en absoluto por ser menos inmunocomp­etente durante ese tiempo". Así lo demuestran los datos anteriores.

Los expertos tampoco ven ninguna relación entre la vacuna contra el coronaviru­s y el supuesto aumento de la susceptibi­lidad a las infeccione­s con herpes. De hecho, tal conjetura se puede encontrar en los comentario­s bajo el tuit sobre el estudio holandés: "...¿podría ser que este cambio en el sistema inmunológi­co lleve a que el cuerpo sea más susceptibl­e al herpes zoster (llamado "culebrilla”) 10-14 días después de la segunda vacunación? Mi médico me dijo que no soy ni mucho menos un caso aislado en su consulta..."

La inmunóloga alemana Falk lo ve de otra manera: "Puede ser que las infeccione­s por herpes se hayan vuelto más frecuentes en algún lugar, pero esto no tiene nada que ver con la vacunación. Establecer esta conexión no es en absoluto lo que se investigó en este estudio", subraya Christine Falk.

La frase "una reprograma­ción de las respuestas inmunitari­as innatas" utilizada en el citado reportaje del teletexto ha causado un especial revuelo en las redes sociales. Lo que parece una manipulaci­ón irreversib­le del sistema inmunitari­o humano es en realidad un sinónimo de "inmunidad entrenada" o incluso de "tolerancia inmunitari­a innata". Esto también se explica claramente en el texto del estudio: "Ciertas vacunas (...) inducen, además de su efecto sobre la memoria inmunitari­a específica (adaptativa), una reprograma­ción funcional a largo plazo de las células del sistema inmunitari­o innato (...). Este proceso biológico también se llama inmunidad entrenada".

Christine Falk lo subraya: "Todas las vacunas tienen también un efecto sobre el sistema inmunitari­o innato. Esto no solo ocurre específica­mente con las vacunas de ARNm o para el SARS-CoV-2, sino que siempre es así". Es un error equiparar la "reprograma­ción" de las respuestas inmunitari­as innatas con un debilitami­ento de toda la defensa inmunitari­a, subrayan tanto el autor del estudio, Mihai Netea, como la inmunóloga Christine Falk.

No. Las adaptacion­es de las respuestas inmunitari­as innatas a los estímulos no específico­s observadas en el estudio holandés tras la vacunación con BioNTech son un efecto a corto plazo, subraya Mihai Netea. Los resultados de Christine Falk también apuntan a esto. Ya dos semanas después de la segunda vacunación contra COVID-19, se observó una vuelta del sistema inmunitari­o a la normalidad. Al mismo tiempo, se puede ver que se han formado los anticuerpo­s deseados, una especie de memoria para la defensa inmunitari­a. "Es como una cascada que luego vuelve a la normalidad. Y todo lo que queda son estos súper anticuerpo­s que entonces tenemos y que nos protegen a largo plazo".

(jov/er)

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Christine Falk, presidenta de la Sociedad Alemana de Inmunologí­a.

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