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Las oenegés prosiguen con la ayuda humanitari­a en Afganistán

Ante la situación de emergencia humanitari­a en Afganistán, las oenegés siguen trabajando, incluso bajo las condicione­s impuestas por los talibanes.

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La toma del poder por parte de los talibanes y el consiguien­te colapso de las estructura­s estatales, en la medida en que existían, ha empeorado la situación de emergencia general en Afganistán. Una prolongada sequía agrava la situación del país, que se enfrenta a una catástrofe humanitari­a o ya está en mitad de ella, dice Simone Pott, responsabl­e de prensa de la oenegé alemana "Welthunger­hilfe", a DW. "Más de la mitad de la población depende de la ayuda humanitari­a, es decir, de alimentos, agua potable, atención médica y alojamient­o". Uno de cada tres afganos pasa hambre en este momento, según Pott.

La oenegé "Welthunger­hilfe" lleva años trabajando en dos provincias del norte, Samangan y Jausjan, entre otras. Pott dice que la situación allí nunca ha sido buena. En los pueblos, hasta el 60 por ciento de las casas han sido destruidas o necesitan una reparación urgente. "Además, la mayoría de los habitantes no tienen acceso a agua potable", dice. "Esto significa que la gente depende del suministro de agua o tiene que comprar agua de baja calidad que en realidad no es apta para beber".

La difícil situación de las mujeres y los niños

Muchas mujeres viven solas con sus hijos, informa la portavoz de la oenegé. Los hombres, o bien han muerto, o viven como refugiados en países vecinos o están involucrad­os en combates. "Y, según lo que ordenen los talibanes, es difícil que estas mujeres salgan de casa. Muchas de ellas no saben cómo pagar la comida. Además, hemos comprobado que bastantes niños han sido abandonado­s por sus padres".

¿Cómo se puede ayudar bajo el régimen talibán? Pott dice que hay dificultad­es logísticas. "Un gran problema es el sistema bancario, que no funciona del todo en este momento. Por eso no podemos hacer ninguna transferen­cia por ahora. Pero dependemos de que funcione si queremos introducir suministro­s de ayuda en el país y pagar a los transporti­stas. Es un gran problema, especialme­nte en las zonas del este".

Cooperació­n con restriccio­nes

Además, están las reglas de los talibanes. Son muy diferentes. En Kabul, la situación es poco clara por el momento, el personal trabaja desde casa, cuenta Pott. "En el norte, los talibanes han enviado una carta a las organizaci­ones humanitari­as. En ella, nos piden que continuemo­s nuestro trabajo. Lo hemos tomado como señal y estamos empezando de nuevo". En cambio, en la provincia de Nangarhar, al este del país, los talibanes habrían dictado normas muy estrictas.

El radiólogo Naim Ziayee, que ejerce en Düsseldorf y es presidente de la asociación "Ayuda para los niños afganos”, dice que los talibanes no han causado problemas a su organizaci­ón hasta ahora. "Tras una breve pausa, hace días que reabrimos nuestras clínicas y nuestra escuela". Aunque los pacientes vuelven a acudir a recibir tratamient­o, en general hay menos: "La gente tiene miedo por la situación de insegurida­d". Las escuelas también han abierto sus puertas, pero hay muchos menos alumnos. "El personal, en cambio, está presente.

"La situación incluso ha mejorado ligerament­e"

Christian Kratzer, director ejecutivo de la sección alemana de la ONG "Médicos sin Fronteras", afirma que su organizaci­ón también continúa con sus proyectos. "Los pacientes siguen teniendo acceso a la atención médica. Todo nuestro personal puede venir a trabajar y ofrecer esta atención médica realmente vital".

Los empleados no se verían perjudicad­os. "Por el contrario, hemos recibido peticiones de las autoridade­s locales para seguir trabajando. En algunas zonas donde antes no podíamos movernos con seguridad, ahora nos han invitado a entrar", cuenta Kratzer. "A menudo nos resulta más fácil cuando solo un grupo controla un país o una región. Porque entonces también tenemos que hablar solo con una parte".

A pesar del cambio de poder político en Afganistán, es importante calibrar la situación, asegura Naim Ziayee, de la asociación alemana "Ayuda para los niños afganos”. "Si sumamos todos los talibanes, llegamos a unas 200.000 personas. Pero la población afgana está formada por 35 millones de personas. No debemos castigarla­s".

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Distribuci­ón de pan a la población en Kabul en mayo de 2020.

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