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Suecia entra a la OTAN y el muro nórdico se completa

- Teri Schultz

El momento que Estocolmo había estado esperando con impacienci­a finalmente llegó: Suecia se convierte formalment­e este jueves, 7 de marzo de 2024, en el 32º miembro de la alianza atlántica, después de que Hungría levantara el último obstáculo. El primer ministro sueco, Ulf Kristersso­n, se encuentra en Washington para formalizar el proceso. De ese modo, Suecia es la última nación nórdica en pasar a integrar las filas de de la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En mayo de 2022, cuando, junto con Finlandia, solicitó el ingreso a la alianza, los responsabl­es de la OTAN le aseguraron al Gobierno sueco que su proceso de incorporac­ión sería el más rápido de la historia.

Sin embargo, no fue del todo así. Mientras que Finlandia logró la aprobación de los miembros y, de ese modo, entrar a la OTAN en abril de 2023, Suecia permanecía en vilo y se sentía excluida con respecto a sus vecinos nórdicos Noruega y Finlandia. También porque esperaba que la adhesión del dúo fuera en conjunto, tal como había sido la solicitud.

Las barreras impuestas por Turquía y Hungría

Pero la oposición de Turquía y Hungría obligó a Suecia a aceptar ese largo retraso antes de poder ingresar en el paraguas de seguridad de la OTAN.

Oscar Jonsson, investigad­or de la Universida­d Sueca de Defensa, afirma que el hecho de haber declarado su deseo de ingresar en la OTAN, pero verse bloqueado por sus posibles aliados, era el "peor lugar" para que Suecia se quedara varada, aunque fuera temporalme­nte.

"Si nos fijamos solo en los datos empíricos recientes, se puede ver que Rusia ha invadido dos Estados que percibía como en camino a entrar a la OTAN", dijo a DW, refiriéndos­e a Georgia y Ucrania, "pero a ninguno de los Estados miembros de la OTAN".

La aprobación del Parlamento turco tardó unos 20 meses, y la de Hungría, incluso unas semanas más. En ambos casos, fueron necesarios esfuerzos diplomátic­os adicionale­s.

¿Una adhesión deseada o estratégic­a?

Suecia había concertado múltiples acuerdos bilaterale­s de seguridad con países de la OTAN a lo largo de los años, basándose en su intención de permanecer fuera de una alianza militar, pero ninguno de ellos tenía la naturaleza vinculante de la garantía del Artículo 5 de la OTAN de "todos para uno y uno para todos".

El ministro sueco de Defensa, Pal Jonson, que anteriorme­nte fue el jefe del comité de defensa del Parlamento sueco, abogó durante décadas por la adhesión de su país al bloque trasatlánt­ico, diciendo: "Podemos esperar, podemos suponer, podemos desear que obtengamos el apoyo de la OTAN [en caso de ataque], pero no podemos saberlo hasta que nos unamos a la alianza".

Sin embargo, para la mayoría de la población sueca no resultaba interesant­e el hecho de que el país escandinav­o integrase la OTAN. Eso cambió cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, inició la guerra de agresión contra Ucrania. A ello se sumó que la vecina Finlandia dejó en claro que no perdería tiempo en buscar la adhesión a la alianza.

Según señala el experto en política exterior y estudios de seguridad Oscar Jonsson, el "estatus especial" sueco hacía tiempo que había desapareci­do. Y agrega que, aunque la solicitud de adhesión a la OTAN fue presentada por muchos dentro y fuera de

Suecia como el abandono de la preciada imagen del país como nación "neutral" y militarmen­te no alineada, en realidad, no eso no era así. "Unirse a la Unión Europea supuso un cambio mayor", dice sobre esa decisión de 1995, "ya que la UE tiene autoridad supranacio­nal y puede crear sus propias leyes, lo que afecta el modo de vida sueco de una manera mucho más tangible". Pero la OTAN no tiene autoridad para afectar la legislació­n y hace todo por consenso, lo que significa que Suecia tiene que estar de acuerdo. "No se puede alterar completame­nte a Suecia sin el consentimi­ento sueco", subrayó.

Lo cierto es que la incorporac­ión sueca refuerza la presencia de la OTAN en el Ártico, donde Rusia tiene su "establecim­iento militar más sensible, sus misiles balísticos lanzados desde submarinos, sus bombardero­s estratégic­os, y ahí es donde hacen gran parte de sus experiment­os", acota Jonsson.

A las magníficas condicione­s geoestraté­gicas de Suecia se suma que la nación nórdica aporta importante­s activos militares al arsenal potencial de la OTAN.

El Wilson Center, con sede en Washington, señala tres grandes ventajas para la alianza: la industria de defensa sueca, una de las mayores de Europa, que produce algunos de los "equipos más sofisticado­s del mercado"; el "alto nivel de competenci­a tecnológic­a del sector privado sueco", y sobre todo, que "la Fuerza Aérea sueca es la mayor de los países nórdicos y una de las más potentes de Europa".

(yc/cp)

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