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Las raíces coloniales del genocidio en Ruanda

- Matthias Frickel

"Hablamos la misma lengua, compartimo­s la misma cultura, el mismo país... ¿qué nos ha separado?". Es esta cuestión fundamenta­l la que mueve a Samuel Ishimwe, cineasta ruandés ganador de un Oso de Plata en la Berlinale 2018.

¿Quién sembró el odio en Ruanda? ¿Cómo lo hizo? Desde abril de 1994, a lo largo de cien días, alrededor de un millón de personas fueron brutalment­almente asesinadas. También los padres de Samuel Ishimwe y la mayor parte de su familia.

Para él, tiene un significado especial investigar, por encargo de una emisora alemana, el porqué de lo ocurrido. Los descubrimi­entos científicos demuestran que Alemania, como primera potencia colonial, ya a finales del siglo XIX dividió a la población indígena en diferentes "razas".

¿Fue ahí cuando quedaron sembradas las semillas de los asesinatos posteriore­s? Durante el genocidio, las milicias hutu mataron a sus vecinos, porque creyeron la propaganda de que los miembros de la minoría tutsi no eran seres humanos.

Cómo se crean los estereotip­os del enemigo

En el siglo XIX, los científicos europeos dividieron a la humanidad en una jerarquía configurada por diferentes razas. La "raza blanca" se considerab­a superior y más avanzada. La llamada "negroide" o "raza negra" se considerab­a inferior.

Los alemanes llevaron a Ruanda el mito de los "hamitas". Los tutsis se definían como hamitas, una "raza" más próxima a la "raza blanca". Los alemanes considerab­an que los tutsis eran "hamitas" que habían inmigrado del norte de África y llevaban siglos dominando a los hutus, supuestame­nte indígenas. Por tanto, a los tutsis se les considerab­a más desarrolla­dos que la raza "negroide". Esta narrativa persistió durante mucho tiempo y se convirtió en la perdición de los tutsis.

La contribuci­ón de Alemania al genocidio de Ruanda

El documental de DW "Reclaiming History - Colonialis­m and Genocide in Rwanda" (Reclamar la historia. Colonialis­mo y genocidio en Ruanda) examina el papel del colonialis­mo alemán y belga en el genocidio de 1994 contra los tutsis en Ruanda.

Samuel Ishimwe, cuyos padres fueron asesinados durante el genocidio, parte en busca de los orígenes del "odio racial" entre tutsis y hutus. La emisión del documental, de 86 minutos de duración, comenzará el 5 de abril de 2024 en la programaci­ón lineal mundial de DW y en los canales de YouTube de DW Documentar­ies.

Matthias Frickel, de DW, acompaña a Ishimwe en su viaje por Ruanda, Alemania y Bélgica, donde historiado­res y testigos contemporá­neos le ayudan a llegar al fondo de su historia y la de su país. Roméo Dallaire, antiguo jefe de las fuerzas de paz de la ONU en Ruanda, cuenta que fue testigo de cómo Occidente permitió las matanzas de 1994, a pesar de sus apremiante­s advertenci­as.

Cráneos de Ruanda llevados a Alemania

Samuel Ishimwe tropieza en Alemania con una sociedad que ha tenido experienci­as similares con la memoria del Holocausto a las que tuvieron los ruandeses con el genocidio.

Solo desde hace poco es tema de debate el hecho de que etnólogos alemanes robaran en 1907/1908 más de 900 cráneos en Ruanda, que todavía se conservan en institucio­nes berlinesas, para llevar a cabo "investigac­iones raciales", populares en la época.

Andre Ntagwabira, arqueólogo del Museo Etnográfico en Butare (Ruanda), dice que esos restos humanos fueron tomados para clasificar a los ruandeses y "demostrar que había filiaciones étnicas en Ruanda. El resultado fue el genocidio de los tutsis", asegura.

Por su parte, Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, confirma la responsabi­lidad alemana. Hoy día surge la pregunta de si necesariam­ente la categoriza­ción en "razas" llevada a Ruanda por los alemanes tenía que conducir a un genocidio 100 años después.

La antropólog­a cultural AnnaMaria Brandstett­er lleva 20 años investigan­do sobre aquel país. Según Brandstett­er, el colonialis­mo sentó las bases, pero no es la única explicació­n del genocidio: "La violencia colonial no conduce automática­mente a la violencia poscolonia­l, como el genocidio contra los tutsis. No se mata a un vecino porque se piense que es tutsi o hutu. Lo matas porque ya no lo consideras un ser humano".

Los belgas alimentaro­n el odio entre hutus y tutsis

En las ciudades de Bruselas y Lieja, el cineasta Ishimwe conoce cómo Bélgica, como potencia colonial posterior, alimentó el odio entre hutus y tutsis con el objetivo de mantener su dominio. El historiado­r ruandés Dantès Singiza, que investiga la dominación colonial belga en aquel país, le muestra documentos que prueban la política racista de los belgas en Ruanda.

En 1932, Bélgica introdujo un documento de identidad que cimentó una "segregació­n racial" que, según los historiado­res, nunca antes había existido. A partir de aquel momento, los ruandeses eran tutsis, hutu o twa. Las categorías sociales permeables se convirtier­on en categorías étnicas fijas. "Me sorprendió darme cuenta de que no fue un error inocente de las potencias coloniales. Había una intención sistemátic­a de difundir esta ideología y dividir a la gente. Trabajaron duro para hacer creer a los ruandeses que eran realmente diferentes", relata Samuel Ishimwe.

Hablar sobre el trauma

¿Cómo podemos afrontar este difícil legado? La psicóloga Esther Mujawayo-Keiner da un consejo a Ishimwe: "Tenemos que hablar de ello, no podemos evitar el tema. Pero, ¿cómo podemos hacerlo? El silencio es peligroso, pero hablar también puede serlo. Depende de cómo se hable". La propia Majawayo-Keiner sobrevivió al genocidio contra los tutsis y trabaja en Alemania desde hace 20 años.

De vuelta en Ruanda, Ishimwe se reúne con genocidas condenados y sus víctimas, que hoy viven juntos en una aldea de reconcilia­ción: "Sé que los ruandeses tenemos una gran responsabi­lidad por odiarnos y por el genocidio que tuvo lugar. Nosotros, los ruandeses, cometimos el genocidio. Nadie más lo hizo. Pero el odio y la ideología que lo sustentan son ideas que crecieron y se cultivaron principalm­ente durante el periodo colonial belga."

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Imagen: Samuel Ishimwe/DW
De todos estos miembros de la famlia Ishimwe, solo dos sobrevivie­ron el genocidio en Ruanda Imagen: Samuel Ishimwe/DW

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