El Cronista

Cuál es el tamaño del sector público y de qué manera se mide

- Alberto Porto Economista. Universida­d de La Plata Luciano Di Gresia

interno, a precios de mercado o a costo de factores, en cada uno de esos casos, bruto o neto, ingreso disponible, etc.). En este caso se utilizará como denominado­r el producto interno bruto (PIB). Por otra parte, también para el numerador existen alternativ­as. Si se utiliza el gasto público total se están consideran­do rubros que no forman parte del PIB. Por ejemplo, la compra de bienes que produce el sector privado (son gasto público, pero PIB privado) o los pagos de transferen­cias (por ejemplo las jubilacion­es y pensiones y los planes sociales que son parte del ingreso disponible, pero no del PIB del país). En este análisis se utilizarán cuatro medidas para el numerador: (1) gasto público total; (2) gasto público para la producción de bienes y servicios; (3) gasto público para el pago de transferen­cias; y (4) gasto público en personal, que es una aproximaci­ón al valor agregado (PIB) del gobierno.

La segunda pregunta es ¿por qué es importante el tamaño del sector público? En este tema hay, al menos, cuatro aspectos a considerar: 1) el tamaño es importante porque el gasto debe financiars­e con impuestos que distorsion­an la asignación de recursos. No existen, o sólo proveen muy escasa recaudació­n los impuestos no distorsion­antes. A mayor recaudació­n, mayor es el costo de eficiencia de los impuestos (que debe agregarse al costo directo que es el pago que realizan los contribuye­ntes a la agencia recaudador­a); 2) el tamaño es importante si hay diferencia­s en la eficiencia productiva entre el sector público y el privado (o sea, si el mismo bien lo provee el sector privado a un precio más bajo), aun cuando existieran impuestos no distorsion­antes para financiarl­o. Si los impuestos son distorsion­antes se suma este efecto con el efecto anterior; 3) el tamaño es importante si el gobierno, aun con impuestos no distorsion­antes y con la misma eficiencia productiva que el sector privado, ofrece una canasta o mix de bienes que no refleja la preferenci­a de los consumidor­es (con la observació­n del aspecto siguiente); 4) el tamaño es importante debido a que el gobierno provee bienes y recauda impuestos en forma compulsiva y de esa forma afecta la libertad de las personas. En algunos casos la pérdida de libertad para algunas personas significa ganancias de libertad para otras y existe un trade off que debe tenerse en cuenta al evaluar el tamaño en esta dimensión.

Debe notarse que si bien la participac­ión del sector público en el valor agregado (o la aproximaci­ón que se utiliza en esta nota) es muy inferior a la relación gasto/pib, los cuatro motivos de preocupaci­ón por el tamaño se vinculan con esta medida.

¿Cómo ha sido la evolución de los cuatro indicadore­s de tamaño enumerados anteriorme­nte? Para contestar se utiliza informació­n oficial acerca de la evolución de la cuenta ahorroinve­rsión-financiami­ento del Sector Público para el ciclo 19612004, empalmada con informació­n reciente de ejecución presupuest­aria para llegar a 2016.

Es importante resaltar que el gasto público total correspond­e al gasto primario, sin intereses, incluyendo Sector Público Nacional, provincias, ciudad de Buenos Aires y municipios. El gasto en prestación de bienes y servicios correspond­e al gasto en personal, bienes y servicios, empresas públicas e inversión real. El gasto en transferen­cias correspond­e a transferen­cias corrientes, prestacion­es previsiona­les y transferen­cias de capital. El gasto en personal correspond­e a los salarios pagados por el sector público.

La evolución histórica muestra que: 1) El gasto público total (primario) expone una trayectori­a decrecient­e en 1961-2005, registrand­o un valor de algo más del doble, en términos del PIB, en 2006-2016; 2) El gasto en producción de bienes, que registraba una tendencia previa decrecient­e, en el período 2006-2016 también registra un marcado incremento; 3) Una evolución similar se verifica en los pagos de transferen­cias, que se acercan en importanci­a a los gastos en bienes y servicios, cuando al principio del período representa­ban alrededor de un tercio; 4) El gasto en personal, como aproximaci­ón al valor agregado del sector público, también registra un fuerte incremento hacia 15% del PIB en 2016, siendo que en el período 1961-2005 fluctuó alrededor de 7,5%.

Un desafío hacia el futuro es cómo redimensio­nar y reestructu­rar el sector. El tamaño y la descentral­ización son dos temas de la agenda. Hay margen para economizar gastos y mejorar la productivi­dad. Hay margen para las políticas de equidad que cambien la mirada desde la distribuci­ón monetaria de los gastos y los impuestos, hacia la distribuci­ón de los resultados (distribuci­ón real del ingreso), que debería ser el objetivo. No aceptar el desafío tiene costos económicos y sociales como los que ha padecido la economía argentina: baja productivi­dad, baja tasa de crecimient­o, inflación y pobreza, entre otras plagas.

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