El cambio climático requiere una solución global urgente
Desde inicios de la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII, las emisiones globalmente contaminantes vienen creciendo año a año. Por esta razón los gases acumulados que rodean la tierra ya ascienden a 410 ppm., cuando antes de la Revolución Industrial llegaban apenas a 280 ppm. Desde hace ya mucho tiempo que aumentan las emisiones contaminantes, por eso cuando comenzaron las negociaciones internacionales convocadas por Naciones Unidas (COP-1), en 1995, las emisiones de ese año llegaban a 21 GT, mientras que en 2017 ascendieron a 33 GT.
El cambio climático es la consecuencia directa del acelerado desarrollo económico a partir de la Revolución Industrial, que dio lugar a un tipo de producción y consumo de energías contaminantes. El consumo creciente de combustibles fósiles jugó un papel preponderante en el incremento de este tipo de emisiones, que antes de la Revolución Industrial eran casi nulas. El cambio climático es ya una evidente amenaza de alcance global, que está afectando, en mayor o menor medida, a todas las naciones. Las evidencias científicas son contundentes, las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta y a los daños ambientales.
Estas emisiones son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la deforestación. Esta amenaza de carácter global no se solucionará simplemente por el agotamiento de las reservas de recursos fósiles. Nunca hubieron en el mundo tantas reservas de carbón, petróleo y gas como hoy. Hay que tener presente que los gases que hoy se emiten permanecerán en la atmósfera por un gran número de años y no está quedando mucho tiempo para enfrentar este problema ya que al actual ritmo de acumulación de CO2 en la atmósfera, antes de mediados de este siglo habremos cruzado la barrera crítica de los gases acumulados alrededor de nuestra “casa”.
En noviembre, unos 200 países convocados por la ONU se encontrarán en Katowice (Polonia), en la reunión anual denominada COP-24, con el propósito de avanzar en la aplicación del Acuerdo de París (COP- 21) celebrado en 2015. Esta reunión en Polonia es muy importante, ya que el futuro del planeta depende de la capacidad de la humanidad para diseñar sin demoras nuevas instituciones y reglas de carácter mundial que apunten a reducir significativamente las emisiones contaminantes de CO2.
Reducir las emisiones contaminantes requiere una drástica modificación de la matriz de producción y consumo energético, abatiendo la participación de los combustibles fósiles y expandiendo la participación de las nuevas energías limpias. Esto requiere la universalización de los tributos a las energías contaminantes, utilizando este importante recurso financiero adicional a la promoción de las nuevas energías limpias, las inversiones en modernas infraestructuras no contaminantes y estímulos al desarrollo de procesos de captura y almacenaje del CO2, o simplemente a la eliminación de impuestos regresivos.
Debemos señalar el hecho positivo de que las tendencias actuales se caracterizan por una rápida expansión de las energías limpias no-contaminantes, cuyo consumo crecerá aceleradamente en las próximas décadas, desde ya que mucho más que las energías fósiles. Se trata de una buena noticia, pero lamentablemente no alcanza solo con esto, ya que las emisiones anuales seguirán creciendo porque, a pesar de esta buena noticia, las energías fósiles seguirán creciendo aunque a un ritmo sensiblemente menor. Esto significa que las emisiones acumuladas alrededor del planeta también seguirán aumentando, acercándonos al límite crítico científicamente evaluado en 450 ppm.
Enfrentar ahora esta creciente amenaza climática exige una solución institucional de alcance global, también es evidente que el creciente riesgo causado por más emisiones plantea la necesidad de una autoridad global, ya que está comprometido un importante bien común global. Hay que tener presente que los gases que hoy se emiten permanecerán en la atmósfera por un gran número de años y no está quedando mucho tiempo para enfrentar este problema ya que, al actual ritmo de acumulación de CO2 en la atmósfera, antes de mediados de este siglo habremos cruzado la barrera “tolerable” de gases acumulados alrededor de nuestra única “casa común”. Tengamos presente que la NASA bien define a la Tierra como “nuestra única nave espacial”.
La incapacidad de esta generación en enfrentar eficazmente esta amenaza real compromete gravemente el futuro de las próximas generaciones. Como dijo Obama, “somos la última generación que puede hacer algo por el cambio climático”. Esperemos que en Katowice se adopten decisiones importantes y no meramente retóricas.