Por la sequía, bajó el uso de tecnología en la última campaña
Por el clima, se utilizaron menos fungicidas. Hubo niveles altos en maíz y medios en soja y girasol, y bajos en sorgo, según relevó la Bolsa de Cereales
A raíz de las inundaciones del invierno y de la posterior sequía en el último verano, la campaña 2017/2018 en el campo argentino contó, mayoritariamente, con niveles medios de uso de tecnología, según destaca un informe elaborado por el Departamento de Investigación y Perspectiva de la Bolsa de Cereales.
“Cada vez que se cierra una campaña, medimos el nivel tecnológico que tuvo. Entendemos por tecnología tanto a los insumos como a los procesos utilizados. Es decir, tanto si se usaron fertilizantes y herbicidas, como a la selección de la fecha de siembra y a la elección del suelo para cada cultivo”, explicó Juan Brihet, coordinador del departamento encargado de elaborar el informe.
En el caso de la última cosecha, la sequía que comenzó en enero hizo que cayera el uso de insumos fitosanitarios, en especial, del de fungicidas, cuyo consumo cayó un 50%. Sin embargo, Brihet aclaró que, por lo general, la mayor inversión en tecnología se había hecho antes y durante la siembra.
El informe señala que, en la última campaña, el área implantada bajo siembra directa llegó al 93%, dos puntos porcentuales más que en la anterior y el consumo total de fertilizantes se incrementó un 4%. Asimismo, el uso de materiales de siembra de maíz, soja y girasol con tecnologías asociadas al control de malezas e insectos registró un nuevo aumento
Para saber cuál es el grado de tecnificación, desde la Bolsa de Cereales, se hace un relevamiento y se le envía una encuesta a los principales asesores técnicos de las distintas zonas productivas del país. Con las respuestas, se elabora un mapa que permite determinar cuál es estándar de cada una de las áreas. Por ello, lo que, en un determinado lugar, puede ser un nivel alto, apenas representa un nivel medio en otro.
“En general, se tiende a pensar que la adopción de tecnología es mucho más fuerte en la zona núcleo. Pero nuestra experiencia demuestra que, en regiones marginales, las propias condiciones del suelo requieren de un despliegue mucho mayor. Sólo así logran ganar la eficiencia que les permite ser rentables”, explicó Brihet a El Cronista.
En ese sentido, agregó, se puede ver cómo, en el Nordeste, prácticamente se convirtió en un estándar el uso de máquinas que, con sensores infrarrojos, detectan en qué sector del cultivo está creciendo maleza y aplican herbicida sólo en ese lugar. “Siempre que los ambientes te fuerzan, vas a tratar de ser más eficiente. En la región pampeana, en cambio, hay determinadas inversiones que se pueden postergar porque la rentabilidad no depende de ese factor en particular”.
Si se discrimina por cultivos, se puede observar que el maíz es el de más uso de tecnología, con el 55% en nivel alto; el 41%, medio, y el 4%, bajo. Le siguen soja (34% de nivel alto) y girasol (28% nivel alto), y por último, el sorgo con solo un 8% alta tecnificación.
Según destacó Brihet, históricamente el maíz es un cultivo de mucha inversión y desarrollo de tecnología, porque solo de esa manera se logra explotar todo su potencial.
Para la próxima campaña, la Bolsa de Cereales espera que siga creciendo el uso de fertilizantes. Además, proyectan un incremento en las inversiones en el mercado de semillas y que se recupere el uso de fitosanitarios, como fungicidas, porque los niveles de humedad se normalizaron. “La expectativa es volver a crecer en tecnología. Pero va a ser leve, no como en 2016/2017”, concluyó Brihet.