Ganó el 2019: la política ya pesa más que la vocación de “hacer lo correcto” ■ Por Hernán de Goñi
No fue un error de coordinación lo que le hizo cometer al Gobierno un nuevo traspié político. Fue el propio Mauricio Macri quien desestimó una consulta más amplia a su reducido gabinete, al apoyar una decisión solo porque creyó que era “lo que hay que hacer”.
El Presidente en persona había respaldado la fórmula de cobrar en 24 cuotas a los usuarios de gas la diferencia entre el precio real del fluido en dólares y la tarifa cobrada en pesos, arrimada por Javier Iguacel. Macri sabía que era una decisión dura, pero la avaló porque entiende que corresponde trasladar ese valor a quienes usan el gas de red, y no a toda la sociedad. Por eso insiste en su discurso de ahorrar energía: cree que será la única forma en que la clase media se libere del peso de las tarifas, ya que como gobierno no se había planteado usar otro camino.
Esta disyuntiva ya se había dado en 2016. Juan José Aranguren preparó cinco escenarios de recomposición tarifaria. Macri preguntó cuál iba a estimular más rápido las inversiones, sabiendo de antemano que iba a ser el más fuerte. Así lo ordenó, y por eso siempre apoyó al ministro que ejecutó su deseo.
Lo que Macri no adivinó (porque no le pidió a ningún colaborador que lo sondeara) era que la oposición y algunos de sus aliados se iban a plantar ante este ajuste extra, poniendo en riesgo la aprobación del Presupuesto 2019. O lo que es lo mismo, poniendo en riesgo el acuerdo con el FMI y su propia continuidad. Fue por esa razón que Macri aceptó dar marcha atrás y aplicar una solución que no comprometa más el bolsillo de la clase media. Entendió que para que Cambiemos tenga chance de triunfar en 2019, deberá prestarle más atención a la política que a su natural inclinación de sacrificarse en el altar de “hacer lo correcto aunque a nadie le guste”.